Hoy en día la sostenibilidad es un asunto de absoluta actualidad y aplicable a todos los aspectos de la vida. El fútbol no es ajeno a ello y debe servir de ejemplo a seguir. Hablamos de cómo hacerlo.
Para un equipo modesto no es fácil tener acceso a los medios de comunicación y mucho menos que se hable de él a lo largo y ancho del mundo, sin embargo, el Forest Green Rovers F.C lo ha logrado. ¿Cómo? Pues nada más y nada menos que anunciando la construcción de su próximo estadio, el Eco Park, que será el más sostenible del mundo, ya que a las medidas que ya empiezan a ser algo más comunes en equipos de todo el mundo relativas a la recuperación del agua de lluvia para el riego, generación eléctrica mediante paneles fotovoltaicos situados en las cubiertas o medidas de eficiencia energética, entre otras, el conocido equipo de arquitectos de Zaha Hadid ha añadido la utilización de madera sostenible en la construcción de toda la estructura del estadio, lo que le convierte en el único estadio de esas características cuyo impacto ambiental es mínimo. Para un club como el Forest Green Rovers, club inglés que milita en la League Two (equivalente a la tercera división española), no es algo disruptivo. El club está afincado en el suroeste de Inglaterra en una aldea llamada Green Forest, no podía ser más apropiado el nombre, y además pertenece a un empresario dedicado a las energías verdes, que sin duda ha impulsado que su club pueda presumir de escalar posiciones en su liga mientras se convierten en “el club vegano más verde del mundo”. Porque sí, además de todo lo anterior, sus jugadores son veganos así como los productos que se ofrecen en su estadio. En definitiva, desde su modestia, no hace más que ser coherente con sus principios y con el entorno en el que habita.
Que un club modesto como este sea capaz de tomar todas estas medidas lleva a la reflexión obligada sobre si la élite del fútbol está lo suficientemente implicada en este tipo de asuntos o es algo que deja sólo para exóticos equipos cuya cuenta de resultados no es lo más importante en el balance de final de año. Si nos centramos en España, es cierto que existen medidas y acuerdos a nivel de “LaLiga” por el que hay un cierto compromiso con labores de concienciación ambiental, con el correcto reciclado, participación en proyectos de Fair Play Social, eficiencia energética o compensación de huella de carbono. De esta forma clubes como el Atlético de Madrid en su nuevo estadio aprovecha el agua de lluvia para el riego del césped, otros como el Leganés se esfuerzan a través de campañas especiales en hacer un correcto reciclaje u otros como el Athletic de Bilbao se preocuparon en su día por construir un estadio con los más altos estándares en cuanto a eficiencia energética se refiere.
Todas esas acciones son buenas y merecen, por supuesto, un reconocimiento, pero no dejan de ser una manera de “hacer lo correcto” pudiendo dar un paso más allá.
Pero lo que está claro es que se podría hacer mucho más en este campo, nunca mejor dicho. Todas esas acciones son buenas y merecen, por supuesto, un reconocimiento, pero no dejan de ser una manera de “hacer lo correcto” pudiéndose sin duda dar un paso más allá. Y es que es evidente que en la situación actual en la que existe una tendencia al calentamiento global, la huella ambiental de los equipos de fútbol es mínima a nivel total, hay sectores como el del transporte, la energía o el textil que son mucho más determinantes pero también es cierto que ninguno de esos sectores tienen la capacidad de influir en los comportamientos de sus usuarios como la tiene el deporte rey. Y es que la piedra de toque de cualquier cambio en los hábitos de los ciudadanos es ni más ni menos que la concienciación. Y la mejor manera de concienciar es dando ejemplo. Es decir, de nada sirve que el Real Madrid juegue un partido con una camiseta hecha a base de plásticos reciclados si al día siguiente se desplaza a Valladolid o Salamanca en un vuelo privado cuya huella de carbono en forma de emisiones es tremendamente superior a la de un desplazamiento en tren por ejemplo. Y con esto no se busca una crítica feroz al Club Merengue, más que nada porque la mayoría de los que se han rasgado las vestiduras al esgrimir este argumento es probable que al día siguiente fueran a trabajar en su coche privado en lugar de usar el transporte público o tengan estos días de frío el termostato de la calefacción algunos grados por encima de lo que debería ser la temperatura de confort. Lo que queremos decir es que con unos simples gestos que no les cuestan nada pueden hacer mucho más por el clima que mediante cualquier campaña publicitaria grandilocuente y que en muchos casos acabe siendo acusada de “Green Washing”.
Y es que a veces resulta dramático echar un vistazo a los banquillos o vestuarios después un partido y ver el festival de plásticos de un solo uso en el que se han convertido en tan sólo noventa minutos y uno se llega a plantear si no se han parado nunca a pensar en la utilización de botellas reutilizables, las cuales darían un mensaje muy positivo al público sobre la importancia de reducir la generación de residuos y yendo más allá, ¿por qué no toman ejemplo los clubes de lo que se viene haciendo ya en algunos conciertos y surten de vasos reutilizables a socios y aficionados para que al ir al estadio los lleven consigo y cada vez que se pida una consumición en el bar no haya que usar un vaso cuya vida será de tan sólo unos minutos? ¿Y por qué no aplicar esta misma política a los “tifos” de plástico que se ven en las gradas? ¿Pasaría algo por repetirlos? ¿Se dejaría así de animar a un equipo de forma efectiva?.
…a veces resulta dramático echar un vistazo a los banquillos o vestuarios después un partido y ver el festival de plásticos de un solo uso en el que se han convertido en tan sólo noventa minutos…
Se ha mencionado antes al Athletic de Bilbao y su Nuevo San Mamés con una alta eficiencia energética pero, ¿no se ha planteado nadie la necesidad de mantener en los estadios todos los focos que apuntan al terreno de juego encendidos durante los quince minutos del descanso? No se trata sólo de ahorrar energía durante ese cuarto de hora, se trata de que los cientos o incluso miles de espectadores que allí se encuentran se pregunten el porqué de ese apagón momentáneo y puedan llevar esa conducta a sus casas. Y hablando de energía, qué pocas placas fotovoltaicas vemos en las cubiertas de los estadios, que además son normalmente construcciones bien orientadas para que su césped aproveche al máximo la luz solar, desperdiciando así una enorme cantidad de energía limpia.
Son ideas sencillas, baratas, pero que tienen un alto potencial de calado en los espectadores y que su viralidad podría ayudar a ahorrar enormes cantidades de recursos de los que no andamos sobrados y dado que esto del fútbol no deja de ser una competición ¿por qué no promover una “Champions League” de emisiones de gases de efecto invernadero? Seguro que incluyendo una componente de rivalidad muchos clubes acabarían prestándole más atención a la sostenibilidad ambiental y otros, como el Forest Green Rovers, podrían presumir de títulos continentales de prestigio con los que además saldríamos ganando todos. A la sostenibilidad debemos jugar todos.
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