Barça y Real Madrid se vieron las caras por primera vez en la temporada. No fue un partido que se recordará por su juego ni su trascendencia; pero dejo evidencias del estado de los dos clubes y de la propia Liga española

 El llamando clásico tuvo un aire extraño desde el comienzo. Para empezar el estadio Lluis Compayns resultaba un entorno atípico para el duelo. En las alineaciones titulares faltaban protagonistas eternos de estos lances tales como Benezema, Busquets o Jordi Alba. Incluso Modric, aunque saliera luego después desde el banquillo. La publicidad de Dazon definió el partido como el de “la nueva generación”. No le faltaba razón.

Si el partido era significativo de una nueva era de enfrentamientos entre los dos grandes colosos de nuestro fútbol, la impresión no puede ser muy favorable. El nivel de juego fue discreto en todo caso. Ganó el Madrid porque simplemente a fecha de hoy es mejor y básicamente porque cuenta con un jugador diferencial en el que ha invertido cien millones de euros. El Barça mereció mejor suerte y recibió demasiado castigo, pero sus mimbres se antojan pobres para un club de tanta historia y exigencia. Es cierto que llegaba cargado de lesiones importantes .De Jong es imprescindible dado el nivel existente, y Raphinha y Lewandwoski salieron bastante mermados en el segundo tiempo, pero su realidad es que cuenta con un equipo estimable pero sostenido en buena medida con chavales a los que se les está cargando con un peso un tanto excesivo. Su caótica situación económica le impide acceder a futbolistas de esos que marcan las diferencias , algo insólito en una entidad que desde hace varias décadas se caracterizaba por tener en sus plantillas a varios de los mejores jugadores del momento. Xavi se las está arreglando con una heterodoxa combinación de jóvenes promesas con restos del mercado, todavía estimables pero lejos de sus mejores años deportivos. Tuvo un mérito innegable ganar la Liga del año pasado, pero no hay que llevarse a engaño: sigue siendo una versión bastante menor del otrora referente del futbol mundial.

El Real Madrid, por su parte, soporta mejor los años post- generación dorada (se fueron Ronaldo, Casemiro, Marcelo y Benzema). Ha encontrado un nuevo ídolo que esta haciendo olvidar a Benzemá. Jud Bellingham esta batiendo todas las marcas posibles; pero la dependencia del inglés se antoja excesiva en un equipo lastrado por el pobre momento de Vinicius y Rodrigo, y en el que la clase sigue concentrada en viejos guerreros como Kross, y los destellos cada vez mas dosificados de Modric. En todo partido exigente (Metropolitano, Sevilla o en el mismo Barcelona) lo ha pasado mas bien mal y ha ganado con mas dificultades de las previstas a equipos de peor escalafón y casi siempre gracias al gol salvador del flamante fichaje. Si el Barça vive la realidad de su ruina económica, el Madrid parece anestesiado en la ansiada llegada de Mbappe, que se retrasa año tras año hasta con cierto recochineo, y sigue un tanto hipotecado por el coste de su reforma del estadio. Ha apostado por jugadores de un perfil muy físico, en consonancia con la evolución del futbol moderno, pero que no ostentan la calidad de los ídolos de su época dorada europea. Es el gran favorito al titulo de liga, pero no da señales que pueda ser un rival temible para el City y otros equipos de la Champions (aunque eso con el Real siempre es osado decirlo)

El desarrollo del partido deja una conclusión inevitable: ambas escuadras palidecen frente a esos equipos que concentraban buena parte del talento mundial a mediados de la década anterior. Un partido como el que se vivió en Montjuit no justifica la paralización del planeta fútbol, ni una atención mediática desmesurada propia de otras épocas. En realidad hasta puede entenderse atender a otras opciones de ocio. Ninguno de los dos se identifica en este momento con una época dorada de dos las escuadras mas destacadas del futbol mundial. Aun manteniendo plantillas estimables parecen estar muy lejos de sus mejores momentos.

El desarrollo del partido deja una conclusión inevitable: ambas escuadras palidecen frente a esos equipos que concentraban buena parte del talento mundial a mediados de la década anterior. Un partido como el que se vivió en Montjuit no justifica la paralización del planeta fútbol, ni una atención mediática desmesurada propia de otras épocas. En realidad hasta puede entenderse atender a otras opciones de ocio

Esto resulta mas o menos normal. La trayectoria de los dos trasatlánticos no ha sido homogénea en relación a la elite continental. En la atrasada España de los 50, paradójicamente, los dos consiguieron atraer a fenómenos del momento; Di Stefano, Kopa o Puskas en el Madrid; Kubala, Kocsis o Czibor en el Barça. La decisión del régimen franquista en 1962 de cerrar las puertas a los jugadores extranjeros dejó a ambos clubes fuera de la primera línea europea, que trasladó su eje al flamante Calcio de los magnates que dirigían a Inter, Milan o Juventus. La nueva apertura de mercados en 1973, fue quizá mas aprovechada por el Barcelona, que durante no poco tiempo fue uno de los clubs económicamente mas poderosos del mundo: Cruyff, Neeskens, Simonsen, Maradona, Schuster, Luaudrup, Koeman, Rivaldo, Romario fueron los vértices en virtud de los cuales el Barcelona empezó a recuperar terreno frente al Madrid en España y ser, por fin, una potencia europea. El Madrid mostró en general menos tino a la hora de salir fuera a fichar (y durante no poco tiempo tuvo menos dinero), salvo en excepciones como las de Hugo Sánchez, el mejor goleador de los 80, y fundamentó sus mejores momentos en la explosión de la cantera, como con la Quinta del Buitre. La llegada del maná televisivo hizo que los blancos empezaran a contar otra vez con jugadores de primera línea, lo cual le devolvió el poder europeo. Y mas aun cuando la operación de la Ciudad Deportiva y la nueva política impulsada por Florentino Pérez hizo del Bernabéu el centro de las estrellas mundiales: Figo, Zidane, Ronaldo, Beckam y luego Cristiano Ronaldo, Benzema o Bale. Con posterioridad el fenómeno Messi trajo consigo su unión con nada menos que Luis Suarez y Neymar; una tripleta llamada a marcar una época y que saltó por los aires con la salida del brasileño al PSG en el verano de 2017. Las canteras de ambos ha seguido trayectorias divergentes; el Madrid ve su fabrica como una fuente mas de financiación, mientras que para el Barça supone un antídoto para su decadencia deportiva, pero no esconde sus limitaciones como club de elite.

A fecha de hoy, ninguno de los dos parece en situación de captar lo mejor del espectro mundial. Conseguir a esos jugadores como Bellingham capaces de pasar desapercibidos durante casi todos los 90 minutos y resolverte un duelo en dos destellos de clase; antes los dos contaban con varios de ese estilo ahora solo el Real Madrid dispone de uno de los ellos. Su potencia social, mediática y hasta política ha hecho que el campeonato español pusiera todos sus mimbres para exportar el producto en su duelo, hasta el punto de devaluar el resto de la Liga. Todo lo contrario que la Premier, que ha creado un ecosistema en el que ningún equipo se sitúa por encima del campeonato, por importante y dominador que sea: lo fue el Manchester United durante mucho tiempo y ahora lo es el City; por medio han andado el Chelsea, Arsenal o Liverpool; el dinero e interés se ha trasladado a las islas y no parece que vaya a cambiar el rumbo de momento. A esta amenaza casi imbatible se le acaba de unir el capital árabe, quizá una fenómeno coyuntural (ir a Arabia es perder la primera línea de la competición para cualquier jugador de elite) pero no por ello menos real a corto plazo.

El campeonato español mantiene aun un buen nivel competitivo es verdad, y quizá nunca lo pierda. El Real Madrid ganó la Champions en 2022, y la Europa League es coto casi exclusivo de equipos españoles (desde 2017 hay cuatro títulos de la Liga), pero su atractivo global se resiente cada vez mas; las cifras de inversión nunca garantizan los éxitos pero si marcan el atractivo del campeonato y las de la Liga española son mas bien modestas cuando no paupérrimas . El tercer equipo en discordia, el Atlético de Madrid, que parece decidido a dar guerra este año de nuevo, apenas ha invertido cinco millones en el mercado de verano y hasta el Sevilla, quizá la única esperanza de cierta alternativa al triunvirato clásico, esta hundido en la mediocridad liguera desde hace un par de años, por mas que sus triunfos europeos lo maquillen. El clásico del sábado fue un buen referente de la situación del futbol español: una lenta y ordenada gestión de la decadencia

 

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