
El fútbol es algo mas que un deporte. El corazón de Europa ha latido muy intensamente gracias a una de sus grandes competiciones futbolísticas, la Eurocopa. En este pasaje recordamos algunos de los grandes momentos de este mítico torneo de fútbol.
“Los europeos encontraron una forma de odiarse sin hacerse trizas. Este milagro se llama fútbol”. Paul Auster.
Europa es un continente fascinante. Un lugar donde conviven, en un territorio relativamente pequeño, centenares de lenguas y una inmensidad de naciones. Algunas con su propio Estado, otras, sin embargo, nunca lo conformaron. Y es que el viejo continente es un lugar donde de la misma manera que se consiguen las mayores cuotas de bienestar del mundo se producen las mayores barbaries de la historia de la humanidad.
Europa se ha construido sobre hitos y momentos venerables como la democracia ateniense, el Imperio Romano, el cristianismo, la Ilustración, la revolución industrial o los movimientos sociales. Pero en el relato europeo también se han escrito pasajes llenos de sangre como la inquisición, la colonización o los totalitarismos ideológicos.
Posiblemente, el siglo XX europeo, sea el mayor contraste que haya existido en la historia del hombre. Años en los que los europeos sufrieron dos cruentas guerras mundiales plagadas de violencia étnica y política. Un tiempo en que se soportó y también se apoyó a lunáticos dirigentes como Hitler, Franco, Stalin o más recientemente Milosevic o Franjo Tudman. Pero también fue el momento de la proclamación de la Declaración de los Derechos Humanos, la época de la construcción del Estado del Bienestar y los años en que comienza una esperanzadora alianza llamada, Unión Europea.
En 1960 se jugará por primera vez un torneo que recibirá el nombre de Eurocopa. Un campeonato que decidirá que nación es la mejor del continente, futbolísticamente hablando. Ese torneo, con los años, se ha convertido en un acontecimiento social. Sin duda, va más allá de un simple evento deportivo, es uno de los imanes que construyen el proyecto común de todos los europeos.
También, por qué no decirlo, en este siglo comenzó a expandirse por el viejo continente uno de los elementos que mayor identidad y unión le han dado a Europa, su fútbol.
Fue a principios del siglo XX cuando ese nuevo deporte que surgió en Inglaterra comenzó a desembarcar en países como Escocia, Suiza, Austria o Noruega. En pocos años el fútbol enraizó con firmeza en toda Europa. Un balón de cuero se apoderó de ciudades y pueblos de todo el continente. Desde Escandinavia a Sicilia o desde Lisboa a Moscú. Ese deporte cambiará para siempre nuestra historia.
A partir de entonces la convulsa y fascinante Europa podrá contar también sus aventuras a través de la pelota de cuero. Los europeos y el fútbol quedaran unidos para siempre. En 1960 se jugará por primera vez un torneo que recibirá el nombre de Eurocopa. Un campeonato que decidirá que nación es la mejor del continente, futbolísticamente hablando. Ese torneo, con los años, se ha convertido en un acontecimiento social. Sin duda, va más allá de un simple evento deportivo, es uno de los imanes que construyen el proyecto común de todos los europeos.
La Eurocopa o Euro como se denomina ahora, es una fiesta. Posiblemente uno de los mayores exponentes de confraternización que tengan los europeos. Pero también es un pergamino de su historia. El palmarés del torneo es casi una lección de geopolítica. Entre los campeones encontramos países que ya no existen. En 1960 ganó la Unión Soviética y en 1976 Checoslovaquia. Dos naciones que en aquella época tenían instaurado un régimen comunista. Un recordatorio de que un día Europa estuvo divida por un telón de acero, escalofriante.
Tras la Segunda Guerra Mundial en Europa cohabitaran dos modelos de sociedad. Por un lado, estará la parte occidental capitalista. En contraposición, un bloque comunista abanderado por la Unión Soviética. La tensión entre los bloques fue una constante. A pesar de ello el fútbol tuvo esa mágica capacidad de mantener unido a todos los europeos. Los de un bloque y los del otro.
El palmarés del torneo es casi una lección de geopolítica. Entre los campeones encontramos países que ya no existen. En 1960 ganó la Unión Soviética y en 1976 Checoslovaquia. Dos naciones que en aquella época tenían instaurado un régimen comunista. Un recordatorio de que un día Europa estuvo divida por un telón de acero, escalofriante.
La Unión Soviética venció la final de 1960 a Yugoslavia. Dos Estados que además de tener economías planificadas se han despedazado en una decena de países. Cuando el capitán soviético, Igor Netto, levantó el trofeo de campeones de Europa en el Parque de los Príncipes de Paris, su equipo representaba a los rusos. Pero también a ucranianos, georgianos, estonios y otros pueblos de la Unión Soviética. El equipo al que vencieron era una selección, Yugoslavia, en la que jugaban juntos croatas, serbios, eslovenos, bosnios, macedonios y montenegrinos.
La victoria checoslovaca de 1976 dejó además un momento inolvidable en la historia del futbol. Aquella final se disputó en Belgrado. El rival, Alemania Federal. El encuentro terminó con un inesperado empate a dos. Cuando llegó el penalti decisivo, Antonín Panenka, pateó de forma magistral y original la pena máxima. Checoslovaquia se convirtió en campeón de Europa. Antonín inventaba el famoso penalti “A lo Panenka”. La separación de Checoslovaquia fue efectiva el 1 de enero de 1993. Un proceso pacifico que se produjo sin violencia. Se denominó el divorcio de terciopelo. A imagen y semejanza de la Revolución de Terciopelo que la había precedido.
Si seguimos profundizamos en el palmarés de la Eurocopas podemos seguir viendo las paradojas de la historia europea. En 1972 y 1980 Alemania se proclamó campeona. Sin embargo, esa selección representaba a solo una parte de los alemanes actuales. Fueron victorias de los habitantes de la Alemania Occidental, los ciudadanos de la República Federal. La otra, la Alemania del Este, vivía detrás de un muro. Su régimen era comunista y esas dos copas no fueron oficialmente suyas. Aunque sentimentalmente, tal vez, sí. Las dos Alemanias se convirtieron en una sola en 1990. Así que cuando Bierhoff marcaba un gol de oro en el mítico estadio de Wembley en la final de 1996 por fin todos los alemanes oficialmente pudieron sentirse campeones.
En 1964, España, ganaría por primera aquella Copa. Un gol de Marcelino nos hizo conquistar nuestro primer entorchado europeo. Pero aquella España era muy diferente al actual.
En 1964, España, ganaría por primera vez aquella Copa. Un gol de Marcelino nos hizo conquistar nuestro primer entorchado europeo. Pero aquella España era muy diferente al actual. Franco dirigía los designios del país. Un aliado de Hitler y Mussolini que instauró un régimen camaleónico tras una fratricida Guerra Civil. Los primeros años del franquismo se asimilaban bastante a los Estado de corte fascista que proliferaban en aquella época por Europa. Tras la victoria aliada y la derrota de las potencias del eje en la II Guerra Mundial, esa España mutó. Se convirtió en un país autárquico y aislado internacionalmente. Transformándose en una dictadura militar de corte autoritaria. Solo el fútbol y el incipiente turismo consiguió airear con cierto aroma europeo aquel añejo y vetusto país.
En 1959, todo cambió, un plan de estabilización fue el inicio de una metamorfosis paulatina. Un conjunto de medidas diseñadas por tecnócratas provocó la liberalización de la economía española. La sinergia con Europa no tardaría en llegar. Cinco años después de la aprobación de aquel plan, hubo un gol, el de Marcelino, que nos hizo reinar en la Europa futbolística. Posiblemente una mera casualidad, pero bendito fue ese azar, una Eurocopa llena de historia de una época que no merece la pena retomar.
Europa se ha construido también con puntapiés a una pelota de cuero. Con episodios llenos de gloria y otros de zozobra. Su fútbol y su Eurocopa, han dado momentos inolvidables a muchos europeos.
¿Qué sería de Europa sin su fútbol?
Felicitaciones Luis. Excelente resumen histórico de Euro.