La Economía Circular es un concepto relativamente nuevo relacionado con la Sostenibilidad. El fútbol, al igual que con otros muchos conceptos beneficiosos para el medioambiente, tiene una enorme capacidad de divulgación y servir de ejemplo para que ciertas conductas comiencen a ser más habituales y la gente empiece a interesarse por ellas.
Carlos Gardel en su célebre tango “Cambalache” decía “Que el mundo fue y sería una porquería, ya lo sé. En el 510 y en el 2.000 también” a lo que mucha gente a día de hoy añadiría “y en el 2021 más aún”. Es cierto, vivimos unos tiempos en los que es fácil caer en la desesperanza, la situación no invita al optimismo, lo sé, pero hay cosas que se pueden cambiar. De hecho, aunque no lo veamos porque el catastrofismo vende más, hay cosas que están cambiando. Lentamente, pero se mueven.
Hace un año, en el pasado mes de enero de 2020, algo tan mastodóntico como es la economía mundial, abanderada por la tendencia que la lidera en este último siglo que es el capitalismo, se reunían en su encuentro anual del Foro de Davos. El objetivo era nada menos que redefinir el propio capitalismo, con el complejo reto de hacerlo a través de la incorporación de la perspectiva de la sostenibilidad tanto económica como ambiental a los criterios de negocio. En paralelo, la aparición en escena de la emisión de bonos de financiación ligados a objetivos sostenibles por parte de las empresas o la decisión del fondo de inversión más importante del mundo como es Black Rock de no invertir en empresas que no estuvieran comprometidas con el medioambiente, hacen ver que algo importante está cambiando en el orden de prioridades de las empresas que rigen el mercado. Este tipo de decisiones no son un mero capricho, es la confirmación que de aquellas empresas que no tienen en cuenta en su gestión criterios ambientales, o en definitiva sostenibles, son consideradas por los accionistas como empresas de riesgo.
Los clubes son en su mayoría empresas que cotizan en bolsa que requieren inversiones y que por tanto se rigen por circunstancias más allá de las que acontecen dentro del rectángulo de juego.
Por otro lado, no se puede obviar que el futbol hoy en día es parte de este mercado. Los clubes son en su mayoría empresas que cotizan en bolsa que requieren inversiones y que por tanto se rigen por circunstancias más allá de las que acontecen dentro del rectángulo de juego. La oferta y la demanda fija los precios de los jugadores, de las entradas (cuando era posible ir al estadio), de los derechos de televisión y también de todo el merchandising.
Ya en su día comentamos cómo el fútbol y la sostenibilidad debían ir de la mano, sobre todo por su efecto ejemplarizante y conocimos el caso del Forest Green Rovers F.C., un equipo de tercera división inglesa, que había proyectado un nuevo estadio que sería construido únicamente con material sostenible con mínimo impacto ambiental, además de promover entre sus propios jugadores conductas responsables con el medioambiente e incluso el veganismo (https://esferico.es/vestuario_local/versiones_esfericas/__trashed). Era una muestra, quizá algo exagerada, de ser coherente con unos valores que aportaban un cierto respiro a un planeta Tierra que cada vez es más exigido.
Ahora añadimos que el futbol debe ser sostenible no sólo porque serlo es una virtud; hoy ser sostenible es una obligación. Sobre todo si se quiere seguir jugando con las reglas que establece el mercado. La sostenibilidad no es sólo ser respetuoso con el medioambiente. El concepto de sostenibilidad hace alusión al hecho de permanecer y perdurar en el tiempo, es decir, pensar en la existencia en un futro. Y algo inherente a la existencia es la necesidad de consumir. Consumir, aire, agua, alimentos o bienes materiales. Se crea la necesidad por tanto de plantearse si la forma de consumir que llevábamos hasta ahora es la correcta. Y básicamente en eso consiste el nuevo concepto, tan de moda hoy en día, de la Economía Circular. Si se quiere asegurar un futuro más amable para las generaciones venideras se debe desterrar el modelo de extraer recursos, consumirlos y deshacernos de ellos, por otro que incluya el concepto de reutilización y máximo aprovechamiento de la materia durante su ciclo de vida. Algo que en cierta manera ya se hacía no hace muchas décadas y que los abuelos y abuelas de los que nacimos entre los 70 y 80 ya se encargaron de enseñarnos, cada uno a su manera. Sin embargo, el nuevo ritmo de consumo que impusieron los años de bonanzas económicas sumado a la aparición de nuevos materiales extremadamente útiles y baratos hizo que el modelo de “usar y tirar” fuese la panacea y la sociedad se olvidase un poco de que lo “infinito”, aplicado al concepto de materia prima, no existe.
El futbol debe ser sostenible no sólo porque serlo es una virtud; hoy ser sostenible es una obligación
En este sentido, y ya volviendo al fútbol, siempre se ha comentado la capacidad de servir de ejemplo que tiene el deporte rey, aunque lo cierto es que en materia de Economía Circular no son muchas las prácticas ejemplarizantes que se pueden ver en los terrenos de juego y todo lo que les rodea. De hecho, es muy habitual ver enormes cantidades de plásticos de un solo uso en campos, gradas y vestuarios. Y muchas veces, las celebraciones de grandes eventos como mundiales u otros torneos internacionales se han interpretado como oportunidades de practicar la ostentación por parte de un país más que de centrase en proporcionar un entretenimiento coherente y respetuoso con las circunstancias actuales. Una reflexión interesante la leíamos recientemente en un genial hilo de Twitter creado por Javi Rubio (@javierubioo) en el que habla precisamente de cómo entre los estadios que se están construyendo actualmente para el próximo mundial de Qatar de 2022 hay uno que sorprende por su original planteamiento de construcción sostenible.
Como comenta el autor en su hilo, son muchos los ejemplos de estadios a lo largo de la historia de las competiciones internacionales que han terminado siendo estructuras infrautilizadas o incluso abandonadas. Moles de ingentes cantidades de hormigón, acero u otros elementos de construcción que fueron extraídos y procesados para una vida útil de escasos meses. Duele ver como un estadio tan mítico para la afición española como es el Soccer City de Johannesburgo hoy en día está en un estado de semi abandono en el que casi no se celebran eventos.
Caso parecido ocurre con el imponente estadio Nacional de Beijing (China) en el que en su día se celebraron unos juegos olímpicos y hoy, tras haber visto a Messi proclamarse campeón Olímpico en 2008, es fruto del ostracismo a la espera de celebrar únicamente eventos importantes separados por largos años. Y ya más cerca, en España, casos como el famoso estadio de la Cartuja de Sevilla, en el que su habitual estado es el de inactivo salvo honrosas excepciones, son un mal ejemplo del que parece que no se aprende. Sin ir más lejos, para el citado mundial de Qatar de 2022 se han construido ocho estadios con una media de más de cincuenta mil espectadores que lógicamente no serán necesarios una vez finalice la Copa del Mundo ya que Qatar ni siquiera llega los tres millones de habitantes.
La analogía que hace con el Lego es perfecta ya que sugiere otra de las ventajas de este tipo de construcción, que es la de ser desmontable.
Es cierto que los emiratos de Oriente Medio no son un ejemplo de austeridad, más bien todo lo contrario, pero hay que reconocer que dentro de esa infraestructura futbolística que está montando hay un ejemplo de lo que sí debería servir de referencia para el futuro. Es el caso del Ras Abu Aboud. Un estadio diseñado de forma modular en el que se ha tenido muy en cuenta uno de los nuevos conceptos que trae de la mano la mencionada Economía Circular; el “Ecodiseño”. Y es que el estadio, según informa Javier en su hilo, se compone de elementos de construcción que son transportados en un único barco, lo que supone ya un primer ahorro de emisiones de transporte y que además prevé la utilización de muchos de los propios contendores que se usan para el transporte de la mercancía como elementos estructurales de la edificación. Es decir, de los tres mil quinientos contendores que se han utilizado para el transporte de piezas, mil formarán parte del propio estadio y darán forma a diferentes espacios interiores como si de piezas de Lego se tratasen. La analogía que hace con el Lego es perfecta ya que sugiere otra de las ventajas de este tipo de construcción, que es la de ser desmontable. Así pues, una vez finalizado el Mundial FIFA 2022 el estadio podría ser desmontado y el espacio en el que se ubica podría ser recuperado para su uso como zona verde o habitable aprovechando los cimientos sobre los que se apoyó el Ras Abu Aboud. Por otro lado, los contendores podrían ser utilizados para otros fines, ya sean habitacionales o de transporte, o ¿por qué no?, llevado a otra ciudad para que se pueda disputar el siguiente Mundial FIFA sin que sea necesaria la extracción de nuevas materias primas. Dicho de otra manera, se estaría poniendo en práctica uno de los pilares de la Economía Circular como es el de crear nuevos ciclos de vida en materiales aparentemente fuera de uso.
Por si fuera poco, el proyecto es obra del prestigioso estudio de arquitectura español Fenwick Iribarren Architects conocido por otros proyectos emblemáticos como la torre Espacio situada en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid y de su nuevo vecino de Skyline, el edificio Caleido. Quizá es una gota dentro de un océano pero es un buen ejemplo de cómo el futbol puede servir de ventana para las buenas prácticas sostenibles que terminen de abrir la puerta a una cuarta revolución industrial, que a su vez ayude a lograr un mundo más sostenible y por tanto, más inclusivo y más justo.
Link al perfil de @javierubioo: https://twitter.com/javierubioo/status/1300835601923661825?s=09
Creo que en estos momentos el ecologismo y la economía circular debería de estar presente en todos los aspectos de la vida y el fútbol no ha de ser una excepción. Gracias por este excelente artículo.
Así es Leopoldo. Nosotros hemos tratado de poner nuestro granito de arena. El futbol es una buena palanca para impulsar conductas que nos benefician a todos! Gracias!