Comienza una apasionante Champions League. La competición está en un nuevo proceso de evolución, analizamos la competición de esta temporada y los cambios que se han producido y se producirán en el futuro. 

Fue Jean Monnet el que definió la construcción de la Unión Europea como un fenómeno de pequeños pasos continuados dentro de un edificio supranacional vertebrado a base de modificaciones, movimientos hacia adelante, y por qué no decirlo, regresiones inevitables.

La Copa de Europa primigenia nace en 1955 y no es hasta la temporada 1992-93 cuando se bautiza con el nombre de Champions League, con un enfoque de campeonato global con liguilla y cruces desde octavos, dotándose de una visibilidad mucho mayor, convirtiéndose en el torneo más prestigioso y por excelencia de los grandes clubes europeos. Son los primeros clubes dentro de sus respectivas ligas domésticas los que logran formar parte de este selecto club (de 4, 3, 2 o un solo club dependiendo de la puntuación de cada país) y suprimiendo competiciones como la Recopa de Europa y redefiniendo la anterior Copa de la UEFA en la actual Europa League.

La Copa de Europa primigenia nace en 1955 y no es hasta la temporada 1992-93 cuando se bautiza con el nombre de Champions League, con un enfoque de campeonato global con liguilla y cruces desde octavos, dotándose de una visibilidad mucho mayor, convirtiéndose en el torneo más prestigioso

Tras más de 25 años de vida y con un protagonismo español claro (Real Madrid cuenta con 7 Champions y el Barcelona con 4, además de los dos subcampeonatos del Atlético de Madrid y Valencia) seguidos por Inglaterra y Alemania e Italia, la nueva temporada se presenta con una serie de modificaciones formales y puramente futbolísticas que vislumbran algo más que un rutinario cambio cuantitativo, pero sin tocar los elementos fundacionales de la competición.

imagen: La “Orejona o el trofeo de la Champions League

Entre los primeros, la UEFA reduce la fase de liguilla previa para los clubes de ligas menores, reservada anteriormente para el último equipo de entre los clasificados por cada país, evitando así eliminaciones tempranas de equipos “grandes” y un fatigoso trámite postveraniego, que no era tan rentable desde el punto de vista económico (teniendo mucho que ver la implantación de la FIFA Nations League). Por ello, el baremo de puntuación entre naciones ha cambiado, reservando 4 y 3 plazas fijas para cada una de las grandes ligas. Asimismo, va a ser el primer año sin partidos en abierto, dando a las televisiones privadas un monopolio total, desapareciendo el concepto de servicio público reservado al campeonato europeo de clubes. También cambian la comercialización y los horarios  de los encuentros. La dotación monetaria a los clubes que superen la primera fase y los emparejamientos de cruces se triplica, mientras que se implementan dos horarios diferentes, las 18 55 horas y  la de las 21 00 horas, reforzando nuevamente el elemento mercantil de un evento que, en años futuros, pretende ir laminando las ligas domésticas nacionales, para construir un holístico torneo supranacional.

Futbolísticamente, este nuevo curso se presenta como uno de los más competitivos de la historia de la competición.

Sin embargo, pese a que en las competiciones futbolísticas europeas se atiende a criterios más geográficos que políticos, siendo los primeros mucho más incluyentes (con equipos rusos, turcos o israelíes en liza) las tensiones geopolíticas de la Unión Europea, con el Bréxit, la desestabilización del vínculo atlántico y el reverdecimiento de las identidades nacionales de países del Sur y Europa Continental como Francia o  Italia o en  los de Visegrado, representan una clara amenaza para la articulación de una Opinión Pública puramente europea. Más teniendo en cuenta el protagonismo del futbol dentro de las adhesiones  e identificaciones identitarias.

imagen: el balón de la Champions

Futbolísticamente, este nuevo curso se presenta como uno de los más competitivos de la historia de la competición. A la suma de la reaparición de equipos laureados e históricos tras años de ausencia (como Inter y especialmente el Estrella Roja de Belgrado, campeón en 1991 y ausente desde entonces tras las guerras balcánicas), hay que añadir la escasa ausencia de potentes clubes.

Una de las Champions más competidas de la historia, que pondrá el colofón en mayo, en el Wanda Metropolitano de Madrid y que será la primera sin futbol en abierto. El elitista futbol europeo enseña sus credenciales.

El club milanista, con Icardi como figura principal, y tras los intentos de fichaje de centrocampistas como Modric o Vidal, tratará de reverdecer laureles (próximos en el tiempo con la consecución de su último título Europeo en 2010, con Mourinho como técnico y Sneijder o Milito como futbolistas emblema), aprovechando la recuperación del calcio como competición emergente, tras lustros de decadencia. Lastrado por la corrupción (aún resuena el Moggi gate) y el ocaso de clubes históricos como el Milán de Berlusconi, esta competición está rearmándose, importando modelos de gestión de ligas más competitivas como la Premier o la BBVA

En Belgrado, el regreso del Estrella Roja a la élite europea, ha sido recibido con un gran entusiasmo, algo compartido por la globalidad de la comunidad futbolística, que aún recuerda con pasión y nostalgia aquel combinado yugoslavo, que a las puertas de su desmembramiento, enloqueció al futbol mundial con su victoria en la final de la Copa de Europa, ante un todopoderoso Olimpique de Marsella presidido por Bernard Tapie y liderado por Papin. Nombres como el de Prosinescki, Savicevic o Pancev, los cuales migraron a ligas como la italiana y española, en el éxodo provocado por las guerras balcánicas en 1991, permanecen en el recuerdo. El fichaje y la recuperación de futbolistas  de temprana decadencia como Bojan Kirkic o Marco Marin, junto con un gen competitivo prototípico del deporte Balcánico, convierten la presencia de este conjunto, en uno de los alicientes de esta temporada.

Las grandes promesas propulsadas por los petrodólares (el PSG de Neymar y M Bappe y el Manchester City de Guardiola), tratarán de romper el ciclo virtuoso de los equipos españoles, aguardando en la primera fila de aspirantes como el Bayern alemán, la Juventus italiana (el equipo europeo con más subcampeonatos,  con el flamante fichaje de Cristiano Ronaldo y el mantenimiento de un bloque fiable y talentoso donde destacan Pjanic, Dybala o el sempiterno Chielini), y el Liverpool inglés, que después de acariciar el trofeo la anterior edición, ha realizado ajustes en la portería y defensa que le permitan convertirse en un conjunto más equilibrado y fiable.

Entre los grupos más temibles, hay que destacar el B donde pelearán por dos puestos Barca, Tottenham, PSV e Inter o el C que empareja a PSG, Liverpool, Napoles y Estrella Roja. Mejor suerte han tenido Madrid y Atlético, emparejados con Roma CSK Moscú y Victoria Pilsen y  con Borussia de Dortmund, Mónaco y Brujas, respectivamente.

Entre las grandes ausencias, destaca el siempre fiable Chelsea de Sarri, con figuras contrastadas como Hazard o Willian, fruto de una pobre campaña anterior en la Premier, únicamente salvada con la consecución de la copa inglesa (FA Cup). Junto a este,  habituales decepciones como Arsenal o Milan, clubes emblemáticos en horas bajas.

Todo apunta a una de las Champions más competidas de la historia, que pondrá el colofón en mayo, en el Wanda Metropolitano de Madrid y que será la primera sin futbol en abierto. El elitista futbol europeo enseña sus credenciales.

Este articulo ha sido escrito por Jaime Brigido Ramirez 

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