Sobre el tiempo
He conseguido malgastar mi tiempo. Constantemente miro el reloj que marca la hora, no tiene la menor intención en querer detenerse, transcurre tal cual, cumple su función, ni un solo minuto desperdiciado en su labor. De poder detener las manecillas ¿Qué lograría hacer con ello? Encontraría la manera de poder aun así dejar pasar el tiempo.
Lo derruido se convierte en vestigio, lo que sobrevive son ruinas, me sorprende toparme con un coliseo estilo romano en esta pequeña ciudad al sur de Francia, monumento convaleciente ante los siglos que transcurren, sitios como estos transmiten melancolía ajena, imaginando un pasado a coste cero, aunque hay otros sitios a visitar que cuestan un boleto de entrada.
No recuerdo precisamente si el sitio fue una antigua residencia o un enorme altar de adoración. Hay un enorme hueco en la parte superior del recinto que expone al exterior lo que íntimamente guardaron cuatro paredes y un techo, entra la luz de un día nublado, gotas de un cielo que se debate entre las ganas de querer o no caer sobre nosotros, el aspecto gris contrasta con la idea de paisaje primaveral que debería de imperar en estas fechas y que claramente hoy no está presente, dentro del sitio el fresco entra por los recovecos, escuchar el canto de los pájaros y el susurro del viento contra las hojas de los árboles. El mayor atractivo que puede ofrecer una ciudad como esta yace en el recuerdo que guarda el tiempo. Pasado presente.
La ciudad de Nîmes resulta ser un sitio pequeño pero acogedor. Estrechas son sus calles en centro. El domingo guarda silencio. Es tal la cercanía de las casas que hace pensar en lo difícil que es poder guardar un poco de distancia los unos con los otros. Aprender a escuchar puede permitir descifrar lo que se trata de esconder puertas hacia adentro de quien vive enfrente o del vecino continuo. Uno encuentra lagartos estampados en sellos dorados marcan el camino, símbolo de lo que fue en su momento parte del antiguo imperio romano. Cosas logradas y conservadas con el tiempo.
Sobre Nîmes Olympique
Hacer y decir las cosas de la manera más fácil y sencilla posible. El estadio como lo es en muchos de los casos se encuentra en el área periférica de la ciudad, el inmueble bajo la propiedad de la municipalidad resulta ser un sitio multiuso para otras diciplinas deportivas, razón por la cual no guarda signo distintivo del club en su infraestructura. Cuando llegue creí haber dado con una gran bodega industrial. Se habla de demoliciones parciales y proyectos de renovación próximamente. Hoy en día, las reseñas en internet la puntúan con tres estrellas, dos de los últimos tres comentarios hacen hincapié en el estado sucio y descuidado en el que se encuentra el recinto, el tercer tipo habla de no haber ida allí más que para aparcar su coche, una estrella de cinco.
Es futbol de tercera categoría. No hace mucho Cantona, “The King” jugó para el club, no hace mucho, hace treinta y tres años. Este equipo anteriormente jugo en la máxima categoría del futbol nacional teniendo un par de subcampeonatos y grandes actuaciones entre la década de los cincuentas y setentas que los llevaron a tener un par de presentaciones en lo que hoy es la Liga de Europa. Si el divertimiento no se haya en el terreno de juego la gente lo encuentra estos días en el estacionamiento, la feria se ha instalado con los típicos juegos mecánicos y puestos de comida ambulantes.
Los estadios, así como el futbol sin aficionados que le den valor, carácter, simbolismo e identidad se convierten en algo poco o nada interesante de ver. Se piensa que el club está en estado de abandono. No dejemos de consumir futbol local.
Sobre lo demás
Ser uno con el otro, justo como aquella pintura de sombras del otro día en el museo, rostros imperceptibles, falta de visibilidad en los rasgos y los detalles, creo y para el mensaje que logra entregar nada de eso importa en lo más mínimo, basta tan solo un delineado de siluetas en tonos bajos que yacen sobre la arena, con el ir y venir de las aguas del océano estáticas por el momento, en total admiración, irradiando calidez siendo participes de una intimidad entre dos personas que se quieren.
Confirmo aquello de que el rock resulta ser algo intergeneracional, bajo mi percepción quizás y algo poco común en los géneros populares de hoy en día, no es crítica es un comentario. Los primeros chicos en escena colocan ellos mismos sus instrumentos, realizar las pruebas de sonido, no me encuentro en algún tipo de bar sino en un auditorio con miles de personas esperando el inicio del espectáculo. Una vez terminan recogen sus cosas y se retiran. Constancia, disciplina, trabajo duro, pasión, amor y entrega por lo que hacen, es la base del éxito de grandes grupos y jugadores también.
Finalmente ELLOS suben al escenario. Lo que ocurre entre ellos dos es atrapante, dentro de liricas y ritmos de garage, son una dupla indisociable, como una pareja de defensores u atenuantes que marcan generaciones con su talento, carisma y energía. Se recitan estrofas, comparten el mismo micrófono, la vida por medio de la música los ha mantenido juntos, el sentir el uno por el otro escrito entre líneas que nosotros como publico coreamos, quiero creer hay algo que nosotros aún no sabemos, pequeños mensajes codificados que se guardan para sí. Resulta ser una relación poco convencional la que viven, pero con sentimientos reales y sinceros.
¿Qué promete el amor? Existe un deseo, desea ser para el otro. Clavan su mirada uno sobre el otro, están tan cerca, la intimidad la consiguen dándonos la espalda y aguardándose bajo en amplio sombrero que dificulta nuestra visión de lo que ocurre. Existe un cariño, la necesidad de querer ser amado, sobre el amor, quien quiere dar amor debe saber aprender también a recibirlo. Love and hate.
No veo manera de poder terminar esto con algo que me traiga de vuelta con el equipo de la ciudad o algo relacionado con el futbol. Por suerte no me quedan más hojas en el cuaderno para poder escribir. You can’t stand me now – The Libertines.
Febrero del 2024