El pasado 2 de marzo se disputó un partido de fútbol en Inglaterra donde se enfrentaban dos equipos con un origen común pero antagónicos entre sí. Dos maneras de ver el deporte. El fútbol de ayer frente al fútbol de hoy.

Hace años surgió alrededor del fútbol un lema marcado de simbolismo. Las gradas de los estadios se llenaron de pancartas que decían “Odio eterno al fútbol moderno”. El eslogan en si parece de todo menos constructivo. En él hay demasiada negatividad y poco de optimismo, pero realmente esa frase lleva consigo una carga emotiva que aboga por un fútbol integrador. Un deporte democrático donde el aficionado no sea un mero destinatario para el consumo sino un factor esencial en la gestión.

La realidad actual nos impone un fútbol elitista, monetarizado y avaricioso. Frente a esa idea surge el idealismo de un deporte social y popular. Donde los aficionados participen en las decisiones que afectan al club tanto en el ámbito deportivo como institucional. Es decir, un fútbol de y para los hinchas.

El pasado 2 de marzo en Inglaterra se disputó un encuentro de fútbol que iba más allá del resultado. Se enfrentaban el AFC Wimbledon y Milton Keynes Dons. A primera vista un simple partido pero en el terreno de juego había mucho más que dos simples equipos de fútbol. Era una disputa entre dos maneras de ver el deporte.

El pasado 2 de marzo en Inglaterra se disputó un encuentro de fútbol que iba más allá del resultado. Se enfrentaban el AFC Wimbledon y Milton Keynes Dons. A primera vista un simple partido, pero en el terreno de juego había mucho más que dos simples equipos de fútbol. Era una disputa entre dos maneras de ver el deporte. Dos proyectos antagónicos. Un ejemplo más del enfrentamiento entre el fútbol moderno y el fútbol popular

El AFC Wimbledon surgió de las cenizas del mítico “Grazy Gang”. El equipo londinense que en 1988 alzó la FA Cup. Aquel grupo de gamberros que tocó la gloria en Wembley con Vinnie Jones a la cabeza dieron al Wimblendon su único título de su historia.

Años después aquel histórico Wimblendon descendía a segunda división y comenzaba a vivir en las penurias económicas. Fue entonces cunado apareció un rico promotor. Un millonario, llamado Peter Winkelman que vino a salvar al club de la bancarrota. Pero el plan de contingencia tenia una sorpresa. Los nuevos propietarios decidieron el traslado del equipo a un nuevo suburbio a más de sesenta kilómetros de Wimbledon. El lugar elegido era Milton Keynes Dons.

Los aficionados del Wimbledon trataron de impedir aquella mudanza. La decisión unilateral de un magnate les estaba dejando sin su equipo de fútbol. Desgraciadamente no pudieron impedir la marcha pero no se quedaron con los brazos cruzados, crearon un nuevo equipo. Surgió el AFC Wimbledon. Una entidad que emana de la pasión de la gente. Un equipo que surge del amor incondicional que tiene un aficionado con su equipo. Sentimientos que son difíciles de explicar y para muchos difíciles de entender.

El nuevo Wimbledon empezó en las catacumbas del futbol inglés. Amparado únicamente con la pasión de unos aficionados. Unos hinchas rebeldes que se negaron a que el poder del dinero y la chequera les hurtara su pasión.

Fue entonces cuando la nueva escuadra comenzó una escalada hacia la elite. Su referente, los “Grazy Gang”, los futbolistas que le dieron al viejo Wimbledon la FA Cup. Paradójicamente los usurpadores de Milton Keynes Dons se gripaban reiteradamente en sus intentos de asaltar la Premier League. Acumulaban un fracaso tras otros. No conseguían el paso definitivo al primer nivel inglés.

En la presente temporada Wimbledon y Milton Keynes Dons coincidían en la misma categoría. Les tocaba enfrentarse entre ellos. El 2 de marzo los dos clubes se veían frente a frente. Un padre multimillonario contra un hijo díscolo y rebelde. Un fútbol moderno y opulento contra el fútbol de los aficionados. Pasado y presente del mejor de los deportes.

El resultado fue histórico, el AFC Wimbledon venció por un gol a cero. Una revancha, un acto de justicia histórica para muchos aficionados, no solo del Wimbledon sino para todos aquellos hinchas que aman el fútbol y que sienten sus equipos como algo propio.

El partido tuvo todos los condicionantes de un derbi, tensión, pasión y rivalidad. Los jugadores de los dos equipos sabían que no era un simple encuentro de liga, iba mucho mas allá. El resultado fue histórico, el AFC Wimbledon venció por un gol a cero. Una revancha, un acto de justicia histórica para muchos aficionados, no solo del Wimbledon sino para todos aquellos hinchas que aman el fútbol y que sienten sus equipos como algo propio. La lucha del AFC es la esperanza en que se inspiraran muchos futboleros, el AFC Wimbledon marca un camino. Al final, el fútbol no se entiende sin pasión. El dinero, los petrodólares, los cheques no conseguirán jamás aniquilar los sentimientos de un aficionado, eso, en si mismo, es el fútbol.

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