Jude Bellingham es una de las sensaciones del comienzo de Liga en España. A hilo de su buen encaje es curioso recordar que uno de los fichajes más ambiciosos del Real Madrid de finales de los 70, era otro jugador de color británico que no corrió mucha suerte ni en los terrenos de juego ni en la vida

Laurie Cunningham nació en Londres en 1956. Su familia era oriunda de Jamaica y como tantas otras probó fortuna en la Inglaterra post colonial. No era la vieja metrópoli un lugar muy agradable para las minorías raciales. El actor Michael Caine recordaba en sus memorias como algunos de sus vecinos mas snobs miraban con recelo a su esposa, una modelo de origen hindú, sin que ni siquiera les importase su condición de mujer de una estrella del cine. Había cabestros radicales como el diputado conservador Enoch Powel que auguraban “ríos de sangre” si se seguía permitiendo la entrada en el país de inmigrantes de razas distintas. Los futbolistas negros sufrían el lanzamiento de cacahuetes y plátanos en no pocos campos de las Islas.

Cunningham tenía en sus orígenes tanta afición al fútbol como al baile, llegando incluso a actuar en algún club de moda de comienzos de los 70. De hecho, en el campo ostentaba unos movimientos sutiles propios de un danzarín, a los que había que añadir una potente zancada y una forma física excepcional para la época. Comenzó en el modesto Leyton Orient de la segunda división y desde esos humildes orígenes fue poco a poco llamando la atención por su clase. El West Bromwich Albion, un sólido equipo de Primera lanzó sus redes sobre él y con posterioridad fue incorporando a más jugadores de raza negra, en concreto Cyrille Regis y Brendon Batson. Para la temporada 77-78 era ya el primer equipo de las islas con tres titulares negros en sus filas. A título de curiosidad hay que señalar que su entrenador era Ron Atkinson posterior precursor de Alex Ferguson en el United y uno de los muchos técnicos fagocitados por el insaciable Jesús Gil en el Atlético, que entre otros motivos alegó un presunto comportamiento racista del entrenador ,que dicho sea de paso años mas tarde fue despedido como comentarista de televisión por unas desafortunadas frases acerca del francés Desailly. Al trio se le denominó The Three Degrees, a raíz de un famoso grupo de soul con tres cantantes femeninas de esa raza. Cunningham se convirtió pronto en un icono del momento. Fue el segundo jugador de raza negra que debutó con la selección inglesa tras Viv Anderson, aunque solo tuvo seis partidos con los pross, y además ostentaba un gusto por ir a la moda y vestido de forma impecable que se apartaba mucho del perfil de futbolista profesional de la época, en la que no se cuidaba mucho la imagen de los mismos y menos en Gran Bretaña. Incluso superó definitivamente las barreras cuando se le vio acompañada de hermosas mujeres blancas, incluida una modelo, Nikki Brown, que se convirtió en su novia oficial.

Cunningham tenía en sus orígenes tanta afición al fútbol como al baile, llegando incluso a actuar en algún club de moda de comienzos de los 70. De hecho, en el campo ostentaba unos movimientos sutiles propios de un danzarín, a los que había que añadir una potente zancada y una forma física excepcional para la época.

El éxito de los Three Degrees, supuso un avance muy importante en la lucha contra el racismo imperante en los campos de la Liga Inglesa. El West Bromwich Albion se metió en competiciones europeas e incluso se desenvolvió dignamente en las mismas (en la temporada 78-79 eliminó al Valencia de Kempes en la U.E.F.A). Lauire era una estrella muy consolidada y empezó a atraer el interés de clubes importantes del panorama europeo. Entre ellos el Real Madrid. Los blancos buscaban un salto de calidad para poder competir en Europa en condiciones, ya que desde la sexta Copa de Europa en 1966 su estrella se había apagado considerablemente. Unirle a los Juanito, Santillana, Garcia Remon y compañía era algo muy apetecible.

La negociación fue complicada. Los ingleses filtraron a la prensa el interés blanco para encarecer el traspaso y este se concretó por una cantidad muy considerable para la época. Hay discrepancias en cuanto el montante final de la operación ya que algunos la cifran en casi 190 millones de pesetas y otras fuentes lo sitúan en torno a los 135. De cualquier forma era el fichaje mas caro de la historia del Real Madrid y su primer jugador de color desde Didí, a finales de los 50; un superclase brasileño que no acabó de cuajar por resultar un tanto indolente. El Real Madrid de entonces estaba presidido por Luis de Carlos, el delfín de Bernabéu, que había fallecido en 1978. Mantenía en buena parte la filosofía y estilo del viejo patriarca: una organización muy jerarquizada con importante disciplina y cierto proteccionismo con los jugadores.

A Cunninham le costó encajar en ese entorno. Era un jugador negro con una novia blanca, de las islas británicas y cierto glamour un tanto chocante en una España todavía en medio de una transición política incipiente y con mentalidades mas bien arcaicas. En el campo mostraba su clase con frecuencia, pero carecía de regularidad. Las cosas salieron bien desde el punto de vista deportivo en su primer año; el Madrid entrenado por Boskov hizo uno de los pocos dobletes de su historia tras dura pugna con la Real Sociedad en la Liga y en el año de la famosa final de Copa ante el Castilla. En Europa se hizo también una buena campaña, pero un estruendosa derrota en campo del Hamburgo en la vuelta de las semifinales por 5-1 acabó con el sueño de la Copa de campeones. El momento álgido del flamante fichaje fue nada menos que en el Camp Nou; fue en mes de febrero de 1980 en un clásico bastante enrarecido por el cruce de declaraciones entre directivas. El inglés estuvo sublime barriendo a su marcador Zuviría, al que desbordaba una y otra vez participando en los dos goles que dieron la victoria a su equipo obra de García Hernández y Santillana. El estadio azulgrana le ovacionó, algo que solo conseguirían desde entonces en los clásicos, en el feudo blanco, Maradona y Ronaldiho.

El estadio azulgrana le ovacionó, tras una exhibición que llevó a la victoria del Madrid en el feudo culé, algo que solo conseguirían desde entonces en los clásicos, en el Bernabéu, Maradona y Ronaldinho.

Las cosas se torcieron en su segunda temporada; un pisotón del bético Bizcocho le lesionó de gravedad rompiéndole un dedo. Fue operado del mismo en dos ocasiones, la primera por el medico del Real Madrid, López Quiles, y la segunda por un especialista catalán, Vidalot. No fueron bien del todo, a lo que se unieron otros problemas físicos que derivaron en sendas operaciones de rodilla. Acusó al medico del Madrid de errar en su diagnostico y tratamiento con lo que su posición en la entidad se volvió problemática y más teniendo el mejor sueldo de la plantilla, lo que provocaba recelo en sus compañeros. Después de varios meses en blanco llegó a tiempo a la final de la Copa de Europa ante el Liverpool en Paris. Sorprendentemente Boskov apostó por él de inicio, creyendo que su talento sería importante mas allá de su estado físico. Estuvo gris como casi todo el equipo y el Madrid perdió 1-0. Como suele ocurrir en estos casos empezaron los rumores sobre su vida nocturna, sobre todo a raíz de la publicación de unas fotos en las que intentaba bailar en una discoteca con el pie escayolado, lo que le valió una sanción del club. En su tercera temporada siguieron las lesiones y fue desapareciendo de la primera línea. Sus últimas apariciones fueron desastrosas; fue expulsado en campo del Kairserlauten en un humillante 5-0 en copa de la UEFA y aunque tomo parte en la alineación titular que le ganó la Copa del Rey al Sporting de Gijón en Valladolid, la prensa criticó con saña su pobre papel en la final. No ir al mundial 82 supuso un golpe definitivo a su carrera. El Madrid no sabia que hacer con él y terminó cediéndolo al Manchester United, al requerimiento de su viejo mentor Atkinson. Es considerado como uno de los fichajes mas desafortunados de la historia merengue.

Boskov, que siempre confió en él, lo reclamó para el Sporting de Gijón en la temporada 83-84 pero tampoco acabó de cuajar. Su vida personal no ayudaba, se separó de Niki Brown y en Asturias empezó una nueva relación que según algún biógrafo suyo le dio una hija de la que no se haría cargo. Empezó un peregrinar por distintos clubes como el Marsella o el Wimbledon. En todos ellos se repetía la historia: destellos de clase, falta de regularidad y problemas de lesiones. No duraba mas de un año en cada destino. Entre medias en modesto Rayo Vallecano le reclamó en la temporada 86-87 y luego lo repescó en la 88-89 en donde el equipo de la barriada consiguió el ascenso. En Vallecas encajó mejor que en ningún otro lado; era un equipo con ambiciones limitadas, con un entorno mas relajado y que en bastantes aspectos podía compararse con aquel Leyton Orient en donde empezó a despuntar. Se ganó el cariño de la afición pronto que veía con orgullo contar en sus filas con una antigua estrella. Además, en marzo de 1988 tuvo un hijo, Sergio. Todo empezaba a encajar otra vez cuando la tragedia sacudió su vida de forma definitiva. El 15 de julio de 1989, cuando volvía de una fiesta su coche, un Seat Ibiza, se empotró contra una farola en la carretera de La Coruña. Llegó vivo al hospital pero no se pudo hacer nada. Contaba apenas 33 años y fue el inicio de una racha negra para algunos destacados madridistas: el futbolista Juanito y los baloncestistas Fernando Martín y Drazen Petrovic, que también perdieron la vida en la carretera. Fue un pionero sin suerte que abrió no pocos caminos. Su peculiar trayectoria originaria varias biografías entre las que destaca la reciente Diferent Class, del periodista Dermot Kavanagh

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