En la primera mitad del siglo XX hubo un equipo de fútbol en Belfast que fue referente de la comunidad católica de la ciudad. Contamos su historia. Llena de éxitos, fracasos, identidad y violencia. Un reflejo sin duda de la sociedad norirlandesa del siglo XX.  

Este otoño, la Copa de Europa, nos ha dejado un duelo entre dos históricos del fútbol europeo. Atlético de Madrid y Celtic de Glasgow se enfrentaron en dos partidos que dejaron reminiscencia de cuitas pasadas. Los colchoneros empataron a dos en el mítico estadio de Celtic Park. Un campo donde las banderas irlandesas proliferan con cierta asiduidad. Visto desde fuera sorprende que un equipo escoces tenga tanta identificación con la enseña de otro país. Pero cuando profundizas en la cuestión comprendes que la bandera irlandesa es usada como símbolo religioso. Un icono a través del cual los católicos de Glasgow se identifican con sus homólogos irlandeses. Venerando, respetando incluso admirando la lucha de la comunidad católica de Irlanda.

Pocos conocen que, en Belfast, capital de Irlanda del Norte, jugó durante décadas otro Celtic. El Celtic de Belfast era también un referente de la comunidad católica de su país. De hecho, fue el primer equipo católico de fútbol en Irlanda del Norte. Un deporte que a finales del siglo XX no era muy bien visto por la Iglesia. Lo consideraban una actividad invasiva y poco recomendable.

El fútbol encontró en la ciudad norirlandesa el marco ideal para asentarse. Pero como todo lo que sucedía en Belfast, en aquellos años, el desarrollo no sería homogéneo.  Los grupos políticos, religiosos y culturales, que distinguían a protestantes y católicos abrazaron el nuevo deporte de forma diversa. Los protestantes lo hicieron con entusiasmo, los católicos con reticencias.

El futbol aterrizó pronto en Irlanda. Su proximidad a Inglaterra, cuna de este deporte, hizo que su práctica llegara a los pocos años de nacer. El balompié penetró en la isla irlandesa a través del Ulster. En esta región norteña del país la comunidad protestante era mayoritaria y la influencia inglesa cotidiana. El nuevo deporte no tardó en arraigar. El contexto económico y social ayudó. Belfast era un incipiente centro industrial. Una importante masa de trabajadores comenzó a habitar sus calles. El fútbol encontró en la ciudad norirlandesa el marco ideal para asentarse. Pero como todo lo que sucedía en Belfast, en aquellos años, el desarrollo no sería homogéneo.  Los grupos políticos, religiosos y culturales, que distinguían a protestantes y católicos abrazaron el nuevo deporte de forma diversa. Los protestantes lo hicieron con entusiasmo, los católicos con reticencias. Pero el nuevo divertimento era imparable. Los preceptos católicos no pudieron contenerlo.

De hecho, en 1891 en Falls Road 88, al oeste de Belfast, en el corazón católico de la ciudad se crea el Celtic Belfast. En un principio la comunidad católica veía el fútbol únicamente como el pasatiempo de las tropas británicas que estaban apostados en su isla. De primeras, el rechazo fue frontal. El nacionalismo irlandés fomentaba los deportes gaélicos. Mas propios de su tradición autóctona. En definitiva, el Celtic Belfast no lo tenía fácil.

Pero a pesar de las aparentes dificultades el Celtic de Belfast consiguió germinar y arraigar en la comunidad católica. Recibió ayuda de sus colegas escoceses del Celtic de Glasgow. Lo esponsorizaron con una buena dote de libras. Gracias a ellas el nuevo club de Belfast desarrolló su equipo y compró un estadio. Así en pocos años se convirtieron en una entidad deportiva de referencia. La comunidad católica acabo plenamente identificada con el club. El Celtic de Belfast comenzaba a volar.

En aquella época Irlanda vivía en una turbulencia constante. Seguía siendo parte del Reino Unido. Sin embargo, a finales de siglo XIX surgió el movimiento Home Rule que abogaba por más autonomía y por la creación de un parlamento irlandés autónomo. Una cámara que se ocupara de los temas internos de la isla. Mientras que los asuntos imperiales seguirían tratándose en Westminster, Londres. El movimiento Home Rule tenía predicamento principalmente entre los católicos y los nacionalistas irlandeses. Si bien, al otro lado del espectro político se encontraban los unionistas. Protestantes en su mayoría, asentados principalmente en la región del Ulster, en la parte norte del país. Eran leales a la corona británica y se oponían frontalmente a cualquier tipo de autonomía irlandesa.

A pesar de las aparentes dificultades el Celtic de Belfast consiguió germinar y arraigar en la comunidad católica.

En aquel contexto de tensión política, social y religiosa fue dando sus primeros pasos el Celtic de Belfast. En 1897 debutó en la Liga de Irlanda del Norte, una competición que existía desde 1890. El año del debut ganó un solo partido y quedó último en la clasificación. El Celtic se vio afectado por una decisión de las autoridades futbolísticas del momento. Se consideró que su campo de juego no tenía las condiciones para albergar partidos oficiales. Por ello, toda la temporada jugó sus partidos de local en otro Estadio.

Poco a poco el Celtic de Belfast fue consolidándose en la liga norirlandesa. Tres años más tardes, en 1900, conquistó su primer campeonato. El club aprovechó el impulso que le daba ganar su primer título. Mejoró su estructura económica y compró unos terrenos en las inmediaciones del distrito católico de Falls. En dicho lugar construyó un nuevo campo de fútbol. Aquel Estadio se llamó Celtic Park, el mismo nombre que su club hermano de Glasgow.

El inició de siglo no mitigó la tensión en Irlanda. Mas bien todo lo contrario. La polarización social iba en aumento. Los nacionalistas irlandeses ganaban cada vez mas apoyo electoral. Sus reivindicaciones autonomistas aumentaban. Todas estas demandas preocupaban mucho a los unionistas. La ley de autonomía de 1912 encolerizó a la población protestante. Su respuesta fue fundar la Ulster Volunteers. Una milicia cuyo objetivo era bloquear el autogobierno de Irlanda. La violencia sectaria era algo cotidiano en la Irlanda de principios de siglo XX.

El 14 de septiembre 1912, en un contexto social extremadamente polarizado, el Celtic de Belfast se dispuso a jugar un partido de liga. Su rival, otro equipo de Belfast, el Linfield. Un club muy arraigado entre la comunidad protestante de la ciudad. El estadio de Celtic Park se llenó. Mas de dieciséis mil personas abarrotaban sus gradas. El encuentro acabó en tragedia.

En el entretiempo del partido, cuando el marcador indicaba la victoria momentánea del Linfield por un gol a cero, se iniciaron las hostilidades. Los aficionados del Celtic se dirigieron a la zona donde se ubicaba la afición visitante, protestante en su mayoría. La tensión ideológica y religiosa estalló. Las dos aficiones comenzaron una multitudinaria pelea. La policía trató de sofocar los disturbios. Fue imposible. Entre la multitud surgió un pistolero que comenzó a descargar la pólvora de su arma. Numerosos heridos reposaban sobre el césped. La batalla campal no se detuvo. Fuera del estadio continuaron los disturbios entre las dos comunidades. Mas de sesenta personas acabaron en el hospital aquel día. Algunos con heridas de bala. El fútbol era una vez mas el reflejo social del momento.

El 24 de abril de 1916 se produjo una rebelión en Dublín. Aquella algarabía se denominó el Alzamiento de Pascua. Tenía como fin acabar con el dominio británico en Irlanda y proclamar una república independiente. El ejército británico apaciguó la insurrección. A pesar de su fracaso militar, el Alzamiento de Pascua, puede considerarse como el primer hito en la creación de la República de Irlanda. Tres años mas tarde, en 1919 los nacionalistas del Sein Fein obtendrían una nueva mayoría parlamentaria. Tras estos resultados electorales volvieron a declarar la Independencia. Comenzaría así una guerra entre el IRA (Irish Republican Army) y el ejército británico. En 1922, finalmente los británicos reconocerían la independencia de Irlanda. Pero la isla quedaría dividida en dos partes. El Ulster, la región del norte, continuaría bajo dominio británico.

Los dirigentes del club entendieron que en ese contexto no podían seguir jugando la Liga del Ulster. Abandonaron la competición. Un año más tarde, en 1949, el Celtic de Belfast desaparecía definitivamente.

El Celtic de Belfast siguió su andadura. En un Irlanda dividida continuó compitiendo en la liga norirlandesa. Se convirtió en una referente futbolístico de la competición. Entre 1925 y 1940 gano diez títulos de liga. Convirtiéndose en estandarte y orgullo de la comunidad católica de Belfast.

Pero en 1948 las andaduras del Celtic de Belfast en aquella liga llegarían a su fin. Otro encarnizado enfrentamiento contra el Linfield dejó al Celtic al borde de la desaparición. Un gol en el ultimo minuto del equipo unionista provocó el delirio entre sus aficionados. Lo celebraron con una invasión del terreno de juego. La euforia acabó en violencia. La turba de aficionados protestantes apalizó a varios jugadores del Celtic. En el Ulster la violencia sectaria perduraba.

El Celtic, un club identificado plenamente con la comunidad católica, proyectaba mala imagen. Generaba rechazo entre las autoridades de Irlanda del Norte y en la comunidad protestante. De hecho, la federación de fútbol norirlandesa apenas reaccionó al ataque sufrido por los futbolistas del Celtic. Los dirigentes del club entendieron que en ese contexto no podían seguir jugando la Liga del Ulster. Abandonaron la competición. Un año más tarde, en 1949, el Celtic de Belfast desaparecía definitivamente. Un club identitario. Un estandarte que ayudó a la expansión del fútbol en su comunidad pero que fue incapaz de sobrevivir al sectarismo que lo rodeaba.

1 thought on “El Celtic de Belfast

Leave a comment.

Your email address will not be published. Required fields are marked*