En 1967, en plena guerra del Vietnam, un grupo de futbolistas australianos conquistó el primer trofeo de fútbol para su país. Aquella aventura fue sin duda una historia de superación. Una epopeya deportiva que merece ser recordada. 

La Copa de Naciones de Asia de fútbol volvió a dejarnos una extraña participación. Australia, un país de Oceanía fue de nuevo una de las selecciones participantes del torneo. De hecho, en 2015 se proclamó campeón. El motivo de esta anomalía no radica en motivos históricos, geoestratégicos o incompatibilidades políticas con sus vecinos. La decisión obedece a cuestiones puramente competitivas.

A principios del 2000 la Australia futbolística había alcanzado un nivel que desvirtuaba por completo las competiciones en Oceanía. Ejemplo de ello fue un partido disputado el 11 de abril de 2001. Los socceroos, acepción por la que los australianos conocen a su selección de fútbol, vencían a Samoa Americana por treinta y uno goles a cero. La mayor goleada de la historia del fútbol de selecciones. El desnivel era tan evidente que no beneficiaba a nadie. Ni a los australianos ni a sus competidores. Así que en 2005 la Federación de Fútbol Australiana solicitó integrarse en la Confederación Asiática. La petición fue aceptada y en 2006 el fútbol australiano aterrizó en todos los torneos que se disputaban en el continente asiático. Tanto a nivel de selecciones como de equipos profesionales.

Sin duda la decisión ha sido beneficiosa para Australia. El soccer, como se conoce al fútbol en el país, ha sido considerado históricamente como un deporte poco australiano. Ha vivido a la sombra del Rugby, Criquet o Footy, deporte autóctono también conocido como fútbol australiano. Dotarle de competitividad era una necesidad. De lo contrario los australianos difícilmente lo percibirían como un deporte atractivo.

A pesar de un contexto que le daba poca visualización, el fútbol de Australia, dejó una de las historias más emotivas del deporte aussie. Corría el año 1967 y un grupo de futbolistas vivirán una aventura marcada por la guerra, la incertidumbre, el miedo y la victoria.

Eran los años sesenta, Australia, como otros países del mundo vivían las consecuencias de la Guerra del Vietnam. Un conflicto bélico que enfrentó y dividió al país asiático en dos. A un lado el Sur, de tendencia prooccidental, al otro, el Norte, comunista.

Eran los años sesenta, Australia, como otros países del mundo vivían las consecuencias de la Guerra del Vietnam. Un conflicto bélico que enfrentó y dividió al país asiático en dos. A un lado el Sur, de tendencia prooccidental, al otro, el Norte, comunista. Aquella guerra fue uno de los puntos más calientes que provocó la Guerra Fría.

La contienda bélica en Vietnam contó con la participación directa de los Estados Unidos y también de Australia. Ambas naciones ayudaron al Sur con dinero, tropas y armamento. En este ambiente de colaboración intensa impulsada por el gobierno australiano de Harold Holt se enmarcan la intrépida historia de los futbolistas australianos en Saigón.

En noviembre de 1967 las autoridades del Vietnam del Sur organizaron una competición de fútbol llamada Copa Quoc-Khanh. Un torneo que tenía como objetivo mostrar al mundo la aparente normalidad que se vivía en el sur del país. Algo que distaba mucho de la realidad. En la competición participaron las selecciones de fútbol de Hong Kong, Corea del Sur, Malasia, Tailandia, Singapur, Nueva Zelanda y Australia.

Australia fue a aquel campeonato tras años sin competir de forma oficial. La FIFA había sancionado a los oceánicos por utilizar jugadores sin conexión alguna con el país. Habían seleccionado futbolistas que no tenían ni nacionalidad, ni residencia, ni siquiera ancestros australianos.

En una situación de crisis evidente tomó las riendas de los socceroos un entrenador de origen húngaro llamado Joe Vlasits. Un exiliado que llegó a tierras australianas huyendo del Comunismo. Vlasits tenía ante sí una difícil misión. Confeccionar una nueva selección que representara dignamente a Australia. Para conseguir ese objetivo solicitó a su Federación que organizara el mayor número de partidos posibles. Necesitaba ensamblar un equipo competitivo cuanto antes. Por eso la invitación a la Copa Quoc-Khanh fue recibida con bastante agrado por el nuevo entrenador australiano.

Tomó las riendas de los socceroos un entrenador de origen húngaro llamado Joe Vlasits. Un exiliado que llegó a tierras australianas huyendo del Comunismo. Vlasits tenía antes sí una difícil misión. Confeccionar una nueva selección que representara dignamente a Australia.

Vlasits decidió convocar a dieciocho jugadores para su viaje a Vietnam. Esta vez todos tenían conexión demostrable con Australia. Aunque en el planten había futbolistas nacidos en Croacia, Inglaterra, Hungría y Escocia. La andadura del nuevo equipo australiano comenzaba en aquel exótico campeonato en Saigón.

La selección australiana desembarcó en Vietnam con una idea muy diferente de lo que iba a encontrarse. Los futbolistas y su entrenador pronto se dieron cuenta que aquel torneo se iba a desarrollar en un contexto bélico y hostil.

Nada más aterrizar en el Aeropuerto de Saigón fueron recibidos por el agregado militar de Australia en Vietnam. Una bienvenida premonitoria de lo que iban a vivir aquellos jóvenes deportistas. Los futbolistas fueron escoltados por un grupo de soldados a un céntrico hotel de la ciudad. Nada más bajar del autobús vieron con sus propios ojos como el Viet Cong fracasaba en su intento de poner una bomba en el Hall del edificio.

Las autoridades militares australianas aleccionaron de inmediato a los futbolistas. Les dieron indicaciones precisas de que no hablar con norteamericanos, potenciales objetivos del Viet Cong. Tampoco podían distraerse con chicas. Ni acercarse a motocicletas o bicicletas que estuvieran aisladas. Casi todo era susceptible de peligro de muerte. De forma habitual resonaba el sonido de las bombas. Era mas que evidente que Saigón no era la ciudad segura y controlada que predicaban las autoridades del Vietnam del Sur.

Aquellos jóvenes futbolistas habían sido trasladados sin saberlo al epicentro de la mayor trinchera que en ese momento tenía la Guerra Fría. Con la excusa de disputar un evento deportivo aquel inocente grupo formado por estudiantes, ingenieros, maestros incluso algún panadero se había convertido en diana de la guerrilla de Ho Chi Minh.

Los futbolistas vivieron angustiados aquella situación inesperada. Un pasaje vital para el que no se habían preparado. Ellos habían llegado a Vietnam a disputar un torneo de fútbol. A pesar de las evidentes dificultades que tenían consiguieron focalizarse en su objetivo deportivo. Los socceroos entrenaban dentro del cuartel asignado a las tropas australianas en Saigón. Unas instalaciones precarias cuya finalidad no era precisamente la preparación deportiva.

Aquellos jóvenes futbolistas habían sido trasladados sin saberlo al epicentro de la mayor trinchera que en ese momento tenía la Guerra Fría. Con la excusa de disputar un evento deportivo aquel inocente grupo formado por estudiantes, ingenieros, maestros incluso algún panadero se había convertido en diana de la guerrilla de Ho Chi Minh.

La convivencia obligada entre futbolistas y soldados desembocó en una fuerte confraternización entre ellos. Compartían charlas, partidas de billar incluso acudían juntos a misa. De hecho, la presencia de los socceroos elevó la moral de los reclutas. Hombres sometidos a las fuertes tensiones que generaba la guerra.

El equipo de fútbol australiano debutó en el campeonato con victoria. Venció por tres goles a uno a Nueva Zelanda. Días después ganaron a la selección anfitriona por un gol a cero. Un partido disputado en un estadio enfervorizado con más de treinta mil persona animando a su selección. El ultimo partido de la fase de grupos fue puro trámite. Los australianos pasaron por encima de Singapur endosándoles cinco goles.

A pesar de las evidentes dificultades el nuevo equipo australiano empezaba a carburar. Con cierta solvencia e invicto se había plantado en las semifinales del torneo. Su próximo rival seria la selección de Malasia. Aparentemente un equipo asequible. Pero los jugadores malayos pusieron contra las cuerdas a los chicos de Vlasits. Un solitario gol llevó a los australianos a la gran final. Allí les esperaba la favorita, Corea del Sur.

El 14 de noviembre de 1967 en Saigón, Australia ganaría su primera competición de fútbol de su historia. Aquel grupo de deportistas que sin saberlo fueron enviados a una guerra vencieron por tres goles a dos. En las gradas del estadio las tropas australianas animaron y disfrutaron con el éxito de sus amigos futbolistas.

El triunfo en Saigón no tuvo apenas repercusión para aquellos futbolistas. Fue sin duda una victoria efímera. Si bien, aquella experiencia vital, fue el factor fundamental para que Joe Vlasits consiguiera el objetivo que se había propuesto. Crear una selección competitiva.

Tras la final los socceroos volvieron a casa sanos y salvos. Posiblemente la mayor de sus victorias. Cuando aterrizaron en Perth nadie fue a recibirlos. En Australia había germinado un fuerte sentimiento antibelicista.

El triunfo en Saigón no tuvo apenas repercusión para aquellos futbolistas. Fue sin duda una victoria efímera. Si bien, aquella experiencia vital, fue el factor fundamental para que Joe Vlasits consiguiera el objetivo que se había propuesto. Crear una selección competitiva.

En 1974 Australia disputaría su primer Mundial.  La mayoría de los futbolistas que compitieron en la Copa del Mundo de Alemania habían sobrevivido a su particular guerra del Vietnam. Habían alzado la Copa Quoc-Khanh. Un torneo y una experiencia que les marcaria para siempre.

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