El 9 de noviembre de 2019 se cumplen treinta años de la caída del muro de Berlín. Un hecho histórico que desembocó en la Reunificación alemana. Estos cambios políticos y sociales coincidieron con la disputa del Mundial de Italia 90. La victoria teutona en ese campeonato provocó una alegría colectiva que contribuyó a la unión de las dos Alemanias.
El 13 de agosto de 1961 los berlineses se encontraron de la noche a la mañana y durante años separados por un corsé de hormigón. El monstruoso muro levantado en medio de la ciudad causó una intensa herida en los berlineses y en el conjunto de los alemanes.
Al finalizar la segunda guerra mundial los aliados y vencedores de la contienda dividieron Alemania en zonas de ocupación. De estas áreas surgirán dos Repúblicas antagónicas entre sí, la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Berlín quedó repartido entre ingleses, franceses, estadounidenses y soviéticos. Las relaciones internacionales en los años cuarenta y cincuenta fueron generando tensiones entre soviéticos y el resto de aliados. Poco a poco el mundo se ira dividiendo en dos bloques. En el caso de Berlín la fragmentación será especialmente intensa. En 1948 la Unión Soviética bloqueó el sector occidental de la ciudad, la respuesta americana e inglesa no se hizo esperar y durante once meses abastecieron al Berlín occidental a través de un puente aéreo. Con el paso de los años los dirigentes de la RDA, vinculados con el bloque soviético, irán interrumpiendo las comunicaciones con el Oeste. En la década de los cincuenta se empiezan a producir las primeras diásporas de población del este al oeste. Para evitar una pérdida de capital humano y una crisis económica los dirigentes de la Alemania oriental, apoyados por la Unión Soviética, levantan un muro en Berlín que separará físicamente los sectores de la ciudad. Alemania y Berlín quedaban divididos en dos. Surgen dos Estados con sistemas económicos y políticos totalmente diferentes, dos realidades opuestas entre sí.
En el caso del Fútbol se van a organizar y desarrollar dos competiciones. En la Alemania Occidental surge la Bundesliga y en la Alemania del Este la Oberliga. Cada República tendría su propia selección y su propia cultura futbolística.
La división del fútbol alemán quedó plasmada en un partido irrepetible. En 1974, Alemania Occidental organizó el Mundial de fútbol de la FIFA. Los caprichos del destino hicieron que las selecciones de fútbol de Alemania del Este y del Oeste quedaran encuadradas en un mismo grupo. Por tanto, debían enfrentarse entre sí. El 22 de junio de 1974 se producirá una cita histórica, uno de los encuentros más morbosos de todos los tiempos, Alemania Oriental se enfrentaba a Alemania Occidental en Hamburgo. Sorprendentemente la RDA venció ese partido con un mítico gol de Jürgen Sparwasser. Dicho gol fue utilizado como propaganda política, las autoridades del este, revindicaron la superioridad de su sistema político a través de dicha victoria futbolística. Paradójicamente en 1988, el autor del gol Jürgen Sparwasser huyó junto con su esposa a Alemania Occidental. Afortunadamente la deserción de Sparwasser no tuvo los tientes trágicos que la realizada años antes (1979) por otro futbolista de la Alemania del Este, Lutz Eigendorf. “El Beckenbauer del Este” como era conocido Eigendorf falleció en un accidente de coche en 1983, la desclasificación de los documentos de la Stasi (Servicio de Inteligencia de la RDA) mostró que su muerte fue fruto de un sabotaje como venganza por su “traición”.
Alemania Occidental, a pesar de la histórica derrota sufrida a manos de la RDA, acabaría conquistando el Mundial de 1974. Por su parte Alemania del Este, que debutaba en un campeonato del mundo no volvería a disputar un Mundial.
El 9 de noviembre de 1989 un portavoz del gobierno de la RDA anunciaba en una extraña rueda de prensa que los viajes privados al extranjero no necesitaban de autorización administrativa. En pocas horas una multitud se precipitó en los puestos de control. Ante semejante asalto los guardianes fronterizos abrieron las puertas. Esa noche miles de berlineses del este entraron en el Berlín Oeste, donde fueron recibidos con gritos de alegría y lágrimas de felicidad. Esa misma noche jóvenes de ambos lados comenzaron a destruir el muro a martillazos.
El 22 de junio de 1974 se producirá una cita histórica, uno de los encuentros más morbosos de todos los tiempos, Alemania Oriental se enfrentaba a Alemania Occidental en Hamburgo. Sorprendentemente la RDA venció ese partido.
Una semana después de los vibrantes acontecimientos de Berlín, la selección de fútbol de la RDA, liderada por Matthias Sammer (Balón de Oro en 1996) se jugaba su clasificación para el Mundial de Italia 90. El decisivo encuentro se disputó en Viena y el rival era la selección austriaca. El partido no tuvo mucha historia, un “hat-trick” del delantero austriaco Polster dejó a Alemania del Este sin clasificación para el Mundial. Fuera de la copa del mundo, a la que sí iba a acudir la Alemania Occidental, el futuro de la RDA se decidía en lo político. La navidad de 1989 se celebró sin muro que dividiera Berlín. La llegada de 1990 trajo consigo la celebración de elecciones democráticas en la RDA y la clausura de la Stasi para siempre. La deriva democratizadora en la Alemania del Este abría el camino a una imparable reunificación deseada y batallada sin descanso por el Canciller Federal Helmunt Kohl.
En el verano de 1990 el mundo miraba a Alemania en lo político. Aunque siempre había tiempo para ver los partidos del Mundial de Italia 90. Los telediarios compaginaban las noticias de la reunificación alemana con los goles del Mundial. La Copa del Mundo comenzó con una gran sorpresa, Camerún liderada por Roger Milla vencía a la Argentina de Maradona. La primera fase del campeonato dejó momentos imborrables. Los colombianos Higuita y Valderrama bailando cumbia. Michel revindicando su valor con su célebre “me lo merezco”. Toto Schillachi llevando en volandas a la selección anfitriona. Y la armada inglesa capitaneada por dos sublimes jugadores como Gary Lineker y Paul Gascoine.
En el verano de 1990 el mundo miraba a Alemania en lo político. Aunque siempre había tiempo para ver los partidos del Mundial de Italia 90.
Alemania llegaba al mundial con cierto triunfalismo, no tanto por su nivel de juego, sino por la excitante atmósfera que imbuía al país. El equipo dirigido por Beckenbauer se estaba convirtiendo en la selección a la que apoyaban los alemanes del Oeste y también los alemanes del Este. El conjunto teutón realizó una discreta primera fase, ganó con solvencia a Yugoslavia y Emiratos Árabes, sin embargo, no logró pasar del empate con Colombia. En octavos de final venció a Holanda, en un partido recordado por el escupitajo de Rijkaard a Rudi Völler.
El 1 de julio de 1990, el mismo día que Alemania ganaba a Checoslovaquia en los cuartos de final del mundial, el marco se convirtió en la moneda oficial de la RDA. Ambos acontecimientos se celebraron por todo lo alto. Sin embargo, la llegada del marco a la Alemania del Este no tuvo las consecuencias económicas esperadas, el paro se disparó y se produjo el desmantelamiento industrial.
Con la selección alemana en semifinales, nada parecía frenar a los alemanes. Una magnifica selección inglesa no pudo evitar que Alemania llegara a la final. El 8 de julio de 1990, en el Estadio Olímpico de Roma, Alemania tumbaba a Argentina y se proclamaba campeona del Mundo. Todos los distritos de Berlín, ya sin pasos fronterizos ni muros que los dividieran, celebraron el título a la luz de los fuegos artificiales. La selección alemana había ganado el Mundial como antesala de la reunificación del país. La euforia ya estaba instalada antes de la unificación definitiva. Semanas después el 31 de agosto de 1990, el Canciller Kohl y el Consejo de Ministros de la RDA firmaron el “Acuerdo para la reunificación de Alemania”. Alemania ya era solo una y además era campeona de Mundo. Casi tres décadas después de estos acontecimientos, Alemania sigue siendo una potencia futbolística, política y económica. Sin embargo, la reunificación dio paso a un desarrollo desigual. El muro de hormigón se ha convertido en un muro psicológico.
La selección alemana había ganado el Mundial como antesala de la reunificación del país. La euforia ya estaba instalada antes de la unificación definitiva.
Los acontecimientos vividos entre el 9 de noviembre de 1989 y el 31 de agosto de 1990 en Alemania pusieron fin a una época oscura. No en vano, el muro de Berlín emerge de la guerra y del totalitarismo. El fútbol como factor integrador ayudó potenciando la autoestima del pueblo alemán. La conquista del Mundial supuso una alegría colectiva sin precedentes, la primera sin fronteras entre alemanes. Posiblemente la Copa del Mundo ganada en Roma fuera el adiós definitivo al muro de Berlín. ¡Arrivederci!