Con el tiempo se han ido perdiendo comportamientos deportivos dentro de los terrenos de juego. Rescatamos una figura clásica como la de Telmo “Zarra” para explicar nuestro punto de vista.

No lo podrían entender. No, no se trata de una secuela de aquella campaña del Atlético de Madrid para captar socios. Sólo se trata de explicar cómo sería la reacción de algunos jugadores ya clásicos sobre ciertos comportamientos que los jugadores modernos tienen hoy en día sobre el terreno de juego.

Sin ir más lejos, hay una situación que se da en el cien por cien de los partidos cuyo comportamiento traería de cabeza a los más nobles jugadores de antaño. Pongámonos en situación. Imaginemos una jugada en la que tras un choque fortuito, o no tan fortuito, un jugador queda en franca ventaja para poder hacer gol mientras el otro protagonista de la acción yace en el suelo dolorido, con posibilidad de haber caído lesionado y sin opción alguna de continuar la jugada. ¿Qué debería hacer el jugador que sale con ventaja? La respuesta varía según la generación del jugador al que le preguntemos.

Quizá su mente le dijese otra cosa, pero con la excusa universal de que “ya hemos avisado antes del partido de que si el árbitro no para el juego , yo tampoco” parece que todo queda justificado

Seguramente un jugador de hoy en día diría que continuaría la jugada. Quizá su mente le dijese otra cosa, pero con la excusa universal de que “ya hemos avisado antes del partido de que si el árbitro no para el juego , yo tampoco” parece que todo queda justificado y ciertos comportamientos deportivos del fútbol clásico han pasado a mejor vida. Con una complicidad por parte de los jugadores parapetándose tras las órdenes de su entrenador, no se dan cuenta de que con esa pasividad, además de dar un mal ejemplo de simple civismo, pierden quizá oportunidades de pasar a la historia. Tal vez mucha gente no lo recuerda, pero el gran Telmo Zarra, además de por sus goles, llegó al nivel de jugador leyenda gracias a su comportamiento caballeroso y deportivo dentro del terreno de juego.

Telmo Zarra marcando su famoso gol contra Inglaterra con la Selección. Imagen . El Pais

Cuando se habla de Zarra a un aficionado al fútbol, sobre todo si es fan del Atheltic y más aún si luce alguna cana, le saltaría como un resorte a la cabeza una mítica delantera formada por Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Aquella delantera que se recitaba de carrerilla fue la causante de grandes dosis de ilusión en la afición Bilbaína y de la selección española de la década de los cuarenta y primeros cincuenta. Quizá aquella ilusión no se vio recompensada con todos los títulos que merecían y la realidad es que tan sólo llegaron a disputar cincuenta y cinco partidos juntos  con la rojiblanca, aunque esta circunstancia no evitó convertir en temido a un gran equipo. Pero además, no solo se limitó a meter goles. También firmó algunas de las páginas inolvidables, con su estrella Zarra como protagonista indiscutible, que quedarán escritas en los libros de oro de la deportividad y que convendría encargarse de que se transmitieran en las escuelas de fútbol además de explicar en qué consiste el 4-4-2 o las nuevas funciones de un lateral moderno.

Telmo Zarra, según sus palabras, en un lance divido prefería hacerse daño él antes que lesionar a un compañero.

Zarra aportó a sus vitrinas y en definitiva a las del Athletic, una importante lista de títulos en forma de trofeos “Pichichi”, campeonatos de Copa hasta en cinco ocasiones e incluso un campeonato de liga, la del año 43. Pero requieren especial mención otros dos títulos, más bien condecoraciones, que el gran Telmo Zarra  consiguió gracias a su mencionada caballerosidad dentro del rectángulo de juego. La primera es la Insignia de Oro y Brillantes del Club Deportivo Málaga, que ganó merecidamente, tras chocar con el defensa malaguista José Arnau y quedarse sólo frente al portero, decidió parar el juego para que el compañero, él los consideraba compañeros más que rivales, pudiera ser atendido. Y la segunda fue por un gesto similar, en este caso frente al Deportivo de la Coruña, gracias al cual en lugar de con una insignia de oro y brillantes fue “condecorado” con el Botafumerio de Plata. Ambos trofeos puede ser que no tengan el prestigio internacional o la trascendencia que darían otros más ligados a la consecución de títulos deportivos, pero al bueno de Telmo Zarra, que según sus palabras, en un lance divido prefería hacerse daño él antes que lesionar a un compañero, probablemente eran de los títulos de los que más orgulloso se sintiera.

Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza forman  alineacióncon el Athletic. Imagen: El Norte de Castilla

La reflexión obligada es sobre qué pensaría hoy un aficionado si alguien de su equipo tuviera este tipo de comportamiento, porque la del entrenador la conocemos todos. Bien es cierto que los tiempos no siempre cambian a peor y que las entradas de hoy en día ya no son como las de antes. Ya no vemos entradas tan a menudo como las famosas de Ovejero, Migueli o Goyo Benito que se llevaban por delante piernas y carreras deportivas. Pero sin perder el foco de que el futbol es un espectáculo y que es un escaparate para mucha gente de edades muy variadas, parece evidente pensar que quizá más gestos de deportividad serían muy bienvenidos. Si hasta el propio “bad boy” del futbol Paolo di Canio, conocido además de por sus goles por sus conductas discutibles que incluían respuestas violentas o saludos “romanos” al más puro estilo legionario de Julio Cesar, en un partido que jugaba en las filas del West Ham contra el Everton prefirió agarrar el balón con las manos estando solo frente a la portería para que el portero rival Paul Gerrard fuera atendido tras haber quedado lesionado en un lance anterior y encontrarse en el suelo sin posibilidad de defender aquel ataque del West Ham.

Digamos que los jugadores hoy en día tienen dos modelos diametralmente opuestos en los que fijarse; el modelo Zarra o el modelo de Di Canio. No seremos nosotros los que digamos en cuál deben fijarse, pero eso sí, no deben olvidar que ambos preferían parar el juego cuando veían a un compañero tendido en el césped para que fuera auxiliado.  Nosotros, desde luego, lo aplaudimos.

2 thoughts on “Zarra no lo podría entender

  1. Ya no existe el romanticismo en el fútbol. Sólo el negocio y las casas de apuestas detrás.
    Gran artículo!. Enhorabuena!

    1. Queremos pensar que mientras haya algún aficionado “romántico” el fútbol seguirá dando alegrías. No hay que perder la esperanza y luchar para que no se apague “la llama” 😉 Contamos contigo!

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