A fecha de hoy el Deportivo de la Coruña parece destinado a vagar por las divisiones inferiores del fútbol español en una mala racha que parece no tener fin. Algo duro de llevar para el que a finales del siglo pasado y comienzos del presente era la gran alternativa a los grandes. Pero en su historia estas situaciones no son inéditas ni mucho menos

 El Deportivo vivía un estado un tanto alicaído en los años 80. Desde la temporada 72-73, la última hasta entonces en Primera división, su caída había sido notable, muy parecida a la actual. Tras el descenso la cuesta abajo había sido imparable y en 1980 se descendió a la 2º B. En la década inminente, pese a recuperar de forma rápida la categoría de plata, las cosas no fueron mucho mejor, y las decepciones se  sucedieron a lo largo de la misma

Ninguna resultó tan traumática como la acontecida en el ejercicio 82-83. Con Arsenio Iglesias en el banquillo el equipo dependía de si mismo en el desenlace final para ascender; le valía con un mero empate en Riazor ante el Rayo Vallecano para confirmar su regreso al primer nivel. Arsenio había sido el último entrenador que había conseguido ese logro. Luego continuó una trayectoria mas que notoria en Primera división en equipos como el Hércules o Burgos, además de lograr otro ascenso esta vez con el Zaragoza. Ya era conocido como “El brujo de Arteixo” por su gran capacidad para sacar rendimiento a plantillas de talento en teoría limitado. El técnico volvió a sacar petróleo de un plantel de jugadores con poco renombre y llegó a la última jornada con todo a su favor para el ascenso. Ante el estupor y la indignación del público coruñés el equipo madrileño, convenientemente primado por el Cádiz, el otro implicado en la lucha por subir, ganó por 1-2. Fue un precedente traumático de lo que ocurriría una década después en otro nivel completamente distinto.

La derrota tuvo efectos devastadores en el Deportivo, que se acrecentaron cuando años mas tarde en la 86-87 otro ascenso se frustró de forma no menos cruel. En las 34 jornadas “ordinarias” el equipo gallego obtuvo plaza entre los tres primeros. Pero fue la llamada “Liga del Play-Off” un formato que fracasó estrepitosamente que supuso que los equipos disputarían una liguilla de otros diez partidos para delimitar la clasificación final del año. Los coruñeses tiraron por la borda su buena labor de todo el año y encima a manos del rival local, el Celta de Vigo. Tras esa nueva decepción la entidad entró en barrena en la siguiente temporada, en la que desde las primeras jornadas se encontraba mas cerca del descenso a 2º B que de ascender a Primera. Caen sucesivamente en el banquillo Eusebio Rios y Luis Rodriguez Vaz, sin que la nave se enderece. El presidente García Yánez, se lanza a por el último cartucho que se prevé como posible para evitar el desastre; convencer a Arsenio de que vuelva. El de Arteixo esta entrenando al Compostela de Tercera División, mas como pasatiempo que por estímulo, y no puede decir que no al requerimiento de salvar a su equipo de toda la vida. Con todo el presidente José María Caneda, consigue que el Deportivo le pague un pequeño traspaso por el veterano entrenador.

Arsenio va solventado a trancas y barrancas la caótica situación mejorando sobre todo los resultados en casa, pero con todo en la última jornada el drama planea sobre Riazor. El Deportivo recibe al Racing de Santander, que no se juega nada. Solo le vale la victoria y necesita además que el Bilbao Athletic pierda en el campo del Jerez. El filial vasco es derrotado con claridad en tierras andaluzas (2-0), pero el que parece que vuelve a fallar el propio Deportivo. En un partido angustioso se ve incapaz de superar la defensa cántabra, pese a disponer de buenas y variadas ocasiones. Con el público resignado a su suerte en el minuto 92 se bota el enésimo córner a favor del equipo local. El balón sale despejado a la frontal del área donde es recogido por un jugador azul que dispara a la desesperada, la suerte hace que le llegue al delantero Vicente Celeiro que consigue acomodar la pelota y disparar batiendo al meta racinguista Alba. El destino en esta ocasión ha sido benévolo. Desde entonces ese gol se denomina “el milagro de San Vicente” y cambiará la historia del club gallego

Un gol «in extremis» del delantero Vicente Celeiro salvó al Coruña del pozo de la Segunda «B» en 1988, y cambiaría de forma decisiva la historia del club gallego. Ese mismo verano Augusto Cesar Lendoiro tomaba el mando de la nave blanquiazul

En paralelo ha habido movimientos en los despachos. En La Coruña hay un concejal del Partido Popular que ha llevado al equipo local de Hockey sobre patines, el Liceo, a lo más alto a nivel nacional e europeo. Se llama Augusto Cesar Lendoiro y casi todos consideran que tiene el perfil idóneo para reflotar al equipo de fútbol; por ende le convencen para presentarse a Presidente tras la salida de Yáñez. No tiene ningún rival para tal fin y toma el mando en junio de 1988. La situación es pésima con un equipo a la deriva y una deuda que alcanza los 500 millones de pesetas, una fortuna para la época. Pero el nuevo dirigente es ambicioso y tiene las ideas claras. Diseña un proyecto deportivo coherente en el que los resultados son más discretos al comienzo dada la situación heredada, pero deben de ir mejorando con los años. Confirma a Arsenio de entrenador y éste descubre en la cantera un proyecto de estrella a medio plazo; su nombre el Fran y en breve será el emblema del equipo. Al mismo tiempo se mejoran los fichajes, con especial atención a los buenos futbolistas que son descartados por equipos importantes. En el trasfondo de su gestión siempre estuvo el trasfondo de su deseo nada oculto de lograr la alcaldía de su ciudad, algo en que encontró un rival imbatible: el socialista Paco Vázquez.

El plan de se ejecuta a la perfección, la 88-89 es una temporada tranquila y sin apuros, en la 89-90 se llega a jugar la promoción que pierde ante el Tenerife y la 90-91 es la señalada por Lendoiro para ascender a Primera y realiza inversiones en fichajes para tal fin. Tras una temporada de altos y bajos se llega, una vez mas, a la última jornada con el ascenso en la mano, en un duelo directo contra el Murcia, que es una auténtica final. A comienzo del partido una grada se quema y este se suspende; los malos presagios vuelven a aparecer pero esta vez vuelve a salir cara, victoria por 2-0. El proyecto de Lendoiro parece haber logrado su techo con la vuelta a la división de honor casi veinte años después. Un Arsenio agotado por la presión de subir declara que esta temporada ha resultado la última al frente de cualquier banquillo, ya que no quiere volver a pasar por ese calvario; de hecho ha estado a punto de dimitir en un par de ocasiones, pero la directiva ha frenado sus impulsos. El destino tenía planes muy distintos para el veterano técnico.

El nuevo dirigente es ambicioso y tiene las ideas claras. Diseña un proyecto deportivo coherente en el que los resultados son más discretos al comienzo dada la situación heredada, pero deben de ir mejorando con los años. Sus previsiones incluso se desbordan

Pero la previsiones incluso más optimistas de Lendoiro se desbordan; el dirigente tiene buenos contactos en el mercado sudamericano, en concreto el brasileño. Sabe que hay dos futbolistas de enorme potencial que quieren dar el salto al fútbol europeo, y son el centrocampista Mauro Silva, un prodigio de potencia no exento de buena técnica, que ocupa todo el mediocampo, y el delantero Bebeto, una máquina goleadora. Lendoiro se planta el mismo en tierras brasileñas y convence a Mauro Silva en los propios vestuarios del Vasco de Gama donde juega, en los que está siendo atendido por una lesión. Mas complejo es contratar a Bebeto; tiene una oferta importante de un club alemán que empieza a despuntar, el Borussia de Dortmund; pero por presiones de su mujer rechaza al final trasladarse a Alemania en donde el clima es mucho mas duro sobre todo en invierno. Un año antes, un ojeador coruñés, ha descubierto casi por casualidad a un libero serbio de una calidad extraordinaria en la salida del balón; su nombre es Dujick. Con esas contrataciones de tanto nivel el dirigente sueña con llegar a jugar competiciones europeas, pero antes ha de consolidarse en Primera, cosa que en su debut en la categoría es bastante costosa; a mediados de año se ve obligado a sustituir al entrenador contratado Boronat, y rescatar de nuevo a Arsenio para lograr un objetivo esencial para los ambiciosos planes del dirigente. En caso de descender a segunda ninguno de los dos brasileños hubiese venido y todo se hubiese hundido. Arsenio lo vuelve a hacer: en otra temporada angustiosa salva la categoría en una agónica promoción ante el Betis, al que gana por la mínima en Riazor y saca un empate en el Benito Villamarín. La siguiente temporada el Deportivo explota; a los fantásticos jugadores extranjeros les va sumando descartes de los grandes como el madridista Aldana, el valencianista Nando o el barcelonista Lopez Rekarte. Bajo la magistral batuta de Arsenio el equipo es el simbólico campeón de invierno y termina la temporada en tercera posición.

 

Es el preludio a una década inolvidable donde un modesto sin tradición ganadora se codeará con los grandes de España y hasta de Europa, vivirá la más amarga de las derrotas en lo alto (Liga del 94), se repondrá con el titulo de 2000, hará saltar los pronósticos en la final de Copa de 2002 en el mismísimo Bernabéu ante un Madrid que cumplía cien años, tendrá las más mágica de las noches europeas ante el entonces poderoso Milán en 2004 (un 4-0 para la historia) y seguirá contratando estrellas mundiales del calibre de Rivaldo, Djalmiha o Mackay. Lamentablemente esos años gloriosos tuvieron un coste paralelo que se ha revelado como demasiado alto; los excesos poco realistas en el gasto de las lustrosas plantillas para competir en lo más alto terminaron llevando al club a una quiebra económica que unida a los desastres deportivos han sumido a la entidad en una noche oscura de la que intenta todavía salir, sin excesivo acierto por ahora.

 

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