
El pasado domingo se disputó la final del playoff de ascenso a 2ªRFEF. Se enfrentaron dos equipo de barrio. El Rayo Vallecano B y el C.D. Varea. Fue una manera de reivindicar al fútbol más humilde, al fútbol de barrio.
El tango probablemente sea el género musical que más canciones le ha dedicado a “el barrio”. Será porque allí están sus raíces. Hace más de cien años una mezcla perfecta de estilos se dio en los arrabales de Buenos Aires. Es curioso, nacía más o menos al mismo tiempo que el fútbol lo hacía en Inglaterra.
…más que un partido, fue un tango.
El tango le canta al amor, a la pena, al orgullo… al barrio. Por eso, el pasado domingo, lo que se vivió en la ciudad deportiva del Rayo Vallecano durante la vuelta del playoff de ascenso a 2ª RFEF, más que un partido de fútbol, fue un tango. Enfrentó al filial del Rayo Vallecano contra el C.D. Varea.
Hubo amor, mucho amor. El de cientos de aficionados que llenaron las gradas vallecanas. Amor a unos colores. Algunos incluso no dudaron en hacerse al amanecer casi cuatrocientos kilómetros en autobús para intentar acompañar a los suyos en un día histórico. Hubo bombos, bengalas y fiesta. Calor, olor a césped, nervios y, como siempre en el fútbol, pena para unos y alegría para otros.
Pero, sobre todo, lo que se percibía era mucho orgullo. Es difícil ascender de categoría en competiciones regionales. Al igual que es difícil subsistir a la sombra de equipos de tu misma ciudad con más recursos y presupuesto. Ser un equipo filial en Madrid significa tener que combatir frente a la voracidad de las canteras de Real Madrid y Atlético, que fagocitan todo el talento cercano e incluso el más lejano. Es algo heroico. Al igual que el hecho de aspirar a llegar a categoría nacional cuando tu vecino de ciudad tiene la solera de llamarse Logroñés. Pero así es la gente de barrio. Imposible de someter. Como cada miembro de la pareja que baila el tango.
Pero así es la gente de barrio. Imposible de someter. Como cada miembro de la pareja que baila el tango.
Vallecas y Varea comparten mucho más que el destino futbolístico que les hizo cruzarse en el playoff final. Los dos son barrios con pedigrí de villa. Refugio histórico de profesiones humildes y sacrificadas, como es la agricultura o el cuidado del ganado y de forasteros que vienen a la gran ciudad con la idea de prosperar. Hoy, la gentrificación les ha convertido también en el lugar en el que los jóvenes encuentran un sitio donde asentarse y empezar a hacer realidad la vida a la que todos aspiran. Son fábricas de sueños. Unos bonitos, otros no tantos. Pero sueños al fin y al cabo.
Este año el Rayo (primer equipo y filial) y el Varea han permitido soñar despiertos. Es la forma más difícil de hacerlo, pero a la vez la más intensa. Ojalá todos sepan disfrutarlo y valorarlo, porque como decía Gardel en uno de sus tangos: Lindo soñar que es verdad, ¡Mas despertar doloroso!
Por cierto, al final subió el Rayo B, pero eso es lo de menos. #OrgullodeBarrio.