Se han cumplido quince años del fallecimiento de Juan Carlos Arteche, uno de los defensas más destacados de la historia del Atlético de Madrid. Tras de sí dejó una huella imborrable por su coraje y entrega y sufrió una salida infame que aún a fecha de hoy indigna a los aficionados que le conocieron y admiraron

 El 10 de octubre de 1988 Juan Carlos Arteche fue a entrenar al Estadio Vicente Calderón. En la puerta de entrada un empleado del club le impidió el acceso y le notificó la carta de despido. Era el colofón a una historia escabrosa que se había iniciado varios meses antes cuando el central rojiblanco, capitán de la plantilla, empezó a chocar con el nuevo mandatario, Jesús Gil y Gil, por la forma de este último de tratar a los profesionales cuando los resultados no eran los esperados.

Unos días antes Arteche había acudido al popular programa “Supergarcía”, a ser entrevistado por el locutor Gaspar Rosety. El Atlético de Madrid del llamado “segundo proyecto de Gil” había comenzado de forma desastrosa la temporada: tres derrotas seguidas en Liga y eliminado de la Copa de la UEFA por el modesto Groninhem holandés. Una ruina. Arteche fue sincero en esa entrevista y aunque no dijo cosas muy fuertes, si reflexionó sobre si las expectativas creadas en torno al equipo no eran muy realistas. Además habló bien del eterno medico del club, Enrique Ibáñez, que acababa de ser despedido de mala manera por Gil. El dictatorial presidente no estaba dispuesto a tener elementos críticos en la plantilla; ya había querido echarle al final de la temporada pasada por enfrentarse al mismo, aunque al final fue readmitido en verano. Pero la tregua no duró mucho. El santanderino era de ideas firmes y con el bagaje de muchos años de experiencia en el fútbol sabía del rumbo disparatado en que había entrado el Atlético con Gil, cambiando de entrenador cada dos meses y fichando jugadores sin ton ni son. Pero su sinceridad no fue admitida.

En una entrevista radiofónica Juan Carlos Arteche fue sincero respecto al equivocado rumbo que estaba tomando el Atletico de Madrid bajo la dirigencia de Jesus Gil. Su franqueza y honestidad le costaron un despido injusto, revertido con posterioridad por los tribunales de justicia.

Juan Carlos Arteche Gómez nació en Maliaño, Cantabria en 1957. Precoz deportista desde su juventud, se decidió por el fútbol tras desechar el baloncesto y empezó a destacar en el Racing de Santander desde muy joven, debutando en primera división con diecinueve años. Era un central tosco y expeditivo, muy propio del fútbol de su época en el que todavía se llevaban los marcajes al hombre y los defensas no destacaban por su calidad técnica. En 1977 el Atlético de Madrid se fijó en él. Los rojiblancos contaban con el brasileño Luiz Pereira, un libero de gran clase y vieron en el cántabro un proyecto de jugador contundente como complemento del defensa carioca. En sus comienzos fue muy cuestionado por publico y cronistas; se le veían demasiadas carencias técnicas para un equipo de élite, pero el joven y entusiasta jugador fue puliéndose de forma progresiva y en la temporada 80-81, con García Traid de entrenador, se consagró como titular indiscutible.

Entrada la nueva década era uno de los puntuales de un equipo que, en medio de grandes dificultades económicas, luchaba por seguir en los primeros puestos del campeonato, tirando de jugadores de cantera y fichajes baratos. Pasó definitivamente al santoral rojiblanco cuando en noviembre del 83, en un partido contra el Betis en el Calderón, hizo dos goles en la recta final del encuentro de sendos remates de cabeza, que permitieron la remontada y el triunfo por 4-3; en el segundo de los mismos se rompió el ligamento en la caída. Vicente Calderón le impuso la insignia de oro y brillantes del club. Luchador infatigable, fue tachado como uno de los jugadores más duros de la Liga, aunque la mayor parte de los defensas de la época, podían competir con él en ese aspecto. Al madridista Maceda, por ejemplo, le desvió parte del tabique nasal con un codazo en un derby. Según otras crónicas, los contrarios tenían terror en los córners por la fiereza en la que se incorporaba al ataque (fue un notable cabeceador con varios goles importantes) o cómo defendía los mismos.

Paso de ser un jugador cuestionado a convertirse en un emblema por su coraje y derroche en cada encuentro. En uno contra el Betis en el Calderón, su arranque de furia permitió dar la vuelta al resultado final a costa de romperse el ligamento. Vicente Calderón le otorgó la insignia de oro y brillantes.

Cuando ya alcanzaba casi la treintena, fue seleccionado por Miguel Muñoz, precisamente para sustituir al lesionado Maceda y se hubiera consolidado en la selección de entonces de no ser por otra inoportuna lesión. Cuando Jesús Gil ganó las elecciones en 1987, le tomó como una referencia de lo que él esperaba de su Atlético en los próximos años, ya como capitán de la plantilla tras la salida de Miguel Ángel Ruiz. No era infrecuente ver al nuevo y lenguaraz mandatario fotografiado alado de Arteche, ídolo indiscutible de la parroquia colchonera.

Pero el puesto de capitán le causó mas desdichas que alegrías. No tardó mucho Gil en empezar a perder los nervios cuando los resultados no acompañaban y declaró que algunos jugadores eran poco profesionales y salían demasiado por la noche. Arteche le respondió en defensa de sus compañeros como capitán y en vísperas de un partido en San Sebastián, Gil le dio el primer toque de advertencia: si volvía a responderle en público tendría problemas. Una serie de buenos resultados, en especial un inolvidable 0-4 en campo del Real Madrid con gran partido de Arteche en la defensa, calmaron las aguas. Pero la paz se tornó efímera: las derrotas al comienzo de la segunda vuelta apartaron al Atlético de la lucha por el título y Gil empezó a cortar cabezas; cesó al entrenador Menotti y puso a Armando Ufarte al frente del equipo. Pero con respecto al nuevo técnico se tenían otros planes: el presidente quiso que obedeciera las órdenes del entrenador contratado para el curso siguiente, Maguregui, a lo que Ufarte se negó. La consecuencia de ello fue el cese de este último.

Arteche comandó a la plantilla en la redacción de una nota en la que esta última mostraba su rechazo por los acontecimientos relatados y defendía la dignidad de los profesionales del primer equipo. Gil le puso la cruz de forma definitiva y decidió su despido a final de temporada. Al final se llegó a un acuerdo para la continuidad del santanderino, pero resultó un fatal error. El desastre de inicio de la temporada siguiente llevó al prematuro cese de Maguregui y a un enturbiamiento del ambiente. Arteche era reclamado por muchos medios de comunicación como voz autorizada para analizar la complicada situación. Su sinceridad y franqueza no fue admitida por el lanzado mandatario rojiblanco. La forma en que fue tratado un jugador que siempre fue un ejemplo de coraje y entrega es uno de los episodios mas infames de la historia rojiblanca.

Arteche emprendió una batalla legal, de la mano del letrado Perez Espinosa, en la que ganó por goleada en los tribunales. Las distintas sentencias de los juzgados de lo social le reconocieron el haber sufrido un despido improcedente y el derecho a ser indemnizado con casi setenta millones de pesetas. No volvería a jugar como jugador profesional y pasó a dedicarse a sus negocios particulares. También ejerció como comentarista deportivo y siempre fue una voz autorizada del entorno rojiblanco, convirtiéndose en una de las escasas voces criticas contra la gestión de Gil al frente del Atlético. También participó en proyectos sociales en los que fomentaba el deporte como medio de escapar de la lacra de las drogas. En 2009 anunció por sorpresa que padecía de cáncer pero se mostró en todo momento animado y convencido de poder ganar la batalla. Desafortunadamente, no pudo con el mal que se había insertado en el mismo y apenas un año después, con solo 53 años, fallecía en la Fundación Jiménez Díaz. El Atlético y sus aficionados siempre le recordarán como lo que fue: una representación casi perfecta del coraje y corazón rojiblanco.

1 thought on “RETAZOS VINTAGE (XI): ARTECHE, EL IDOLO INJUSTAMENTE TRATADO

  1. Merecido y sentido homenaje a uno de nuestros grandes, que agradezco a su autor. Eterno Arteche, luchador infatigable e inolvidable en el fútbol y en la vida.

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