En estos momento la ciudad de Manchester alberga al club mas poderoso y exitoso del mundo: el City de Pep Guardiola. Cuesta creer a fecha de hoy que su rival local le tuvo sojuzgado, a él y casi todo el fútbol ingles durante dos décadas. El hombre que hizo posible ese dominio es una leyenda viviente de los banquillos: Sir Alex Ferguson
Alexander Chapman Ferguson nació en 1941 en pequeño pueblo de Govan de Glasgow (Escocia) y sus raíces escocesas le acompañarían toda su vida a modo y semejanza de otros dos ilustres del fútbol británico con el mismo origen, Matt Busby y Bill Shankly . Su duro carácter fue forjándose por sus orígenes humildes y el haber sido un jovencísimo líder sindical de los astilleros de Clyde. Se convirtió en un delantero con buen olfato de gol, lo que le permitió fichar por unos de los equipos poderosos del norte de Gran Bretaña, el Glasgow Rangers; pero su carrera como jugador quedó marcada por un error en el marcaje a la figura del equipo rival, el odiado y católico Celtic, en la final de la Copa de 1969. El entrenador no le perdonó ese desliz a su jugador y lo marginó lo cual supuso el principio del fin de una prometedora carrera que nunca acabó de cuajar del todo.
Sus raíces escocesas le acompañarían toda su vida a modo y semejanza de otros dos ilustres del fútbol británico con el mismo origen, Matt Busby y Bill Shankly . Su duro carácter fue forjándose por sus orígenes humildes y el haber sido un jovencísimo líder sindical de los astilleros de Clyde.
Empezó como entrenador de equipos muy modestos como Saint Mirren, de la segunda división escocesa, en donde tuvo sus primeros éxitos en forma de ascensos a la división de honor, aunque su fuerte carácter provocó un enfrentamiento con la dirigencia y fue despedido en 1978. Entonces el destino le reparó el club donde empezaría a forjar su leyenda, algo que se olvidaría con el tiempo debido a sus descomunales éxitos con el United, pero que tuvo una trascendencia esencial en su carrera. El Aberdeen era un club importante de Escocia pero a la sombra de los dos colosos de Glasgow, que se habían repartido los últimos quince títulos de Liga. De hecho el Aberdeen no la ganaba desde 1955. Tras dos años iniciales correctos aunque no exitosos, en la temporada 80-81 el Aberdeen cruzaba el Rubicon y se hacía con la Liga, a la que añadió la Copa de 1982. Ese éxito le llevo a jugar la extinta Recopa de Europa (que jugaban los campeones de Copa). Pereció que su trayectoria iba a acabar pronto ya que se cruzaron con nada menos que el Bayern Munich, pero los escoceses pasaron la ronda. No se quedó ahí la hazaña; se plantaron en la final ante el Real Madrid, no caracterizado precisamente por ser poco fiable en finales europeas, y aun así se impusieron 2-1 tras prorroga ante los Santillana, Juanito o Stilike. Reafirmó su poderío con dos nuevos campeonatos de Liga escoceses y ya entonces equipos de la Primera División Inglesa llamaron a su puerta, entre ellos el Tottenham o el Arsenal.
Pero su gran oportunidad estaba por llegar; y esta llegó tras el verano de 1986 tras una breve y no muy gratificante experiencia en la selección escocesa. El Manchester United despedía a Ron Atkinson y le ofrecía el puesto de entrenador a Ferguson. No era un reto en modo alguno sencillo. El United era quizá el club mas carismático de las islas pero más por factores emocionales que por éxitos deportivos; dos hechos habían fogueado su aura: el trágico accidente de avión en Múnich en 1958 donde perdió la vida la mitad de un equipo destinado a ser leyenda, y ser el club donde deleitaron las dos leyendas esenciales del fútbol de las islas; Bobby Charlton y George Best. Desde los años 70 había sido barrido por el poder emergente del Liverpool, y solo alguna ocasional FA Cup había engrosado las vitrinas de Old Trafford.
Ferguson tenía que lidiar con un entorno nada favorable, pese a sus éxitos en Escocia. La Liga inglesa era otro nivel de exigencia y además se encontró con un club que no tenia fe en pelear por el campeonato que no ganaba desde 1967 y en el que algunos de sus puntales (Paul MacGrath, Norman Whitside o Bryan Robson) tenían una indisimulada afición a la bebida que era seguida por otros miembros del equipo en concordancia con una nociva tradición del fútbol inglés que afectaba a jugadores e hinchas, hasta el punto que algunos de estos últimos veían con condescendencia e incluso simpatía los excesos etílicos de sus ídolos. Su primera labor fue establecer una ética de trabajo que no resultaba sencilla de imponer. Ya por entonces se hicieron legendarias sus broncas a los jugadores
Y para colmo de males los resultados tardaron en llegar. Las primeras temporadas estuvieron marcadas por mediocres clasificaciones ligueras, aunque el United consiguió la incorporación de algunos de sus puntales de los próximos años como Steve Bruce, Paul Ince o Gary Pallister. En las navidades de 1989 una humillante derrota ante el Manchester City (5-1) y otros resultados negativos dejaron a Ferguson al borde del cese. En Old Trafford se plantó una pancarta muy significativa: “Tres años de excusas y esto todavía es una mierda”. Le salvó una triunfo en la FA Cup ese mismo año ante el Crytal Palace. Su primer titulo
Fue el pistoletazo de salida a una era inolvidable que no hubiera sido posible sin la paciencia de los dirigentes del United, clásica en el fútbol inglés de esos años marcados por la larguísima duración de los técnicos en los banquillos (Don Revie estuvo trece años en el banquillo del Leeds, Brian Cloug diecisiete en el Nottingam Forest, Bob Paisley nueve en el Liverpool). En el verano de 1992 consiguió la pieza que necesitaba para asaltar los grandes éxitos; el indomable y polémico delantero francés Eric Cantona, al que Ferguson logró domesticar convirtiéndose en el ariete demoledor que lideró a su primea Premier League (nueva denominación del campeonato inglés) en 1993. Repitió éxito en 1994 y 1996 (ambas con doblete)
Además durante los años de plomo el entrenador escocés recuperó el viejo interés del United por la cantera. Designó a dos ojeadores Nobby Stiles y Brian Kidd para captar el talento y atraerlo a las divisiones inferiores. Cuando el equipo de los primeros éxitos tocaba a su fin, una nueva generación de emergentes valores compuesta por Gary Neville, Ryan Giggs, David Beckam o Paul Scholes estaba dispuesta a dar el salto para incluso mejorar a los héroes de esos años. Ferguson, asimismo, implantó al amparo de los nuevos triunfos una mentalidad de hierro que hacía del United un equipo inasequible al desaliento y muy seguro de si mismo; algo que se traducía en el triunfo de numerosos campeonatos de Premier en los que empezó con notable desventaja sobre sus rivales. Buena muestra de ello fue la consecución de la Champions League en 1999, el único eslabón que le faltaba para cimentar su leyenda. En una final inolvidable remontó el 0-1 del Bayern Múnich en los tres minutos de prolongación, por medio de dos saques de esquina que generaron los goles de Tedy Sheringahm y Solksjjaer.
El poder económico del Manchester United crecía a pasos agigantados al amparo de los pingues beneficios que otorgaba la televisión ingresa, la disputa permanente de la Champions y un merchaidaising que le hizo muy poderoso en especial en el mercado asiático. Ese poder se manifestaba en la contratación de jugadores de primer nivel con Rudd Van Nistelrooy, Fabian Barthez, Rio Ferdinand o el argentino Veron. Era un club exitoso y modélico, una marca de referencia en el fútbol mundial en el que confluían todos los elementos de una entidad ganadora: estrellas sobre el campo, un estadio moderno y lujoso y un líder en el banquillo.
El Manchester United, bajo su batuta, era un club exitoso y modélico, una marca de referencia en el fútbol mundial en el que confluían todos los elementos de una entidad ganadora: estrellas sobre el campo, un estadio moderno y lujoso y un líder en el banquillo.
El paso de los años no afectaba a la figura de Ferguson cuya autoridad no era cuestionada ni bajo la presión de ninguna estrella. El técnico siempre tuvo muy claro que el colectivo estaba por encima de cualquier jugador por bueno que fuese y que su mando no podía ser cuestionado bajo ninguna circuantancia. Referentes del calibre de David Beckam o Van Nistelrooy salieron por encontronazos con el entrador, al que no le importaban demasiado esas salidas: los ingresos de esos traspasos permitían asimismo reinvertir en nuevos valores.
En la primera mitad del siglo XXI los rivales empezaron a pujar con fuerza para desbancar al United de su trono. El Arsenal de Arsene Wegner era un rival mas que temible y con posterioridad empezó a entrar a manos llenas el capital extranjero en otros equipos. El Chelsea del magnate ruso Roman Abramovich empezó a saltar la banca con sus costoso fichajes y los árabes ya habían echado el ojo al viejo rival, tantos años a la sombra del United, el City. Parecía que el poder de los “diablos rojos” entraba en entredicho y más aun cuando durante varios años el equipo cuajo discretas campañas en Champions. Con todo Ferguson tenía una última carta: puso sus clínicos ojos en una joven promesa portuguesa llamada Cristiano Ronaldo que jugaba en el Sporting de Lisboa al que reclutó con apenas diecisiete años. No tardó en demostrase que iba a ser uno de los mejores jugadores de la historia. Con Ronaldo y el fichaje procedente del Everton, Wayne Rooney, se constituyó un nuevo equipo temible que volvió a reinar en la Premier con tres Ligas seguidas (del 2008 al 2010) y fue otra vez fuerte en Europa con tres finales de Champions en cuatro años. En la primera batió en unos dramáticos penaltis a su némesis local, el Chelsea, pero en las dos restantes chocó con el mejor equipo probablemente de la historia: el fastuoso Barça de Messi, Iniesta, Xavi y Guardiola. Ferguson no pudo retener a Cristiano Ronaldo que ficho por el Real Madrid en 2009, a cambio de 100 millones de euros y con ello probablemente empezó la decadencia del United
En 2013, tras un nuevo campeonato liguero, puso fin a veintisiete años de leyenda con un palmarés interminable de treinta y ocho títulos. Desde entonces la caída en picado de la entidad ha sido imparable. No ha vuelto a ganar una Premier, ha visto como su pariente pobre aupado por el dinero de Emiratos Árabes se ha convertido en el mejor equipo de Europa y por su banquillo ha visto desfilar a un sinfín de entrenadores, algunos de ellos ilustres, que no han logrado enderezar la nave roja pese a unas sumas muy considerables de millones invertidas en fichajes. Sigue siendo uno de los clubes mas ricos del mundo pero eso no se traduce en resultados sobre el campo. Quizá porque la mano de hierro de Sir Alex, no esta detrás