
La vuelta del Real Oviedo a Primera División es un merecido regalo para una afición que nunca abandonó a su equipo. Recordamos los años en el equipo carbayón se debatía entre la vida y la muerte.
Las crisis son algo consustancial a las personas. Todo el mundo ha tenido en algún momento de su vida, un cambio profundo, con consecuencias importantes que no esperaba o no deseaba. Es parte de la existencia humana. Ahora bien, estas situaciones no son exclusivas de hombres y mujeres. Países, organizaciones, incluso instituciones también sufren cambios agrios y abruptos.
De una crisis se puede salir fortalecido o peor, infinitamente peor. En el mundo del fútbol las crisis son habituales. Cuando era niño crecí escuchando gol en las Gaunas y treinta años después aquel Club Deportivo Logroñés es un recuerdo del pasado. En mi adolescencia aluciné viendo a Nayim darle un título europeo al Real Zaragoza, sin embargo, hoy los maños transitan, sin más, por segunda división. Cuando llegué a la juventud el Deportivo ganó la Liga y hoy pelea en la categoría de plata del fútbol español. Sin duda, para estos equipos cualquier tiempo pasado fue mejor.
El Real Oviedo era un habitual del olimpo del fútbol español. Competía con frecuencia en Primera y Segunda División. Incluso, en 1991 disputó la mítica Copa de la UEFA. Aquella participación europea dejó una inolvidable eliminatoria contra el Genoa italiano.
No son los únicos, la lista de equipos con añoranzas es interminable. Hércules, Murcia o Castellón, por ejemplo, anhelan sus glorias del pasado. En nuestro fútbol cuando un equipo entra en crisis las posibilidades de resurgir son escasas.
No es fácil encontrar un club que tras décadas de purgatorio recupere un proyecto deportivo exitoso y estable. Tal vez el único ejemplo sea el Real Oviedo. Esta temporada, los asturianos, por fin y después de veinticuatro años de ausencia, han vuelto al lugar que les corresponde por su historia, la Primera División.
Hoy, en plenos festejos por el ascenso, es oportuno recordar que el Real Oviedo estuvo a punto de morir en varias ocasiones. Sobrevivió a más de una decena de operaciones a vida o muerte. Si el Oviedo ha llegado de nuevo a la elite, se debe, única y exclusivamente a la fe inquebrantable de una afición que jamás lo abandonó.
El Real Oviedo era un habitual del olimpo del fútbol español. Competía con frecuencia en Primera y Segunda División. Incluso, en 1991 disputó la mítica Copa de la UEFA. Aquella participación europea dejó una inolvidable eliminatoria contra el Genoa italiano.
Sin embargo, la llegada del nuevo milenio lo cambió todo en el fútbol de la capital de Asturias. La crisis del Real Oviedo comenzó en 2001, cuando el equipo entrenado, por aquel entonces, por el malogrado Radomir Antic bajó a Segunda División. Al año siguiente, una nefasta temporada, precipitó una nueva caída a Segunda B. Sin embargo, las desgracias no acabaron ahí, un trágico desacuerdo entre futbolistas y directiva, fruto de impagos salariales, provocó otro descenso, esta vez por motivos administrativos. En definitiva, en el verano de 2003, el Real Oviedo aterrizó abruptamente en las catacumbas del fútbol español. Tocaba competir en Tercera División. Algo duro, demasiado duro.
En el verano de 2003, el Real Oviedo aterrizó abruptamente en las catacumbas del fútbol español. Tocaba competir en Tercera División. Algo duro, demasiado duro.
Por desgracia, los deportivos no eran los problemas más graves que afrontaba el club carbayón. Durante el mes de julio la entidad entró en suspensión de pagos. Todo parecía abocar a una trágica desaparición. Incomprensiblemente, el Ayuntamiento de la ciudad quiso ser el primero en dar la extremaunción al Real Oviedo. El alcalde lideró un proyecto de refundación del club a partir de un humilde equipo de la ciudad llamado Astur C.F. Se le cambio el nombre, se le vistió de color azul y se le impuso un escudo idéntico al del moribundo Real Oviedo.
La incomprensible decisión provocó que en el verano de 2003 hubiera dos referentes futbolísticos en la capital de Asturias. El histórico y agonizante, Real Oviedo, frente a un artificial y opulento Oviedo Astur. La afición tuvo que elegir. No hubo dudas, escogieron el camino difícil, primó la lealtad y el romanticismo. Los ovetenses, mayoritariamente, apostaron por el equipo de Carlos, Dubovsky o Bango. La maltrecha situación deportiva y económica no fue una excusa para abandonarlo.
En medio de ese conflicto comenzó la temporada 2003-2004. El mero hecho de empezar ya era una victoria para el Oviedo. Más de diez mil ovetenses renovaron su cuota de socio. Suficiente para sobrevivir. La hinchada acaba de salvar a su equipo, pero aquel enfermo apenas respiraba.
Desgraciadamente la tercera División no fue una parada efímera. Se salió y se volvió a caer. Todo era amargo en aquella época para el Oviedo. La única victoria era el impresionante apoyo popular. En Oviedo la gente amaba a su equipo, el de Jerkan, Onopko y Pompei.
En 2006 la entidad entró en la UVI. El pronóstico era muy grave, según decían, sus horas estaban contadas. Otra vez a la desesperada, la afición tuvo que salvar al equipo. Una ampliación de capital, milagrosa y suscrita literalmente en el último segundo, dio oxígeno a la paupérrima salud del Club. Pero el enfermo, estaba débil, muy débil.
En 2008, se subió un importante escalón, se dejó para siempre la Tercera División. Después de años oscuros, jugar en Segunda B parecía la llegada a un oasis. Nada más lejos de la realidad, la descomposición continuó. El Real Oviedo seguía al borde de la muerte. En los últimos días de 2012, la situación era critica. Si no llegaban dos millones de euros, el Oviedo dejaría de respirar definitivamente. De nuevo había que salvar al enfermo. Esta vez, los gritos de auxilio, se escucharon por todo el planeta.
Después de años oscuros, jugar en Segunda B parecía la llegada a un oasis. Nada más lejos de la realidad, la descomposición continuó. El Real Oviedo seguía al borde de la muerte. En los últimos días de 2012, la situación era critica.
La ingeniosa campaña “Proud of you”, tuvo una increíble repercusión global. Gracias, en buena medida, a estrellas internacionales como Juan Mata, Santi Cazorla, Fernando Alonso o el periodista británico, Sid Lowe. Miles de personas por todo el mundo compraron acciones. El fenómeno alcanzó ochenta países, y nuevamente el Real Oviedo se salvó de una muerte segura. Desde entonces, nunca más ha vuelto a enfermar.
En 2015, el Oviedo volvió a Segunda, retornaba al fútbol profesional. El proyecto había cambiado, ya no se trataba exclusivamente de sobrevivir. Se podía y se debía mirar hacia arriba. Finalmente se ha conseguido volver. El Real Oviedo es nuevamente equipo de primera. Una hazaña histórica y un premio más que merecido para una afición que no abandonó nunca a su equipo.
El ascenso del Oviedo demuestra que en el fútbol es más importante la pasión que el dinero. Los equipos “ricos”, realmente, son aquellos que tienen una afición y una hinchada, fiel y leal.
Las crisis pueden ser largas, incluso muy largas, pero nunca son eternas. Albert Einstein dijo que lo trágico de una crisis es no luchar por superarla. Los hinchas del Oviedo pelearon por vencerla y finalmente lo consiguieron. ¡Han vuelto! ¡Enhorabuena!