La aparición de una serie de tres capítulos en Movistar sobre la figura de José María García ha destapado el interés por uno de los episodios más famosos de la comunicación en España. Una guerra, que como todas, tuvo un principio y un final y muchas intrahistorias por el camino.

En 1981 José María García dejaba la Cadena SER, en donde su “Hora 25” había revolucionado la información deportiva, con un estilo agresivo con una verborrea ciertamente sorprendente para atacar a aquellos que consideraba criticables.  Unos meses más tarde el impulsor de ese programa innovador, Manuel Martin Ferran, le propuso una aventura no menos osada: ser la bandera de un proyecto radiofónico llamado “Antena 3”, que iba a retransmitir en Frecuencia Modulada, cuya cobertura no llegaba toda España.

García tomó las riendas de la nueva emisora y en pocos meses era líder absoluto de audiencia en su ya legendario “Supergarcía”, rodeado de un grupo de jóvenes reporteros que crecieron a su vera y en que destacaban en la retrasmisión de futbol Gaspar Rosety, Andrés Montes y Siro López en baloncesto o Javier Ares en ciclismo. Su fama alcanzaba límites insospechados para cualquier periodista y era un auténtico poder fáctico dentro del mundo del deporte. Con la seguridad que le otorgaban las audiencias masivas y su altísima cualificación como periodista, no tenía reparos en atacar de forma vehemente a todo aquel que no siguiera sus dictados. Estar de su lado era contar un colchón de seguridad, tenerlo en frente significaba, en muchas ocasiones, una sentencia de muerte a nivel social. Los clubes de fútbol le filtraban información privilegiada, los jugadores y entrenadores siempre daban preferencia a atenderle. Era un reinado absoluto que coincidió con la explosión de Antena 3 que en pocos años era una emisora líder no solo en el ámbito deportivo sino de información general. Los emolumentos del locutor ya eran asombrosos en esa época (en 1987 llegaba a ganar 700 millones de pesetas, con los años incluso incrementaría considerablemente esas ganancias).

José María García en su “Hora 25” había revolucionado la información deportiva, con un estilo agresivo con una verborrea ciertamente sorprendente para atacar a aquellos que consideraba criticables. Se convirtió en el reportero mas famoso de España y de mayor poder que se haya conocido

Por su parte la cadena SER seguía siendo la emisora más importante y oída de España, pero en el ámbito de deportes había tirado en buena medida la toalla, dada la imposibilidad de competir con García. En 1985 fue adquirida por PRISA, editora de “El País” y pronto convertido en el grupo de comunicación más poderoso por la cantidad de medios incluidos en el mismo. Uno de los principales miembros de la sección de deportes de “El Pais” era Alfredo Relaño, que fue designado jefe de deportes en la SER. Relaño era más optimista respecto a la posibilidad de ganar audiencia en ese ámbito y tenía en su mente la idea de dar con una fórmula novedosa para plantarle cara al amo absoluto de la información deportiva. Escuchando el informativo de deportes de la SER de medio día descubrió a un joven redactor que mostraba una gracia y desparpajo notables a la hora de informar. Su nombre era José Ramón de la Morena y había entrado como becario con García unos años antes.

Relaño encontró al fin la idea que buscaba para empezar la batalla: dar a la información deportiva un tono más distendido y hasta jocoso, lejos de la solemnidad y aire trascendente que impregnaba el estilo de García. Pensó que De la Morena tenía el perfil adecuado para esa labor y le rodeó un conjunto de jovencísimos periodistas dispuestos a comerse el mundo, en especial Paco González y Manolo Lama. Denominaron al nuevo programa “El larguero” y comenzaron sus emisiones en septiembre de 1989. Unos meses más tarde en un Brasil- Chile de clasificación para el Mundial de 1990, el portero chileno tuvo un incidente con una bengala que cayó al campo. García se puso del lado chileno acusando a Brasil de utilizar la influencia del presidente de la FIFA Joao Havelange, brasileño, para no ser sancionado. De la Morena sostuvo la tesis contraria en la SER defendiendo la simulación del chileno (como realmente se demostró con el tiempo). García se mofó del joven redactor de la SER y le dedicó epítetos para ridiculizarle. En realidad, el popular locutor había empezado una cruzada contra el grupo PRISA, al que denominaba despectivamente “el imperio del monopolio”. De la Morena no se achicó y respondió con vehemencia atacando a García. Pero este último tenía una buena relación de amistad con el director general de la SER, Eugenio Galdón (que había intentado su regreso a la cadena), al que De la Morena no dudó también en fustigar por su complicidad con García; de tal forma que De la Morena fue expedientado y apartado de las noches durante un año. Augusto Delkader entonces subdirector y posterior mandamás de la SER fue su apoyo para mantener al menos el empleo.

De la Morena volvió con fuerza tras su sanción. Relaño y él estaban convencidos que la fórmula propuesta era la adecuada y fueron añadiendo piezas a su puzzle: Michael Robinson (otro fichaje acertado de Relaño) o Manuel Esteban, que incidió en el tono humorístico del programa con sus hilarantes rumores de fichajes. Además, a “El larguero” se fueron incorporando parte de los redactores de deportes de “El Pais” como Santiago Segurola, que ponían el análisis más sosegado y formal. El resultado fue en poco tiempo un programa coral que se oponía frontalmente al individualismo radical sobre el que giraba “Supergarcía”, que en cualquier caso seguía líder destacado e imbatible de la noche.

En 1992 una conmoción sacudió el mundo de la comunicación española: Antena 3 era adquirida por el grupo PRISA, una operación según mucha gente  promovida por el gobierno socialista de Felipe González del que el grupo de comunicación era firme defensor, frente a la crítica permanente que Antena 3 ejercía sobre el Ejecutivo. Los activos más importantes de esta última José María García y Antonio Herrero ficharon por la cadena COPE y desde la misma iniciaron un condena permanente sobre  PRISA a la que identificaban como una amenaza a la libertad de expresión en España. La SER entonces dio rienda suelta a De la Morena para atacar a García sin ningún tipo de limite. Este seguía siendo muy popular, pero en determinados sectores de la audiencia empezaron a sentar mal sus campañas contra deportistas destacados como Pedro Delgado, con el que tenía un enfrentamiento absoluto, o la propia Quinta del Buitre, a la que desde 1990 criticaba con regularidad y hasta ensañamiento. Tal era la confianza de García por su poder, que no dudaba en arremeter contra algunos ídolos del deporte.

La fórmula de “El larguero” fue poco a poco calando en la audiencia; y buena parte de su subida venía dada por las criticas sin cortapisa que hacía sobre su rival de la COPE. Por primera vez alguien en España tenía bemoles para enfrentarse con el factutum de los deportes, y eso gustó bastante, que García recibiera su propia medicina. Además, su variedad de registros (parte humor, parte información, parte opinión más sosegada) y actores participantes resultaba muy atractiva. En especial la gente joven se enganchó a ese nuevo modelo de radio nocturna. Ya en la vuelta ciclista a España de 1993 hubo conflictos importantes entre García y sus competidores por el trato preferente de este con los directores de equipos.

La fórmula de “El larguero” fue poco a poco calando en la audiencia; y buena parte de su subida venía dada por las criticas sin cortapisa que hacía sobre su rival de la COPE. Por primera vez alguien en España tenía bemoles para enfrentarse con el factutum de los deportes, y eso gustó bastante, que García recibiera su propia medicina

Fue el inicio de una guerra sin cuartel que vista con los ojos de hoy estaba a medio camino entre lo divertido y la vergüenza ajena. Los cruces de descalificaciones entre ambos bandos, las guerras por las exclusivas, la batalla casi cainita por conseguir a los protagonistas en primer lugar, las informaciones escabrosas que afectaban a unos y otros. En el trasfondo se encontraba una guerra mediática-política-empresarial. El poderoso grupo PRISA, cercano al PSOE, ponía a disposición de la SER su condición de trasatlántico, mientras que la COPE (con El Mundo y ABC) era la fuerza de choque informativa para llevar al PP al poder, como así ocurriría en 1996. El deporte en el fondo no era sino una manifestación de esa batalla sin cuartel que buscaba el dominio de la opinión pública española.

En 1994 “El Larguero”, alcanzó el millón de oyentes, frente al millón y medio de “Supergarcia”. García seguía tratando con displicencia a su rival y enfangado en sus batallas personales contra, por ejemplo, Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid. En septiembre de ese año se incorporó al programa de De la Morena, Alfonso Azuara (recientemente fallecido, por cierto) un peculiarísimo redactor de lengua más que afilada que era enemigo de García y su dictadura desde hace no pocos años, pero nunca había encontrado el entorno donde tener rienda suelta a su lucha. Azuara propuso a De la Morena una estrategia basada en poner al desnudo todas las contradicciones del locutor estrella ya que el propio Azuara y la emisora tenían una colección de audios que demostraban que García cambiaba el criterio sobre los asuntos con una facilidad pasmosa. Con el periodista aragonés se intensificó aún más la campaña contra el locutor rival y el aficionado joven se había decantado definitiva por el programa de la SER y su fórmula. La decisión de abrir las puertas al público durante el programa fue otro éxito rotundo; todas las noches se congregaban ante Gran Vía 32 (sede de la emisora) colas kilométricas. En febrero de 1995 se confirmaba lo que no pocos consideraron imposible durante décadas. “El larguero” llegaba al millón y medio de oyentes y desbancaba a García del primer puesto.

Fue una tendencia que nunca se revertió pese a que el programa deportivo de COPE mantenía unos índices estimables. Pero ya nada detenía a De la Morena y su equipo, pese a que Azuara salió del mismo en 1997 por un desencuentro económico con la cadena (el periodista exigió que se consolidara un plus por haber logrado el liderazgo, la SER no atendió a ese incremento retributivo y Azuara se despidió), el liderazgo nocturno se extendería a lo largo de la primera década del siglo XXI. Garcia fue uno de los impulsores de un intento de Telefónica en el año 2000 de contrarrestar el poder del PRISA con una potente plataforma que en la radio Onda Cero incluía además a Luis del Olmo y Carlos Herrera. El otrora amo de la noche sería el principal encargado de los deportes; pero su cada vez más decreciente audiencia, el enfrentamiento con el poderoso nuevo jefe del Real Madrid, Florentino Pérez , encontronazos con la dirigencia del grupo, así como sus elevadísimos ingresos, provocaron su adiós definitivo en 2002. Nunca más se sentaría enfrente de un micrófono.

Por su parte el equipo de la SER que había obrado el milagro saltó por los aires en 2010, cuando dos de sus referentes, los directores del Carrusel deportivo Paco González y Pepe Domingo Castaño salieron abruptamente tras un incidente con algunos directivos. Con ellos se fueron buena parte de sus colaboradores al destino mas impensable: la vieja rival, cadena COPE. De la Morena estuvo al frente del programa que le dio la gloria hasta 2016 y ficho por Onda Cero, curiosamente la última cadena donde había trabajado García. Pero su programa “El transistor” no consiguió el éxito previsto; al contrario que muchos de los comunicadores estrella no se llevó a su audiencia consigo. Siempre fue un gran conductor de un grupo, pero a nivel individual no tenía la misma fuerza que las otras estrellas de la comunicación. En 2021 anunció su retirada definitiva.

Con el tiempo ambos rivales limaron asperezas y protagonizaron varios encuentros amigables, los dos encontraron la perspectiva necesaria para asumir como se extralimitaron en la lucha por el primer puesto. Estos acontecimientos, probablemente irrepetibles ya que pertenecen a una época y un país muy distintos de los actuales, inspiraron un magnifico Podcast en 2021 llamado “Saludos cordiales” y a una fallida serie de televisión de Movistar “Reyes de la noche”, que contó con un guion muy mediocre pese a su buen reparto.

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