Recientemente, Andrés Calamaro ofreció dos conciertos en Madrid. Nos quedamos con un detalle futbolero que se pudo ver en la grada. Tiene que ver con todo un campeón del mundo.
Aunque no se le diera mucha trascendencia en los medios, el pasado domingo 11 de junio, Andrés Calamaro tocó por segunda noche consecutiva en Madrid. Formaba parte del festival Noches del Botánico. Hace tiempo que Calamaro empezó a cultivar tendencias que se salen del mainstream. Quizá por ello se le condena a un cierto ostracismo, impropio de alguien que revolucionó el Rock en español allá por los tempranos dos mil.
Se podría decir que el concierto fue más emocionante que técnico. Más parecido a un partido del Real Madrid que al de uno del City de Guardiola.
Era su segunda noche seguida y quizá se le notaba en la voz. Algo que no impidió a sus fans disfrutar de casi dos horas encadenando “temazos” de sus diferentes etapas musicales, incluyendo la que tuvo como “Rodriguez” con un acertado “popurrí”. Se podría decir que el concierto fue más emocionante que técnico. Más parecido a un partido del Real Madrid que al de uno del City de Guardiola. Y entrados en materia futbolística, se podría decir también que, de alguna manera, el momento más emociónate de la noche lo proporcionó el futbol.
Era una noche agradable. La temperatura, la vegetación y la decoración a base de bombillas de luz cálida invitaban al disfrute e incluso al recogimiento en los diferentes rincones del Botánico de la Complutense. Quizá eso atrajo la presencia de caras conocidas del mundo de la cultura y el deporte. A mí, particularmente, me llamó la atención la presencia de Jorge Valdano. Iba elegante como siempre, con su camisa y su jersey anudado al cuello. Con esa planta fina de jugador de futbol a pesar de acercarse ya a los setenta. Se ubicó en una de las gradas centrales, cerca de mi asiento. En lo que aparentemente eran palcos donde poder ver el concierto sentado, pero totalmente accesible para el resto del público. Eso permitió saludar y hacerse fotos con varias personas que le reconocieron y a los que atendió con la máxima amabilidad.
Al verle llegar con su guitarra española, tomar asiento en una silla y lanzar un primer acorde, la gente empezó a corear la canción que todos sabían que iba a sonar.
Una vez entrados en harina, con el público coreando a Andres desde el “minuto uno”, empezó a gestarse el que, como comentaba, para mí fue el momento más emotivo. Todo empezó a desencadenarse cuando Calamaro llamó al escenario al flamenco “Niño Josele”. Excepcional guitarrista y habitual colaborador y amigo del propio Andrés. Al verle llegar con su guitarra española, tomar asiento en una silla y lanzar un primer acorde, la gente empezó a corear la canción que todos sabían que iba a sonar.
Estadio Azteca es una canción compuesta por Andres Calamaro y Marcelo Scornik, el “Cuino”. Era una de las pocas canciones originales que incluyó Calamaro en su disco “El Cantante” del año 2005. Que además suponía su regreso como compositor después del “tsunami creativo” que experimentó con los discos anteriores de Honestidad Brutal y El Salmón y que le obligaron a hacer un parón para tomar aire.
La canción, aparentemente, habla de vivencias personales en un estadio como es el Azteca de México. Y digo aparentemente, porque las canciones, cuando pasan a ser himnos ya no pertenecen a los autores. Pertenecen al público, que les da el sentido y significado que cada uno quiere según sus experiencias vitales o estados de ánimo. En aquel momento, en el Botánico, estaba claro que a Jorge Valdano esa canción le estaba llevando a un sitio y momento muy concreto. Se sabía porque, a él, que sólo se le conoce una media sonrisa detectada el día del Real Madrid – Manchester City del 2022, se le podía ver en su asiento coreando a pleno pulmón el estribillo de la canción. Moviendo el brazo lleno de pulseras al mismo tiempo que señalaba al cielo. No podía estar en otro sitio que no fuera en ese estadio aquel 22 de junio del 86.
Pero, a diferencia de en la grada, entre los para avalanchas, como reza la canción; él estaba en la hierba
Pero, a diferencia de en la grada, entre los para avalanchas, como reza la canción; él estaba en la hierba. En el pasto, como dicen en Argentina. En aquel césped con aspecto de seco y pesado y con esa inconfundible sombra con forma de araña que proyectaban los altavoces que colgaban del estadio. Viendo como arrancaba desde su campo Diego Armando Maradona, el genio del fútbol mundial… y ya todos saben qué más pasó allí aquel día y algunos después con Argentina saliendo campeona.
Fue emocionante poder ver a Valdano en aquel momento y estar un poco más cerca de un instante que a todos nos hubiera gustado poder vivir en primera persona. Poco después, llegó la canción número diez (10) del repertorio, donde también pude notar a un Valdano nostálgico y emocionado. Y es que ya se sabe, Maradona no era una persona cualquiera…