La caída del muro de Berlín provocó cambios profundos en la geopolítica europea. Estos acontecimientos afectaron al mundo del fútbol. Durante los primeros años noventa jugarán sus últimos partidos míticas selecciones europeas. Recordamos aquellos históricos partidos.

Yo estudie EGB. Con esta simple frase, queda claro que crecí en una época donde no había internet, teléfonos móviles, ni tablets. La escuela de mi generación no tenía pizarras táctiles. Los proyectores existían solo en el cine. En definitiva, aprendí a escribir frente a un encerado, con una tiza y un borrador. El mapa de Europa que decora aquellas añejas aulas de mis recuerdos ha sufrido también cambios profundos.

Yugoslavia y la Unión Soviética se han despedazado en una decena de país. Las dos Alemanias se convirtieron en una sola. Mientras que Checoslovaquia se separó en dos Repúblicas. Todos estos cambios no llegaron a tiempo para mis exámenes de geografía. Paradójicamente me tocó estudiar nombres de países y capitales que al poco tiempo dejaron de existir. Apenas dos años después de memorizar aquel mapa político de Europa todo era diferente.

Los finales de los ochenta y los principios de los noventa fueron años convulsos. La caída del muro de Berlín precipitó la disolución de la URSS y la unión de Alemania. Indirectamente acabó con la Yugoslavia diseñada por Tito. Mientras que checos y eslovacos dejaron de compartir país. Algunos de estos cambios fueron pacíficos. Sin embargo, hubo otros que llevaron consigo un trágico derramamiento de sangre. Por ejemplo, la desintegración de Yugoslavia acabó en una terrible guerra. Un conflicto armado lleno de odio y violencia étnica.

Los finales de los ochenta y los principios de los noventa fueron años convulsos. La caída del muro de Berlín precipitó la disolución de la URSS y la unión de Alemania. Indirectamente acabó con la Yugoslavia diseñada por Tito. Mientras que checos y eslovacos dejaron de compartir país.

El fútbol no fue ajeno a estos cambios. Poco a poco las selecciones y los equipos nacionales fueron adaptándose a las realidades políticas de sus países. Entre 1990 y 1993 desaparecerán míticas selecciones de la historia del fútbol europeo.

El 12 de septiembre de 1990 disputó su último partido la selección de la República Democrática Alemana. Aquel encuentro se jugó en Bruselas frente a la selección local. En un principio aquel enfrentamiento tenía carácter oficial. Se trataba de un partido clasificatorio para la Eurocopa de 1992. Sin embargo, el rápido proceso de unión de las dos Alemanias lo convirtió en un partido amistoso. En septiembre de 1990 el mundo del fútbol ya era consciente que Alemania tendría una sola selección. El seleccionador de la Alemania del Este, Eduard Geyer, tuvo serios problemas para conseguir jugadores de cara a aquel histórico y definitivo partido.

Finalmente consiguió futbolistas para disputar el encuentro. Inesperadamente fue un éxito. Los peloteros alemanes fueron conscientes de la importancia histórica del choque. Sabían que era el ultimo partido de una selección que había competido durante casi cuarenta años. Por ello, la selección de la RDA derrocho pasión y compromiso venciendo por dos goles a cero. Los goleadores fueron Rösler y Matthias Sammer. Este último se convirtió años después en el capitán de la selección alemana unificada que levantó la Eurocopa de 1996.

El 13 de noviembre de 1991 en Nicosia, la selección de fútbol la Unión Soviética disputaría su ultimo partido con la mítica serigrafia “CCCP”. Los jugadores soviéticos vencieron a un débil combinado chipriota. Ganaron por tres goles a cero. El último gol de la histórica selección soviética lo anotaría Andrei Kanchelskis.

Sin embargo, aquel partido en Chipre no fue el último para aquel conjunto de jugadores. La disolución de la URSS se materializó el 8 de diciembre de 1991. Como consecuencia de ello, las distintas federaciones deportivas soviéticas se disolvieron. Pero en el caso del fútbol existía un problema. Aquel grupo de jugadores se había clasificado para la Eurocopa de 1992. La solución fue crear la selección de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En dicho combinado quedarían integradas los jugadores de los nuevos países resultado de la desintegración soviética excepto Estonia, Letonia y Lituania.  De estas manera los jugadores de la extinta Unión Soviética pudieron competir en el Campeonato de Europa de 1992.

La selección de fútbol de Yugoslavia también se había clasificado para la Eurocopa del 92. Pero la situación del país balcánico era totalmente diferente. Los procesos de independencia de Eslovenia y Croacia habían precipitado la desintegración del país. Al contrario de lo que sucedió en la Unión Soviética, Yugoslavia entró en una espiral de violencia. La guerra que comenzó en el país balcánico provocó que las autoridades deportivas excluyeran a las federaciones yugoslavas de las competiciones internacionales.

El equipo yugoslavo fue vetado a última hora y no pudo participar en la Eurocopa de 1992. Paradójicamente su sustituto, Dinamarca, se proclamaría campeón de aquel torneo. Aquella sanción provocó que Yugoslavia como tal no volviera a jugar al fútbol.  Su ultimo partido fue un amistoso contra Holanda disputado el 25 de marzo de 1992 en Ámsterdam. Aquel encuentro se convirtió en el ultimo de una selección que representaba a croatas, bosnios, serbios, macedonios, eslovenos y montenegrinos por igual. Yugoslavia perdió ese encuentro por dos goles a cero. Posiblemente un presagio de lo que se avecinaba.

En 1994 se levantaron las sanciones contra las federaciones deportivas yugoslavas. Serbia y Montenegro siguieron compitiendo juntos hasta 2006. Continuaron denominándose Yugoslavia hasta que en 2002 cambiaron definitivamente su nombre por Serbia y Montenegro.

Cómo consecuencia de la evolución política de los Balcanes irán surgiendo otras selecciones de fútbol. Croacia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia, Montenegro y Serbia irán creando sus propios combinados nacionales. La última selección en aparecer será Kosovo en 2016. Sin embargo, la FIFA considera únicamente como sucesor oficial de Yugoslavia a la selección de Serbia manteniendo sus resultados y logros deportivos.

El 17 de diciembre de 1993, en Anderlecht, Bélgica, disputaría su último partido la selección de futbol de Checoslovaquia. Fue un partido aburrido. Un choque sin goles que permitió a la selección belga clasificarse para el Mundial de Estados Unidos. Sin embargo, aquel insípido encuentro pasó a la historia del fútbol.  Fue la ultima vez que checos y eslovacos compartieron selección.

En el primer lustro de los noventa Europa vivió la proliferación de nuevos Estados. Estos procesos políticos cristalizaran en la creación de nuevas selecciones de fútbol. Del mismo modo que supusieron el fin de otras.

La selección checoslovaca dejó un momento inolvidable en la historia del futbol. La final de la Eurocopa de 1976 se disputaba en Belgrado. Se enfrentaban Checoslovaquia y Alemania Federal. El encuentro terminó con un inesperado empate a dos. Cuando llegó el penalti decisivo, el futbolista checoslovaco, Antonín Panenka, pateó de forma magistral y original la pena máxima. Checoslovaquia se convirtió en campeón de Europa. Antonín inventaba el famoso penalti “A lo Panenka”.

La separación de Checoslovaquia fue efectiva el 1 de enero de 1993. Fue un proceso que se produjo sin violencia. Se denominó el divorcio de terciopelo. A imagen y semejanza de la Revolución de Terciopelo que la había precedido. Movimiento que provocó el fin del sistema comunista en el país. Proceso que se llevó a cabo mediante manifestaciones masivas y acciones pacíficas.

En el primer lustro de los noventa Europa vivió la proliferación de nuevos Estados. Procesos políticos que cristalizaran en la creación de nuevas selecciones de fútbol. Del mismo modo que supusieron el fin de otras. Aquellas selecciones desaparecieron en partidos que merecen ser recordados. Eventos que supusieron el fin de una historia común . En definitiva fue su ultimo baile juntos.

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