La reciente renovación de Simeone por el Atlético de Madrid puede suponer que el argentino en caso de acabar contrato, se convierta en el entrenador que mas tiempo este al frente de un equipo en la historia de la Liga española, por encima de Miguel Muñoz en Real Madrid de los 60-70. Esto es muy resaltable al tratarse de un club con una historia de inestabilidad crónica en los banquillos
Como la mayor parte de los equipos españoles de élite el banquillo del Atlético de Madrid no había sido muy dado a los periodos largos. En el fructífero periodo de 1966 a 1977 los cuatro títulos de Liga ganados habían tenido distintos líderes desde la banca (Domingo Balmanya, Marcel Domingo, Max Merkel y Luis Aragonés),aunque desde que Aragonés accediese a convertirse en entrenador colgando las botas en 1974, se habían consolidado periodos estables, el primero del 74 al 78, una breve vuelta en 1979, y una segunda etapa del 82 al 87, con un periodo fuera por una inoportuna depresión.
Pero el huracán Jesús Gil había arroyado con todo. Nada mas llegar tuvo una bronca con Luis y le echó con cajas destempladas. Luego contrató a Cesar Luis Menotti, que le dio una gran satisfacción al ganar 0-4 en el Bernabéu al Madrid de la Quinta del Buitre; pero cuando se juntaron una serie de malos resultados le cesó acusándole de vago y de no entrenar lo suficiente. Puso en sustitución suya a una vieja leyenda de la casa; Armando Ufarte, pero apenas duró tres partidos al no aceptar las indicaciones que el entrenador contratado para el año que viene, Maguregui.
Fue el comienzo de un carrusel nunca visto de técnicos que desfilaban por el Calderón en un visto y no visto. Maguregui apenas duró cuatro partidos de la siguiente temporada, luego vinieron dos ingleses, Atkinson y Addison. Al primero lo descalificó por ,según él mandatario, pasar de todo y dejar que trabajara su segundo, al que nombró primer entrenador pero que tampoco acabó el año. Luego su apuesta por Javier Clemente no llegó mas allá que comienzos de la segunda vuelta de la 89-90…….Así desfilaban uno tras otro. Entre medias localizó un remedio casero, un entrenador de las categorías inferiores llamado Briones, que acataba mansamente los imperativos de la zona noble en cuanto a alineaciones y tácticas. Fue objeto de no pocas mofas pero lo cierto es que los resultados le acompañaron bastante mas que a otros
Gil quería éxitos para lograr popularidad y ser identificado como un modelo de triunfo. Y los quería inmediatos. No aceptaba una mala racha ni el hecho de que los equipos ganadores suelen necesitar de tiempo para formarse y cohesionarse. Menos aún que las plantillas con las que contaba no tenían mimbres suficientes para ganar la Liga. Consiguió a Paulo Futre la estrella europea emergente y también algunas buenas piezas como Baltazar, el extremeño Manolo, Juan Vizcaino y sobre todo Bern Schuster en 1990. Pero junto a ellos desfilaban un buen puñado de futbolistas de aceptable nivel de primera división pero lejos de poder integrar una plantilla con aspiraciones reales: Torrecilla, Luis Garcia, Abadía, Bustingorri….. Sus planteamientos poco realistas a los que se añadía un volcánico carácter daban lugar a crisis permanentes. Un par de derrotas bastaban para empezar a pensar en cambiar al técnico que tenía la soga sobre el mismo todo el tiempo. Con esa política no había manera de lograr una estabilidad que determinase un estilo de juego y los jugadores adecuados al mismo. Los perfiles seleccionados no tenían nada en común; del futbol arte de Menotti al cerrojo de Maguregui y Clemente, por ejemplo. Y como los entrenadores duraban tan poco los jugadores no sabían muy bien a que atenerse
Gil quería éxitos para lograr popularidad y ser identificado como un modelo de triunfo. Y los quería inmediatos. No aceptaba una mala racha ni el hecho de que los equipos ganadores suelen necesitar de tiempo para formarse y cohesionarse. Menos aún que las plantillas con las que contaba no tenían mimbres suficientes para ganar la Liga.
En el verano de 1993 volvió una vez más a reestructurar al equipo en busca de la tierra prometida. Durante sus primeras temporadas había sufrido el predominio absoluto del Real Madrid de la Quinta del Buitre, pero desde el 91 el Barça del “Dream Team”, le había sustituido como potencia dominante. Además había irrumpido con fuerza el Deportivo de la Coruña de Arsenio Iglesias. Llegaron Jose Luis Perez Caminero, Kiko Narvaez, Quevedo y de extranjeros el delantero polaco Roman Kosecki y el centrocampista brasileño Moacir. En el banquillo apostó por un desconocido del fútbol europeo, el brasileño Jair Pereira, que venía con un buen currículo de su país. Para variar las soflamas del presidente fueron un reguero del pronósticos optimistas: Kosecki, que venia del Osasuna, iba a hacer olvidar a Futre, Moacir tenia una calidad alucinante, Jair Pereira lo había ganado todo……
El comienzo fue irregular. No muy lustroso pero tampoco un desastre. En las primeras siete jornadas dos victorias, tres empates y dos derrotas. El calendario había sido exigente: Real Madrid y Real Sociedad en casa y salidas a Valencia y Sevilla entre otros. Y se había pasado la primera ronda de la Copa de la UEFA. Pero Gil se volvió a inquietar. Los de arriba empezaban a alejarse y según él se había equivocado en traer un entrenador sin experiencia en Europa, algo que debería haber sabido unos meses antes cuando lo contrató. Tras un pobre partido en casa ante el OFI de Creta griego (1-0) Pereira fue cesado. Otro mas a la lista. Le sustituyó una vieja leyenda de la casa, el argentino Cacho Heredia, que ya había dirigido al equipo algunos partidos de la anterior campaña. En su segundo encuentro consiguió una de las noches más mágicas del desaparecido Vicente Calderón al remontarle al todo poderoso Barcelona un 0-3 al descanso para terminar ganando 4-3. Pero unos días mas tarde hecatombe por todo lo alto: el modestísimo OFI le eliminaba de la UEFA, tras un desastroso partido con un arbitraje casero a más no poder.
Heredia no tardo mucho en ser sustituido por Emilio Cruz, entrenador del filial, pero la cosa con cada cambio no mejoraba: empeoraba a pasos agigantados. Se acumulaban empates y derrotas y los viejos objetivos de comienzo de año se iban minorando, de pelear por el titulo a obtener una plaza en la UEFA, pero a comienzos de la segunda vuelta hasta eso parecía harto complicado. Los refuerzos de comienzos de año eran un fiasco, con al excepción de Caminero que encima se lesionaba con mucha frecuencia. Los gaditanos Kiko y Quevedo eran acusados por Gil de estar todo el día de fiesta. El primero confesaría con los años que en esa época estaba convencido de no dar la talla para un grande. El polaco Kosecki ni se acercaba remotamente a Futre y Moacir apenas jugaba y cuando lo hacía pasaba totalmente inadvertido. Cruz apenas soportó el final de la primera vuelta: en 19 partidos ya habían pasado tres técnicos por el banquillo atlético.
A este último le sucedió José Luis Romero, Secretario Técnico del club por aquel entonces. Mas de lo mismo; derrota tras derrota con algún que otro toque cómico. Cierto día llegó al vestuario y se encontró con algunos jugadores visionando “Abigail”, el culebrón venezolano que estaba entonces en boga. Muy enfadado reprochó a los televidentes que parecían marujas y no jugadores de fútbol. Esa acción y otras muestras de disciplina castrense como no dejar a los jugadores comer pipas en el banquillo le valieron el sobre nombre de “sargento Romerales”. Para variar fue sustituido de nuevo por un “hombre de la casa”, el antiguo defensa Ovejero, pero un 0-4 en casa ante el Zaragoza selló su destino. Por primera vez desde hace décadas la sombra del descenso a segunda división se cernía sobre el Manzanares con mucha mas fuerza de lo esperado.
A la desesperada Gil se sacó de la manga un último entrenador, el sexto nada menos. Fue Jorge DAlessandro, un argentino que había destacado como portero en el Salamanca de los años 70 y que en esa época era conocido por ser uno de los comentaristas de José María García en la COPE. Se vio como un guiño al poder establecido ya que el locutor era todavía el líder de la información deportiva en España aunque con “El larguero” de De la Morena pisándole ya los talones. No era infrecuente en aquellos años que García colocara entrenadores afectos al mismo en los diversos equipos para que estos últimos fuesen bien tratados por el temido locutor. Con todo el argentino (que años mas tarde se convertiría en un fijo de El chiringuito) mejoró los resultados y algo el juego. A trancas y barrancas el Atletico salvó la categoría en un final agónico con victorias a domicilio sobre dos rivales directos; Osasuna y Lérida. La pesadilla no concluyó hasta la última jornada.
De aquel equipo para mas bien olvidar, al menos quedaron dos futbolistas que un par de años mas tarde fueron decisivos para el mítico doblete ya bajo la tutela de Radomir Antic. Caminero y Kiko son a fecha de hoy dos de los jugadores que mejor recuerdo han dejado en la afición rojiblanca en esos años tan convulsos, sobre todo por ese éxito del año 96. La temporada siguiente continuó el carrusel: se sucedieron tres entrenadores (entre ellos el propio D Alessandro) y se volvió a coquetear con el descenso de categoría. Tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió en la temporada 99-2000, la de la infausta intervención judicial que tiró por la borda a una plantilla plagada de internacionales (Molina, Valeron, Capdevilla, Kiko, Aguilera, Baraja…..). En apenas trce años de mandato Jesus Gil había tenido mas entrenadores que el Liverpool en toda su historia. Tres décadas después el Atlético de Madrid esta a punto de batir un record de estabilidad en el banquillo tras doce años de resultados entre buenos y excelentes. Todo un cambio a mejor desde luego