Analizamos la victoria del Barcelona en la última supercopa de España. Disputada en Tanger, el competido encuentro  deja consecuencias a corto y medio plazo para el Barça.

El 12 de Agosto se celebró la 35 edición de la Supercopa española. Este trofeo, data de 1982, cuando la Asamblea de la Real Federación Española de fútbol, a instancias de la petición formulada por el antiguo presidente blaugrana Josep Lluis Nuñez, inauguró a doble partido el enfrentamiento entre el campeón de Liga y el campeón de Copa, disputado a mediados de febrero. A partir de 1985, pasó a celebrarse en Agosto, como consecuencia de los problemas de calendario evidentes en mitad de temporada, y por institucionalizarla como telón de apertura a una nueva temporada. Desde 1996, pese a que un equipo haga un doblete en el campeonato nacional, es el subcampeón de copa el adversario que disputa el torneo.

Por primera vez, el torneo se disputa a un solo partido en terreno neutral.

Este hecho es significativo al ver la Supercopa de la vigente edición entre Barcelona y Sevilla, dejando una cierta sensación de “deja vu” entre aficionados neutrales, un tanto fatigados a que sea el Sevilla el recurrente rival del equipo catalán. Y esto es así porque nadie cuestiona la supremacía del Barcelona en los campeonatos nacionales en los últimos lustros. Ciñéndonos a la Supercopa de España, es el Barcelona, con 13 títulos, el equipo más laureado, seguido por los 10 del Real Madrid y 3 del Deportivo de la Coruña. Dos entrenadores blaugranas (Cruyff y Guardiola) ostentan los de entrenador con más títulos -3- y Messi es el jugador que ha ganado este campeonato en más ediciones -8- además de ser el máximo goleador con 13 tantos. Estas estadísticas clarifican el cuasi monopolio del equipo culé y el normal extrañamiento de ver cómo el parteneir sea el Sevilla, un club  de un menor status futbolístico y social que el Real o Atlético de Madrid. También por el hecho de que estos dos clubes se hayan enfrentado en las ediciones de la final de la Copa del Rey de 2016 y 2018.

imagen: Ciudad de Tanger

Sin embargo, la presente edición ha dejado interesantes conclusiones. En primer lugar, extrafutbolísticas. Por primera vez, el torneo se disputa a un solo partido en terreno neutral. La elección de Tánger, pese a las quejas del equipo sevillista, no supone la comercialización de los torneos análogos de Europa, celebrados en el estadio Nacional de China en Shangay, debido a la negativa de Real Madrid y Barcelona de firmar el multimillonario contrato chino para albergar las siguientes 5 ediciones de la Supercopa en territorio asiático.

El Barcelona, mezclando tramos de previsible control con efectivas tiralíneas trazadas por Messi, perdía la condición de intratable ante el desparpajo de un equipo andaluz que creía ciegamente en sus posibilidades.

 Asimismo, supone el primer partido oficial a nivel de clubes en España en el que se implementa el VAR y  que supone la inserción de las nuevas tecnologías en el arbitraje.

Entre los argumentos meramente futbolísticos, el encuentro dejó también sensaciones ambivalentes para el conjunto de Barcelona, pese al presumiblemente lógico triunfo blaugrana por 2-1. Y es que el equipo sevillista, se quitó el traje de mera comparsa visualizado en la final de Copa celebrada en Junio, para demostrar una mayor intensidad y velocidad al contragolpe. Fruto de esto, el equipo de Machín comenzó  adelantándose tras una gran jugada  de Muriel, bellamente ejecutada por Sarabia, momentáneamente anulada por el árbitro, pero finalmente validada por el VAR. El Barcelona, mezclando tramos de previsible control con efectivas tiralíneas trazadas por Messi, perdía la condición de intratable ante el desparpajo de un equipo andaluz que creía ciegamente en sus posibilidades. Sin embargo, un tiro libre de falta majestuosamente ejecutado por Messi y empujado por Piqué y un eléctrico zurdazo de Dembelé desde fuera del área, volvió a poner de cara un partido competido, complejo para el actual campeón de Liga y Copa. La transformación de Dembelé supuso la mejor noticia, convertido en el extremo vertical y driblador por el que el Barcelona se desembolsó casi 200 millones el pasado verano.

El postrero penalti favorable al Sevilla y marrado por Ben Yedder, supuso la constatación de un aplanamiento de jerarquías en la competición, y de que, a pesar de que el Barca cuenta con una pléyade de viejos y nuevos argumentos, la clase media-alta de la competición española ha aumentado su valor competitivo.

Este articulo ha sido escrito por Jaime Brigido Ramirez 

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