Por su trascendencia social, los clubes de fútbol han sido en ocasiones escenario de batallas de tinte político y social en la que las partes han usado todo tipo de estrategias. Una de esas batallas se libró en el Barça a finales del siglo XX

Desde la postguerra el F.C Barcelona había sido presidido con solución de continuidad por la aristocracia del empresariado textil catalán, vinculado al régimen de Franco durante casi todo el tiempo y más cercano al movimiento nacionalista en los años 70, cuando el país estaba dando un giro político evidente. El emergente nacionalismo tenía su candidato favorito para el proceso electoral de 1978, Ferrán Ariño, otro empresario textil; pero el ganador fue José Luis Núñez, un intruso en el circulo cerrado del mundo del dinero catalán: era originario de Baracaldo y se dedicaba a la construcción (su constructora Núñez y Navarro llegó a ser la mas importante de la ciudad).

Era por lo tanto visto con desconfianza en muchos sectores influyentes de Cataluña, sobre todo a partir de que en 1980 Jordi Pujol asumiera la presidencia del Gobierno autonómico. Además, si bien Núñez llenó el equipo de estrellas (Simonsen, Schuster, Maradona, Lineker…), los resultados no fueron los esperados durante los primeros años de su mandato, con un único titulo de Liga. La perdida de la final de la Copa de Europa en 1986, en Sevilla, contra el modesto Steaua de Bucarest fue la puntilla.

Desde la postguerra el F.C Barcelona había sido presidido con solución de continuidad por la aristocracia del empresariado textil catalán, vinculado al régimen de Franco durante casi todo el tiempo y más cercano al movimiento nacionalista en los años 70, cuando el país estaba dando un giro político evidente

Tras la final de Sevilla se empezó a montar un movimiento de oposición activa al mandato de Núñez. Su bautizó como Grupo D Òpinió Barcelonista, y estaba promovido por socios descontentos del rumbo del club. Este grupo publicó un anuncio en varios diarios en los que se mostraba un cupón recortable para que los aficionados lo rellenaran y mandaran a una dirección de cara a ir sumando apoyos con el objetivo de promover un cambio en la presidencia. La iniciativa tuvo un éxito sorprendente y el grupo fue formalizándose como alternativa de poder, a él se unieron además destacadas figuras del barcelonismo como el ex presidente Agustin Montal.

Desde la distancia Convergencia y Unió vio el cielo abierto para intentar tomar el control de la institución civil más importante de la zona. La tirantez con Nuñez había sido la tónica habitual de su década de mandato y el momento cumbre de desconfianza mutua fue que el mandatario estuviera reticente a vender los derechos televisivos del Barça a TV3, que era el instrumento de propaganda mas poderoso del partido en el gobierno. Personas con responsabilidades públicas como el director general de deportes, fueron acercándose al grupo y apoyando de forma discreta sus acciones.

Para enredar más el asunto la situación deportiva era poco propicia para el dirigente. Tras la traumática derrota en la final de la Copa de Europa el equipo se sumió en una fase depresiva de escasos resultados y pobre juego. De hecho no tuvo más remedio que cesar al único entrenador que le había dado un titulo de Liga, el ingles Terry Venables, a comienzos de la temporada 87-88, aunque su cambio por Luis Aragonés no dio tampoco los resultados esperados. Además el mas destacado comunicador deportivo, José María García, era muy critico con la directiva azulgrana y fustigaba a la misma con frecuencia en la media noche más oída del país. Núñez podía ofrecer cosas positivas como la buena situación económica de la entidad o el auge de secciones reforzadas en su mandato como el Baloncesto y el Balonmano, pero la mala situación del primer equipo de fútbol lo eclipsaba todo. Para colmo de males, surgió la rebelión de la plantilla en el llamado «Motin del Hesperia», por el conflicto con la directiva sobre la liquidación fiscal de los contratos.

Había sin embargo una baza que era la llave del triunfo para cualquiera de los dos contendientes y esa no era otra que Johan Cruyff. El holandés seguía siendo un mito para el aficionado culé, pese a que su gran primera temporada como jugador no tuvo continuidad en cuanto a éxitos destacados sus cuatro años siguientes (solo añadió una Copa del Rey en ese tiempo), y además había salido de España de mala forma con acusaciones de fraude fiscal. Cruyff había iniciado una carrera como entrenador tras colgar las botas en su Ajax, y las cosas le salieron bien a corto plazo; ganaría la Recopa de Europa en 1987 en un equipo en el que destacaba poderosamente un joven delantero destinado a marcar una época: Marco Van Basten. El Grupo D Opinió contactó con él para ofrecerle el puesto de Manager General en caso de acceder a la presidencia.

Pero el dirigente supo ver el peligro a tiempo. En esa época tenía apalabrado a Javier Clemente para ser el primer entrenador en la temporada 88-89. El técnico vasco estaba haciendo un pequeño milagro con el vecino de la ciudad, el Español, al que había llevado a Europa e incluso plantado en la final de la Copa de la UEFA. Pero buena parte de masa social azulgrana, seguramente no estaría dispuesta a olvidar tan fácilmente los conflictivos duelos que se habían dado años antes cuando Clemente entrenaba al Athletic de Bilbao y que habían concluido con la batalla campal de la final de Copa de 1984. Era por lo tanto un riesgo difícil de asumir y más cuando la oposición tenía la posible baza del holandés. De tal forma que Nuñez dio un giro a su estrategia y contrató a Cruyff como entrenador para la temporada siguiente a cambio de un contrato muy generoso (en realidad su bagaje como técnico no era muy amplio) amén de ofrecerse a liquidar sus deudas pendientes con el fisco español.

Nuñez dio un giro a su estrategia y contrató a Cruyff como entrenador para la temporada siguiente a cambio de un contrato muy generoso  dandole plenos poderes en la parcela deportiva. De esta forma desactivaba la gran baza electoral de la oposición

En 1989 se produjeron elecciones a la presidencia del Barça y el nacionalismo aportó su candidato en la figura de Sixto Cambra Sánchez; pero privado de su principal arma electoral, sus opciones fueron siempre muy reducidas. El resultado final fue bastante elocuente: 25.441 votos para Nuñez y 17.609 para Cambra. El fichaje de Cruyff había dado la llave para un nuevo mandato y el gobierno de la Generalitat seguía sin poder controlar el club deportivo más importante. Entre entrenador el presidente limpiaron el club de posibles disidentes en la plantilla; dieron nada menos que catorce bajar y contrataron a otros tantos

La relación Nuñez- Cruyff fue además muy compleja pero fructífera para el Barça. El presidente decidió apostar por él cuando no pocas voces pedían su destitución en las dos primeras temporadas, en función de su planteamientos ultra ofensivos y arriesgados, que se estrellaban con bastante frecuencia. Los éxitos terminaron por llegar y el Barça se convirtió en una referencia del futbol espectáculo y dejó de ser la eterna esperanza frustrada. Pero el final entre estas dos fuertes personalidades fue abrupto dado que los dos quería para sí todo el reconocimiento del éxito. Con todo, el gran beneficiado de la labor de estos dos grandes egos fue el Barça; el destino quiso que unieran sus caminos cuando estos parecían muy alejados.

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