La temporada del Barça ha terminado con la final de Copa en Sevilla. Una temporada de contrastes. Analizamos los momentos mas importantes del equipo blaugrana este año.

Corren tiempos de zozobra en Cam Barça. La derrota el sábado en el Villamarín ante el Valencia en la que era su quinta final de la copa del rey consecutiva, ha dejado un poso de melancolía y frustración a un equipo acostumbrado a las victorias obtenidas con una inercia casi burocrática en esta competición. Y la derrota en Sevilla, junto con la humillante actuación de Anfield empaña un año excelente. Las caras de los jugadores desde la debacle europea suponen un acto clarividente de fracaso autoinfligido, carente de justificación desde un plano racional. Olvidadas quedan la manita en el Camp Nou al Real Madrid sin el emblemático Messi, las portentosas victorias en la liguilla de la Champions ante el Inter de Milán y especialmente en el campo del a la postre finalista de la actual Champions, el Tottenham de Pochetino. Sin olvidar la Boda Roja perpetrada por dos ocasiones casi consecutivas en el mes de febrero al eterno rival en el Santiago Bernabéu que quebró definitivamente la temporada merengue antes de alcanzar el mes de marzo.

La derrota en Sevilla, junto con la humillante actuación de Anfield empaña un año excelente.

La gestión de las expectativas dependen de una multiplicidad de variables. Desde el punto de vista externo, la globalización del mundo del futbol implica una devaluación del máximo campeonato nacional, en beneficio de una competición europea de resonancias mundiales y provista de un formato que se ajusta más a un acontecimiento televisivo, donde el k.o y el juego por la supervivencia épica, deslucen las victorias ligueras –y de la propia Champions- del resto del año. La lógica del ganar o morir en Europa se ha impuesto en las mentalidades de los grandes clubes europeos, y por añadidura, en España, entre los tres grandes equipos de nuestra competición.

La inercia de esta injusta realidad, ha acompañado en estas últimas semanas a un Barcelona herido en una autoestima de equipo omnipotente, mancillada en una aciaga tarde-noche europea. Sin embargo, ese subjetivo estado anímico, presenta mayores interrogantes que el hundimiento histórico de Liverpool. Y es que las derrotas en Madrid, París, Turín y Roma en los años precedentes, elevan el tropiezo de este año en categoría con un simbolismo de peligroso fin de ciclo, que dentro de la lógica del actual Barcelona, desprende señales de verosimilitud por agotamiento.

Las derrotas en Madrid, París, Turín y Roma en los años precedentes, elevan el tropiezo de este año en categoría con un simbolismo de peligroso fin de ciclo.

Por otra parte, no se entiende la abulia mostrada en estas plazas señaladas, lo que indica un agotamiento competitivo en jugadores que lo han sido y ganado todo. Algo que contrasta con la reacción en Sevilla, donde la falta de recursos futbolísticos –y de remate y alineación tardía de jugadores como Malcom- no impidió un nervio y agresividad final –con Piqué haciendo las veces de Alexanco- que albergan una cierta esperanza de recuperación sentimental de un equipo que ha perdido parte de su alma e identidad en la búsqueda –y consecución- de un modelo futbolístico deslumbrante.

La pérdida gradual del equipo emblemático de 2008 –aún conservada por insignias de la masía como Messi, Piqué o Busquets-, abren la disyuntiva entre una mercantilización absoluta –personificada en los fichajes millonarios de Dembelé o Coutinho y la futura contratación de Griezmann, o la hibridación entre mercadotecnia e identidad que ha acompañado al equipo en esta década gloriosa. De la solución a esta disyuntiva dependerá su futuro.

Este articulo ha sido escrito por Jaime Brigido Ramirez 

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