La impronta de Johan Cruyff en el Barcelona es incuestionable. Hacemos un análisis de la llegada del astro holandés al Barça, su legado como jugador y la importancia de su figura como entrenador.
Corría el verano de 1973. La situación política en España era convulsa. El tardofranquismo había hecho despertar del sueño del desarrollismo de los años 70 y la crisis del petróleo de 1973 iba a tambalear económicamente las economías europeas. Futbolísticamente, era el primer año en que los clubes podían fichar jugadores extranjeros, tras la ley seca de 1962, por la cual quedaba prohibido hacerse con los servicios de profesionales foráneos. El motivo fue el decepcionante papel jugado en el mundial de 1962 y la escasez de figuras oriundas en el campeonato español.
Cruyff el fichaje que marcaría el mayor cambio dentro de la historia de una institución futbolística
La llegada de Cruyff tuvo mucho que ver con la astucia en los despachos del gerente del club Armando Carabán y tuvo que enfrentarse a reticencias varias, ya que el objetivo principal era Gerd Muller y el carácter de Cruyff era ya entonces, visto como conflictivo, anárquico y convulso. Sin embargo, tras dar el visto bueno el Parlamento holandés, se fraguó el fichaje que marcaría el mayor cambio dentro de la historia de una institución futbolística. Pese a que en 1978, el recién elegido presidente Josep Lluis Nuñez, se negó a renovarle por no hacer frente a sus deudas contraídas por malas inversiones empresariales, y a algunas intermitencias en su juego, señalado por difuminarse en algunos encuentros fundamentales, la impronta del genio holandés ha sido indeleble. Trascendiendo el punto de vista futbolístico.
La Barcelona de los años 70, resplandecía fruto de una apertura hacia el exterior en los últimos 60 y la consolidación de una burguesía financiera que se tradujo en un cambio cultural que trajo transformaciones sociales de enorme calado, expuesto de manera magistral en la novela de Ignacio Martinez de Pisón “El día de mañana”. La editorial Seix Barral y la llegada de la mejor literatura hispanoamericana, es un ejemplo paradigmático de la efervescencia que vivía una ciudad como Barcelona en pleno auge de la revolución cultural del 68. La aportación de Cruyff en aquellos tiempos fue enorme. Futbolísticamente, desarrolló un estilo propio, de una gran plasticidad, evocando manifestaciones propias de otras actividades culturales como el ballet o la danza, en palabras del propio Nureyev, acompañado por inevitables sombras como una altanería y temperamento egocéntrico y un genético instinto de enemistarse con todos los miembros de la directiva blaugrana.
La aportación de Cruyff en aquellos tiempos fue enorme. Futbolísticamente, desarrolló un estilo propio, de una gran plasticidad
Como entrenador, tuvo un mayor impacto si cabe. La invención del Dream Team, junto con la ejecución del “futbol total” acuñado por Rinus Mitchell, fue implementado en los primeros años de la década de los 90, mediante una disposición en el campo de los jugadores polivalente, difuminando las posiciones estáticas, y acabando así con una disposición clásica y convencional de ver el futbol. Cinco campeonatos domésticos consecutivos (91-95) y la consecución de la primera Copa de Europa de su historia en 1992 ante la Sampdoria de Vialli y Mancini, fueron los históricos resultados de su paso por el banquillo, además de transformar la Masia en una cantera con una idiosincrasia propia, una fábrica de jugadores con un molde distintivo y valores compartidos. La eclosión de esta a partir de la década de los 2000, no se puede explicar sin la aportación del genio holandés. Después de su retirada de los banquillos tras el cáncer de pulmón que le perseguiría hasta su muerte en marzo de 2016, su ascendencia continuó en la directiva del club y como Presidente de honor, cargo del que fue desposeído con la llegada de Rossell a la presidencia.
El fichaje de Cruyff supuso el inicio de fichajes mediáticos de futbolistas de primer orden como Maradona, Schuster, Romario o Figo, todos ellos con tormentosas salidas del club y la fijación del Barcelona como club instalado perpetuamente en la élite.
El legado de Cruyff es infinito en el Barcelonismo como modelo estético futbolístico, así como transmisor de un carácter único
No hay duda alguna de que el legado de Cruyff es infinito en el Barcelonismo como modelo estético futbolístico, así como transmisor de un carácter único que ha impregnado cada rincón de can Barca. Más allá de la leyenda.
Este articulo ha sido escrito por Jaime Brigido Ramirez