La temporada toca a su fin con el seguro triunfo del Real Madrid en el campeonato de la regularidad, y la mayor parte de las posiciones finales bastante definidas. La falta de competición por el titulo demuestra unas diferencias de capacidad competitivas muy evidentes.

 Desde la temporada 2004-2005 el resultado de campeones en España es muy significativo: diez campeonatos del Barça siete del Real Madrid y dos del Atlético de Madrid. Un duopolio solo alterado por el equipo de Simeone. Nada queda de viejas alternativas al título como lo fueron en los comienzos del siglo XXI el Deportivo de la Coruña y el Valencia. Los gallegos cayeron en el fango de las divisiones inferiores y el Valencia lucha contra una decadencia deportiva que el mandato de su propietario Peter Lim ha acelerado de forma inevitable.

De esta temporada que esta a punto de concluir va a quedar una sensación inequívoca: la que el Real Madrid se sitúa muchos cuerpos por encima de sus rivales para el campeonato. No han tenido la mas mínima trascendencia las bajas de Courtois, Militao o Alaba. Solo cedieron el derby del Metropolitano (3-1), y en la mayoría de partidos han mostrado una superioridad destacada, una sensación de no necesitar una gran esfuerzo por sacarlos adelante. En definitiva, que transita en una liga en la que no encuentra rivales de fuste.

Una buena gestión deportiva ha provocado esa situación: sus dirigentes han entendido la evolución del fútbol moderno mejor que nadie. Si además se cuenta con una cuenta corriente llena capaz de llevar a cabo incorporaciones de elevado precio, la cosa se pone aun mas favorable. Han llenado el equipo de piernas jóvenes, atléticas y con calidad. La importancia del un buen fondo físico en el fútbol moderno debe ser la regla de oro de cualquier planificación de un equipo de élite. Un ritmo elevado de juego se impone en la mayoría de los partidos, y la consecuencia mas evidente es que suele ganar aquel que sabe aprovechar los momentos puntuales de desfallecimiento del contrario. La diferencia de calidad que marca la chequera hace el resto. No solo parece inalcanzable en la liga española; casi amenaza con convertir la Champions en un Trofeo Bernabéu renovado

Si el Madrid transita con solvencia en casi todos los frentes, sus rivales nacionales se adentran en la desazón. En el Barça no hay más horizonte cercano que la del talento de sus perlas de la cantera que necesitan un acompañamiento del que no disponen y en Atlético nada parece quedar de esa ambición que jalonó los nueve primeros años del cholismo.

Si el Madrid transita con solvencia en casi todos los frentes, sus rivales nacionales se adentran en la desazón. El Barça no ha podido mantener las sensaciones de su merecida Liga del ejercicio pasado. Todo suena extraño en el entorno azulgrana; cuando su equipo deportivo compuesto por Mateu Alemany y Jordi Cruyff parecía haber encontrado un cierto criterio y rumbo, el mismo salió de forma abrupta y llegó todo el clan Mendes a dominar el cotarro. Las consecuencias son las ya conocidas: incorporaciones de rendimiento dudoso como los Joaos, fichajes con aire estrambótico como el de Victor Roque y el único clavo ardiendo de uno jóvenes talentos a lo que se les está quemando demasiado pronto. La dimisión/vuelta de Xavi es una manifestación más de la desorientación en la que esta sumida la entidad con más capacidad de autodestrucción del mundo. Parece evidente que la continuidad del dimitido técnico responde más a la ausencia de cualquier sustituto de garantías que a una confianza en la solvencia del proyecto; no suele ser formula que funcione bien. La presidencia de Laporta (que dicho sea de paso heredó un marrón económico de dimensiones cósmicas) se adentra mucho más en el populismo efectista que en una idea solida de club. La quiebra económica contra la que se lucha sin desmayo, le impide afrontar las incorporaciones necesarias y no hay más horizonte cercano que la del talento de sus perlas de la cantera que necesitan un acompañamiento del que no disponen. Sus invocaciones permanentes al ADN barcelonista no pasan de ser una apelación emocional y simbólica a un pasado que ha sido superado por el fútbol moderno

La sensación de decadencia se manifiesta si cabe aun mas en el Atlético. Nada parece quedar de esa ambición que jalonó los nueve primeros años del cholismo. Con sus dirigentes instalados en la zona de confort que marca la plaza Champions, todos los mensajes institucionales van en dirección de manifestar el más rancio conformismo; no es de extrañar que ese credo llegue a una plantilla acomodada, veterana y que se cae a pedazos, por más que aun sea capaz al amparo del fortín del Metropolitano de producir noches de desenfreno como las dos victorias sobre el Madrid (si, si, no fue ningún sueño) o la noche europea ante el Inter. No hay una sola línea del equipo que no necesite una renovación profunda; en su defensa o falta calidad o sobran lesiones, en su media hay una carencia de físico incompatible con el fútbol moderno y en su delantera el único delantero de real nivel se pasa mas tiempo lesionado que jugando. Desde la liga de 2021 la descapitalización del equipo ha sido progresiva y no hay mas plan que echarse en las manos del mago Simeone que en contra de lo que no pocos indocumentados señalan, duplica en rendimiento cada euro de su generoso sueldo, ya que la racanearía de la directiva y la labor mas bien deplorable de los encargados del asunto deportivo, se las apañan para cada temporada entregarle peor equipo que el ejercicio anterior. La reciente publicación de las cifras reales de inversión neta en la plantilla en los último doce años revela con claridad la falta de ganas existentes en la parte noble por dotar al equipo de lo necesario.

Estado de la situación. Una Liga con escasa inversión y pocas estrellas, que en realidad este año ha palidecido frente a las emociones y el desenfreno que por ejemplo ofreció la Copa del Rey. Entidades que no salen de su letargo por falta de medios (Valencia) o que parecen adentrarse en un agujero negro del que no les resultará fácil salir por sus pobres resultados y luchas intestinas (Sevilla). Otros que no acaban de dar el salto (Betis). Quedan quizá los equipos vascos como ejemplo de rendimiento destacado en atención a sus limitaciones y la enorme sorpresa del Girona que ha dado salsa al campeonato gracias a su hazaña. Pero para hacerse a una idea del estado de la situación, el precio que pagó por Bellingam el Real Madrid casi equivalió al gasto en fichajes de todo el resto de equipos de Primera División. La Liga española va en una clara dirección de equiparase con el campeonato francés, en donde el PSG reina sin oposición alguna, sin que apenas quepa posibilidad de revertir la situación. No es que los otros grandes no resulten una amenaza; es que la propia clase media da la sensación de no tener el nivel adecuado. Esta temporada sin su portero titular y la línea defensiva marcada por las lesiones, al Madrid le ha sobrado casi toda la segunda vuelta. El año que viene, con la llegada de Mbappe, quizá se le pueda entregar el trofeo en la décima jornada

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