El 22 de febrero de 2022 la Federación de Fútbol de Estados Unidos ha reconocido la igualdad salarial entre sus equipos masculino y femenino. Un momento histórico conseguido gracias a la intensa reivindicación de las principales futbolistas del país.

La selección femenina de Estados Unidos lo ha conseguido. A partir de este año las jugadoras norteamericanas recibirán las mismas remuneraciones que los futbolistas varones. El mejor equipo de la historia del fútbol femenino consigue otro logro. Posiblemente el más importante de todos. Este éxito tiene unas implicaciones sociales incalculables.

El fútbol femenino en Estados Unidos es el deporte más practicado entre jóvenes y adolescentes. Su arraigo es total en competiciones universitarias y en institutos. La liga profesional estadunidense es la mas importante del mundo. Por todos estos motivos la selección es una potencia cuasi imbatible. Ha conquistado los últimos dos mundiales. Jugadoras como Megan Rapinoe o Alex Morgan son deportistas referenciales con influencia más allá de lo deportivo y de las fronteras de Estados Unidos.

La selección femenina de Estados Unidos lo ha conseguido. A partir de este año las jugadoras norteamericanas recibirán las mismas remuneraciones que los futbolistas varones.

El elenco de futbolistas que componen la selección norteamericana no se ha conformado con éxitos deportivos. La capitana de la selección, Megan Rapinoe se ha convertido en una influyente activista. Incluso mantuvo un bravío enfrentamiento con el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Rapoine ha manifestado la necesidad de consumar la igualdad efectiva de aquellos colectivos que siguen sufriendo fuertes discriminaciones en Estados Unidos. Las acciones de Raponie no se limitan a discursos y soflamas sin más. En 2016, Megane, junto con sus compañeras de selección, Alex Morgan, Carli Lloyd, Becky Sauerbrunn y Hope Solo emprendieron una campaña exigiendo igualdad salarial en el fútbol de Estados Unidos.

Contextualicemos, la selección de Estados Unidos femenina era en 2016 campeona del mundo tras conquistar el Mundial de Canadá. Ocupaba el ranking número uno de la FIFA. Su repercusión mediática la convertían en el equipo de referencia en Estados Unidos. Muy superior en términos mediáticos y publicitarios a la selección masculina. Por el contrario, el equipo masculino, no consiguió clasificarse para el Mundial de Rusia de 2018. Los contratos publicitarios eran inferiores a sus homologas femeninas. Incluso la asistencia de aficionados a los partidos de la selección era superior en el equipo femenino que en el masculino.

La discriminación salarial que padecían los futbolistas estadunidenses no obedecían a términos deportivos. Tampoco se basa en cuestiones económicas, “recibes en función de lo que generas”. Ni por ser un equipo con poca visibilidad social. Las chicas de la selección de fútbol de Estados Unidos tenían más éxito deportivo. Además generaban mas dinero y eran más conocidas en su país que los futbolistas varones. Por tanto, la discriminación salarial obedecía a una única razón, eran mujeres. Injusto, intolerable y por su puesto necesariamente reversible.

Por ello la campaña emprendida en 2016 no solo era justa, era necesaria. Revertir las injusticias, por obvias que puedan parecer, nunca es fácil. Las primeras acciones de las cinco intrépidas jugadoras fue una declaración pública. La Federación prácticamente las ignoró. Sin embargo aquellas reivindicaciones supusieron una crisis profunda en la Federación. En 2017, Carlos Cordeiro, consiguió la presidencia federativa con un discurso apelando a la igualdad.

La discriminación salarial obedecía a una única razón, eran mujeres. Injusto, intolerable y por su puesto necesariamente reversible.

Sin embargo y a pesar de las expectativas generadas la llegada de Cordeiro no supuso un paso al frente para la equiparación salarial. La campaña de las futbolistas estadunidense continuó. Poco a poco fueron ganando adeptos y en 2019 toda las jugadoras de la selección estaba inmersa en la campaña reivindicativa.

Los mensajes ‘Equal Pay’ acompañaban a la selección de Estados Unidos por todo el mundo. Camisetas, pancartas, letreros y canticos apoyaban una lucha que se convirtió en un altavoz imparable. En Lyon, el 7 de julio 2019, un estadio lleno aclamaba a las nuevas campeonas del mundo de fútbol. Estados Unidos alzaba la copa al aire. De aquellas gradas salió un rugido ensordecedor “Equal Pay”.

Ese mismo año y ante la negativa de la Federación a abordar la cuestión de la igualdad salarial, las jugadoras de la selección interpusieron una demanda contra el ente federativo. Aquel fue el principio del fin de Carlos Cordeiro. Una defensa jurídica torpe y trasnochada alegó la inferioridad física de las mujeres respecto a los hombres. Definitivamente el presidente de la Federación había quedado deslegitimado.

Meses después Cordeiro dimitió. En 2020 la sustituyó en el cargo la exfutbolista internacional Cindy Parlow. La igualdad salarial estaba cada vez mas cerca. El pasado martes 22 de febrero la Federación de Estados Unidos hacia pública su decisión de igualar las retribuciones que reciben hombres y mujeres por jugar en la selección. Las futbolistas estadunidenses habían vencido. Por fin habían derribado la injusticia. Llegar a ese día no fue fácil, pero mereció la pena.

Megan Rapinoe declaró “¡Cuando nosotras ganamos, todo el mundo gana!”. Y es que su victoria, la de todas las futbolistas estadunidenses, supone un legado que ayudara a hacer un mundo mejor. Un lugar más justo, donde la igualdad real entre mujeres y hombres sea posible. ¡Equal Pay!

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