En mayo de 2020, Virginia Torrecilla, capitana de la selección española y jugadora del Atlético de Madrid fue operada con éxito de un tumor cerebral. Desde entonces lleva meses mostrando al mundo su lucha y esfuerzo para lograr su recuperación.
Afortunadamente y como casi todo en la vida, los aficionados al fútbol son diversos. Los hay calmados, otros son pasionales, algunos son más reflexivos y por desgracia también los hay incontrolados y agresivos. Es indudable que, para los futboleros, independientemente de cómo se aproximen al juego, el fútbol es un espectáculo muy valioso en sus vidas.
La relevancia del fútbol en la sociedad actual hace que en muchos casos los futbolistas sean referentes, iconos y ejemplos a seguir. Los niños y niñas los idolatran. Sin embargo, los jugadores antes de símbolos populares son seres humanos. Como tales conviven con defectos y virtudes como cualquiera de nosotros. En algunas ocasiones los y las futbolistas no proyectan con sus acciones o su forma de vida valores agradecidos. Es relativamente sencillo recordar al ídolo futbolístico ejercitando una conducta reprobable. Incluso fuera de los terrenos de juego.
Pero del mismo modo, en otras ocasiones, los y las futbolistas son capacees de proyectarnos actos deportivos, solidarios, gratificantes que reflejan cualidades honorables que son un magnifico espejo para la sociedad.
Virginia no se ha escondido y nos ha mostrado a todos como pelea diariamente contra su enfermedad. Un gran ejemplo de lucha. Sin duda se ha convertido en un referente al que seguir y por su puesto admirar.
En los últimos meses hay una jugadora de fútbol que está dando un ejemplo de superación excepcional. Se trata de Virginia Torrecilla jugadora del Atlético de Madrid y de la Selección Española de Fútbol. En mayo de 2020 (maldito año) Virginia anunció públicamente que se le había diagnosticado un tumor cerebral. Días más tarde fue operada con éxito. A partir de ese momento la vida de la jugadora mallorquina cambió por completo.
Virginia no se ha escondido y nos ha mostrado a todos como pelea diariamente contra su enfermedad. Un gran ejemplo de lucha. Sin duda se ha convertido en un referente al que seguir y por su puesto admirar. A través de sus redes sociales ha tenido la valentía de explicarnos cada una de las etapas que iba superando. Sus historias son motivadoras, ejemplarizantes, pero sobre todo humanas.
Virginia no es una cualquiera en el futbol español. Con la Selección Española ha jugado dos Mundiales y dos Eurocopa. Formada en equipos modestos del fútbol mallorquín con apenas dieciocho años fichó por el F.C. Barcelona. Con el equipo blaugrana ganó tres Ligas y dos Copas de la Reina. Su gran nivel futbolístico la llevó a jugar a Francia, posiblemente la liga de fútbol femenina más potente de Europa. En 2015 ficha por el Montpellier. Tras el Mundial de 2019 retornará a España fichando por el Atlético de Madrid.
Esta semana Virginia colgaba en las redes sociales que había vuelto a correr. Con la misma tenacidad con la que disputa el balón en el terreno de juego Virginia trotó durante un kilómetro. Un paso más. Su meta cada vez está más cerca.
Virginia es una sacrificada centrocampista. Una jugadora que equilibra tácticamente un equipo. Es básicamente un elemento de cohesión. Paradójicamente, esta función de adherencia ha sido una constante en los avatares que ha vivido desde mayo. Las muestras de apoyo que recibe la jugadora mallorquina son innumerables. Emociona verla rodeada de su familia, amigos y de sus compañeras de equipo y profesión.
En estos últimos meses todo lo que gira alrededor de Virginia desprende aroma de solidaridad y compromiso.
En estos últimos meses todo lo que gira alrededor de Virginia desprende aroma de solidaridad y compromiso. Capitana de la Selección estuvo presente en la Ciudad Deportiva de las Rozas para acompañar a sus compañeras de equipo. El brazalete no es una simple tela atada al brazo. Un líder lo es siempre y lo demuestra en cada momento.
El Estadio del Atlético de Madrid Femenino en Alcala de Henares ha tatuado sus paredes con una preciosa frase que dice “Por ti, por Vir, por todos, Atleti”. Emotivo y emocionante fue aquel abrazo que sus amigas y compañeras colchoneras dieron a Vir en el vestuario antes de un partido. La imagen, potente sin duda, desprendía compromiso, bondad y ante todo compañerismo.
Pero la historia de Virginia trasciende más allá de unos colores, un deporte y una camiseta. Todos los equipos rivales no dudan en mostrar su solidaridad y cariño al ejemplo que está dando la jugadora mallorquina.
Las muestras de respeto y admiración han saltado incluso al fútbol masculino. Su compañero en el Atleti, Diego Costa, marcó un gol en San Mames y mostró una camiseta rojiblanca con el número 14. Era la camiseta de Vir. El pasado miércoles en los prolegómenos del partido de Copa del Rey que disputó el Atletico de Madrid ante el Cardassar Virginia hizo el saque de honor.
Esta misma semana Virginia ha amadrinado una iniciativa con el sindicato de futbolistas para recaudar fondos contra el cáncer. El eco de este apoyo llegó a Iker Casillas y a Rafa Nadal que han secundado públicamente la labor de Virginia.
La historia de Virginia Torrecilla, una futbolista de elite que de un día para otro fue operada de un tumor en la cabeza, muestra entereza y optimismo. Es un relato de superación diaria mostrado con total naturalidad en las redes sociales. Es una historia que nos reconforta con el fútbol. Un deporte que convive con sus miserias, pero que también nos da muestras de ejemplos admirables.
Gracias a Virginia el futbol nos ha enseñado una cara solidaria, comprometida, humana y sobre todo bondadosa. Un deporte unido, mas allá de rivalidades y colores. Esencialmente nos ha proyectado los valores de un deporte fraternal. Vir con su admirable naturalidad ha reflejado tenazmente un esfuerzo y una lucha constante. El legado que deja esta historia es un ejemplo de vida digno de admiración.
Ni conocía la historia. Mucha fuerza para Virginia y para esferico.es. Gracias por compartirlo
El deporte también es eso, solidaridad y ejemplos de superación. Mucho ánimo para Virginia y gracias por este artículo.