Simeone lleva casi catorce años entrenando al Atlético de Madrid. En este tiempo y por razones consustanciales al puesto se ha enfrentado a numerosas ruedas de prensa. En el actual fútbol, donde el negocio fagocita al deporte la comunicación es parte esencial del juego. Desgraciadamente esto provoca que lo coyuntural prime sobre lo estructural. En esta toxicidad sistémica el Cholo se ha desenvuelto con inteligencia, ha dicho mucho, pero ha contado poco.

Sin embargo, poco, no significa nada. Simeone en este tiempo ha deslizado consignas y mensajes de profundo calado institucional. Una de los más importante fue aquella que versaba así, “Somos cuatro patas que necesitamos estar fuertes, necesitamos estar juntos”. Una mención directa a la unidad de futbolistas, técnicos, directivos y aficionados.

Las ultimas eliminaciones en Champions y Copa del Rey, sumado al distanciamiento en la pelea por la liga, han provocado que gran parte de la prensa deportiva califique de martirio el mes de marzo vivido por los atléticos.  Sin embargo, en el purgatorio incandescente colchonero solo se quema una pata, la del entrenador. Para lo bueno y para lo malo en el Atlético de Madrid todo pasa por Simeone. La situación es tan surrealista que el Cholo ya no es solo responsable de sus aciertos y errores, sino que también debe sufragar los equívocos de todos los estamentos del club.

La realidad es que en esta tesitura muchos viven cómodos. La directiva no es apremiada cuando llegan los malos resultado, generándose así una falsa idea de tranquilidad institucional. Los futbolistas no sienten responsabilidad en la derrota, viven tranquilos sin el trago amargo del reproche.  La afición, leal e incasable durante las más penosas travesías del Club se fracciona partido a partido. La parte mayoritaria sigue venerando a Simeone, sin embargo, sus adhesiones menguan paulatinamente.

Posiblemente, los éxitos cosechados por Simeone en el pasado se han convertido en su mayor enemigo. Da igual la plantilla que se le confeccione. Importa muy poco si el planten está desequilibrado o si existe falta calidad en los jugadores, al Cholo se le va a exige ganar.

Este absurdo contexto provoca en mí una reflexión. Creo honestamente que Simeone cobra demasiado pero demasiado poco. En el actual futbol hiper-profesionalizado él solo es capaz de asumir las exigencias institucionales del club, a la vez que ejerce la responsabilidad comunicativa y deportivas del equipo. Pero no se queda ahí, si las gradas están timoratas entonces, también coge el timón de animación. La dejación de funciones de muchos ha llevado al Cholo a la hiperactividad. Pues a pesar de estas circunstancias y su implicación emocional con el Atleti algunos ya no lo quieren ver más.

Posiblemente, los éxitos cosechados por Simeone en el pasado se han convertido en su mayor enemigo. Da igual la plantilla que se le confeccione. Importa muy poco si el planten está desequilibrado o si existe falta calidad en los jugadores, al Cholo se le va a exige ganar. ¿Por qué? Porque ya lo ha hecho.

La realidad en 2025 es que hay ciertos sectores de la masa social colchonera que ya no se conforman únicamente con competir. Necesitan ganar. Influye en muchos de ellos un contexto mediático con falta de empatía hacia el Atleti. Posiblemente las actuales tendencias sociales, proclives al hedonismo y a la inmediatez encajan poco con la perseverancia del histórico “coraje” y “corazón”.

En definitiva, algo huele mal en Dinamarca. Una pena, posiblemente Simeone no nos merece.

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