
El fútbol siempre deja historia para el recuerdo. Hoy narramos una de ellas. Hace años un entrenador vetó la entrada del vestuario a un sacerdote. Décadas después ese clérigo proscrito se convirtió en papa.
Muchos se han empeñado en relacionar fútbol y divinidad. De hecho, Diego Armando Maradona en uno de sus celebres goles a Inglaterra en el mundial de 1986 dijo que el tanto era obra de la mano de Dios. Ni más ni menos, ¡Toma ya!
Michael Robinson contaba que después de su primer partido en Osasuna llamó a su padre para comentarle que su nuevo equipo debía ser realmente flojo, sino como era posible que rezaran antes de salir al terreno de juego implorando ayuda divina.
En Glasgow, Escocia, la rivalidad entre Celtic y Rangers va más allá de lo meramente futbolístico. Estos dos clubes son estandartes de dos comunidades religiosas enfrentadas, protestantes de azul, católicos con rayas verdes. En este enfrentamiento y debido en gran medida a la globalización del futbol moderno, se han producido situaciones paradójicas.
El ferrolano Nacho Novo, nacido y criado en un país de tradición histórica católica como España marcaba goles para los Rangers. Cuando esto sucedía muchos protestantes de Glasgow lo celebraban. Incluso vitoreaban las jugadas de un discípulo del papa de Roma. Algo cuanto menos curioso en un contexto como ese.
Si nos detenemos en la figura del papa, el fútbol tampoco es indiferente en él. Jorge Bergolio, el sumo pontífice, es un reconocido hincha de San Lorenzo de Almagro. Algo que no es de extrañar dado el origen del equipo argentino. El Club Atlético San Lorenzo de Almagro se fundó en 1908 en Buenos Aires. En el nacimiento de la entidad tuvo un papel vertebral un sacerdote salesiano llamado Lorenzo Massa.
Si nos detenemos en la figura del Papa, el fútbol tampoco es indiferente en él. Jorge Bergolio, el sumo Pontífice, es un reconocido hincha de San Lorenzo de Almagro.
Bergolio nunca fue indiferente a su pasión futbolística. De hecho, muchos antes de ser conocido mundialmente, en una época en la que era un simple párroco fue expulsado del vestuario de San Lorenzo.
La anécdota sucedió en la temporada de 1998, San Lorenzo había comenzado de forma muy irregular la temporada. La directiva decidió dar un golpe de timón y contrató al Coco Basile. Un entrenador curtido en mil batallas, exseleccionador argentino y con fama de tener mano dura.
En su primer partido como entrenador, Basile se topó con un elemento extraño en el vestuario. Antes de saltar al campo, apareció un capellán con sotana que comenzó a saludar a los futbolistas de San Lorenzo. Aquel hombre era Jorge Bergolio. El Coco, rígido y de códigos estrictos no pudo digerir que la intimidad de la caseta fuera violentada por un cura. No lo permitió más. Bergolio no volvió, se lo prohibieron.
El Coco, rígido y de códigos estrictos no pudo digerir que la intimidad de la caseta fuera violentada por un cura. No lo permitió más. Bergolio no volvió, se lo prohibieron.
Durante décadas Basile desconoció la identidad de aquel sacerdote al que había expulsado. Se enteró casualmente cuando una noche coincidió con Fernando Miele en un restaurante bonaerense allá por finales de 2020. Miele era el presidente de San Lorenzo cuando Basile se hizo cargo del equipo. Esa noche le informó que el eclesiástico al que cerró por siempre el vestuario era hoy el papa de Roma.
Desde 2013, cuando una fumata blanca anticipó la llegada de un hincha de San Lorenzo de Almagro a la basílica de San Pedro el equipo de futbol con mayores conexiones divinas está el del barrio de Boedo de Buenos Aires.
El fútbol está es parte da la vida, de la humana y de la divina. Es una pasión que muchas veces va más allá de la propia religión. El papa sabe mucho de ello.