
«En el fútbol no siempre gana el más poderoso, ni siquiera el mejor. ¿Cómo hace el débil para ganar? Porque no ganan por poderío, o porque son más grandes, o porque son más fuertes, o porque tienen más recursos… Los débiles ganan porque usan la imaginación, usan la fantasía, usan la creatividad».
Marcelo Bielsa
Del fútbol se ha dicho que es el deporte más democrático, cualquier equipo puede ganar a otro a un solo partido. Los equipos más limitados técnicamente tienen armas futbolísticas para poderse llevar la victoria. Las jugadas a balón parado, el rigor táctico o una buena condición física son instrumentos que ayudan a competir cuando tienes enfrente un rival superior.
Ejemplos de partidos ganados por equipos modestos frente a rivales de prestigio hay miles en la historia del fútbol. Sin embargo, los campeonatos ganados por equipos humildes son escasos. Son milagros, historias de superación que te reconfortan con este deporte. En la mayoría de estos episodios, la victoria refleja valores de superación personal y colectiva.
En 1982, la Europa futbolera vivió uno de estos momentos extraordinarios. Un humilde club semiprofesional de Suecia ganó la Copa de la UEFA. Aquel equipo era el Göteborg y su historia merece ser recordada.
Pero para entender la épica del aquel logro es conveniente contextualizar las competiciones europeas de fútbol de los años ochenta. Aunque parezca osado decirlo, en ese tiempo, la Copa de Europa no era el trofeo que entrañaba mayor dificultad. Posiblemente la Copa de la UEFA, competición antecesora de la Europa League, era un torneo algo más enrevesado.
En la temporada de 1981- 82 el Göteborg, contra todo pronóstico, sorprendió a los mejores equipos de Europa y se alzó con la Copa de la UEFA.
Durante décadas, la Copa de Europa, la disputaban únicamente los campeones de Liga. La Recopa la jugaban los vencedores de las Copas Nacionales y la UEFA era una competición donde acudían una amalgama de equipos que iban desde el segundo al quinto clasificado de los torneos ligueros. Ese enjambre de competidores provocaba que en algunas temporadas los equipos más potentes y en mejor forma del continente disputaran ese torneo.
En la temporada de 1981- 82 el Göteborg, contra todo pronóstico, sorprendió a los mejores equipos de Europa y se alzó con la Copa de la UEFA.
Ese equipo lo entrenaba un joven revolucionario del fútbol llamado Sven Göran Eriksson. Años más tarde se convirtió en el primer seleccionador de Inglaterra no nacido en Reino Unido. El primer gran éxito que tuvo Eriksson en su carrera fue aquella UEFA de 1982. Armó un correoso equipo estructurado en un ordenado “4 4 2”. Lo meritorio y sorprendente es que lo consiguió con futbolistas amateurs. Aquel Göteborg, lo formaban, mecánicos, profesores, electricistas y fontaneros.
Aquella hazaña fue de tal envergadura que hasta hoy el Göteborg es el único club escandinavo que ha sido capaz de ganar una competición europea de fútbol. La Copa de la UEFA de la temporada 1981-1982 fue la primera, pero no la última. Años más tarde conquistarían otra, si bien la segunda ya no tendría tanta épica sorpresiva.
Los pupilos de Eriksson dejaron por el camino al Haka finlandés, el Sturm Graz, el Dinamo de Bucarest, el Valencia CF y el Kaiserslautern. En la final, les esperaba el poderoso, Hamburgo de la Alemania Occidental. En un doble enfrentamiento, el Göteborg venció por con un global de cuatro goles a cero. Una victoria antológica para un equipo semiprofesional.
Se dice que el día antes de la gran final Glenn Hysen, defensa central, no pudo acudir al entrenamiento. Algo insólito en el mundo del fútbol. Glenn tenia una excusa de peso. Su profesión de electricista le obligó a acudir a una emergencia. Con su cuadrilla tuvo que solventar un problema eléctrico que había surgido en uno de los Centros Comerciales de la ciudad.
La espontaneidad, la humildad y la naturalidad cateterizaron aquella victoria del Göteborg. Observando la opulencia del fútbol actual, una historia como la del equipo de Erikson parece imposible de acontecer hoy en día. Si bien en este deporte ha habido momentos maravillosos como la victoria de los futbolistas suecos en 1982.
No fue el único caso. Tord Holmgren, el delantero, se desempeñaba también como fontanero. Antes del partido más importante de su carrera tuvo que abandonar la concentración para arreglar una fuga de agua. Sin embargo, esa distracción no le impidió marcar un gol en la gran final.
La espontaneidad, la humildad y la naturalidad cateterizaron aquella victoria del Göteborg. Observando la opulencia del fútbol actual, una historia como la del equipo de Erikson parece imposible de acontecer hoy en día. Si bien en este deporte ha habido momentos maravillosos como la victoria de los futbolistas suecos en 1982. Son este tipo de proezas las que hacen del fútbol el deporte rey. Victorias de equipos modestos, copas que se alzan de forma inesperada. Momentos inolvidables que sirven de inspiración para la vida. Como dijo Jorge Valdano, el fútbol es lo más importante de lo menos importante.