El mercado de fichajes está siendo escaso en el Atlético de Madrid. Analizamos la pobre actividad que ha habido en las oficinas de la entidad del Metropolitano este verano.
El pasado 19 de mayo Osasuna asaltaba con contundencia el Metropolitano. Los rojillos goleaban al Atlético de Madrid en la penúltima jornada de liga. Ese día saltaron todas las alarmas en el club colchonero.
Muchos de los periodistas que orbitan alrededor del consejero delegado comenzaron a filtrar que este verano, Sí. Durante la canícula se va a acometer una profunda remodelación de la plantilla. Después de varias temporadas de desamortización, la propiedad lanza el mensaje que se acudirá al mercado masivamente.
La temporada acabaría una semana después. El Atleti cumple su objetivo de forma agónica. Termina la temporada en la cuarta posición, puesto que le permite disputar una vez mas la Champions League, la gallina de los huevos de oro. Sin embargo, entre la afición rojiblanca corre una sensación de desafecto. Las nefastas actuaciones realizadas por el equipo fuera de casa, con una alarmante falta de actitud, hacen germinar, entre los colchoneros, la idea de que muchos futbolistas han acabado su ciclo en el Atleti.
La disputa de la Eurocopa y la Copa América difuminan el foco. La afición futbolera se centra en una España que culmina una gesta inesperada. Pasada la borrachera provocada por la selección llega la resaca para los atléticos.
El Atleti comienza a desprenderse de futbolistas históricos. Muchos de ellos jugadores completamente amortizados. Peloteros que ya habían consumido su etapa en la entidad rojiblanca. Sale Memphis, Saul, Morata, Hermoso, Savic y un tal Paulista. Se inicia una limpia que posiblemente llega tarde. Paradójicamente apenas se recibe dinero, solo la venta de Morata deja algo en la caja.
La dirección deportiva muestra signos claros de agotamientos. A través de filtraciones a la prensa se marcan objetivos de mercado. Con el paso de las semanas, las cartas marcadas, cambian de color como un truco de magia de Juan Tamariz. El problema es que la afición no puede vivir solo de ilusiones.
Si bien, durante el verano, el club lleva a adelante una ampliación de capital. Según las propias palabras del consejero delegado, la inyección de dinero tiene como objetivo invertir en fichajes. Lo extraño del tema, es que los fichajes no llegan. A primeros de agosto solo se sabe con certeza que el Atleti tiene atado a Le Normad. Este paramo está llevando a los atléticos a cierto estado de nerviosismo. O mas bien a una decepción crónica que tiene indicios de convertirse en depresión.
La dirección deportiva muestra signos claros de agotamientos. A través de filtraciones a la prensa se marcan objetivos de mercado. Con el paso de las semanas, las cartas marcadas, cambian de color como un truco de magia de Juan Tamariz. El problema es que la afición no puede vivir solo de ilusiones. Ya no son creíbles las mega operaciones que cínicamente relata la propiedad en sus diarios oficiales.
Se habla de Julián Álvarez. Según los relatos mágicos vamos a por él. Un primer espada que ha tenido entre sus manos la copa de campeón del mundo y la orejona. Ese es ahora el objetivo del Atleti. Podría ser, no lo dudo. Pero cuesta demasiado creer esa historia cuando una semana antes un modesto delantero ucraniano del Girona te ha despreciado públicamente.
Pero el escozor no se acaba ahí, el director deportivo del Atleti, o el que compre en el club, es incapaz de fichar al defensa central del todopoderoso Feyenoord de la liga holandesa. No hay problema, traeremos a Lenglet y repescamos a Hermoso. Los descensos por el Sella no son tan vertiginosos como las devaluaciones en los planes del Atleti.
El desastre de este verano, como los de muchos anteriores, no se disimula con ínfulas irreales. La dirección deportiva en este club vive desorientada. Incapaz de percibir una realidad dolorosa. Hoy muchos futbolistas mercantes que prefieren los cheques de otros muchos equipos europeos.
Si nuestra dirección deportiva es inoperante tratando de fichar a Mikel Merino, resulta cómico pretender que nos creamos que Julian Álvarez es una posibilidad real.
El desastre de este verano, como los de muchos anteriores, no se disimula con ínfulas irreales. La dirección deportiva en este club vive desorientada. Incapaz de percibir una realidad dolorosa. Hoy, muchos futbolistas mercantes, prefieren los cheques de otros equipos europeos. Los buenos futbolistas que visten la rojiblanca lo hacen posiblemente por amor. Siendo yo un enamorado del Atleti, soy consciente que, en el futbol de hoy, eso no es suficiente. Algún mercenario irredente se necesita para competir decentemente en mas de sesenta partidos que tiene una temporada.
Desgraciadamente, solo nos queda una vez más encomendarnos a nuestros baluartes. El Cholo, Koke, Oblack y alguno más son los únicos capaces de despertarnos de esta pesadilla. La propiedad, la gerencia y la dirección deportiva no lo harán. Aunque pinten los periódicos con los girasoles de Van Gogh. Otro verano más, el Atleti es una hoguera repleta de vanidades.
Cuantas dolorosas verdades contiene este brillante artículo. El papelón de la propiedad (ilegítima) y de la dirección deportiva del Club Atlético de Madrid, el desánimo y decepción de aficionados y abonados (a los se les ha subido la cuota para que la única novedad que vean la inminente temporada sea al fracasado y resentido Joao Félix), el desprecio de buenos jugadores que prefieren ir a equipos de Conference League o de mitad de la Premier, las interminables listas de jugadores “fichables” –hasta 83 citó un comentarista crítico- cuando sólo se ha fichado uno o ninguno, etc…
Hasta un Barcelona quebrado nos superará un año más. Pero tranquilos, que la cuarta plaza está asegurada (aunque sea a veinte puntos del vecino) y cumpliremos el objetivo. Equipazo.