La cita de la Eurocopa de 1996 tuvo un protagonista muy claro: el seleccionador nacional Javier Clemente, quizá el técnico español mas controvertido de la historia. Todo los pros y contras de su intenso periodo como responsable máximo del equipo nacional quedaron condensados en esos días de junio en las islas británicas. Hubo fútbol, claro está, pero casi pareció lo menos importante. Fue por ello la Eurocopa mas atípica de nuestra historia

En 1992 la Federación Española de Fútbol nombró seleccionador a Javier Clemente. Ya había estado a punto de suceder a Luis Suarez en 1991, pero una filtración que situaba algún familiar suyo en el entorno del nacionalismo más radical, echo a bajo la elección a favor de Vicente Miera. Pero este último heredó un equipo en descomposición que no pudo clasificarse para la Eurocopa de 1992 y además sufrió una humillante derrota 2-0 contra Finlandia que selló su destino aunque obtendría una notable redención con la conquista de la medalla de oro en los Juegos de Barcelona de ese mismo año.

Nada mas coger las riendas del equipo nacional el vasco fue fogueando un equipo a su gusto, con preferencia por los jugadores esforzados y cierto desdén por aquellos que ostentaban teórica mayor calidad. Aunque el principio contó con ellos no tardó en arrinconar a la Quinta del Buitre y a la selección fueron llegando jugadores mas acorde con su estilo: Luis Enrique, Sergi, Hierro, Nadal, Alkorta, Abelardo…aunque no desdeñaba la calidad en nombres como Caminero o Julen Guerrero. Tras unos inicios titubeantes fue formando un equipo sólido que se clasificó para el Mundial 94 donde rozó las semifinales perdiendo injustamente contra Italia con arbitraje discutido. Una vez reafirmado en el cargo, la selección se erigió en un equipo muy rocoso, difícil de batir, con las ideas claras y un armazón muy definido. Resultó pionero en el uso de laterales de muy largo recorrido que se incorporaban al ataque con mucha frecuencia, con lo que compensaba su apariencia de ausencia de atacantes natos, incluso solía adelantar a defensas centrales al medio campo. La fase de clasificación para la Eurocopa de Inglaterra fue un paseo militar y en apariencia España había encontrado su camino para ser, por una vez, un aspirante a hitos importantes. En realidad, pese a las criticas que recibía de ser un equipo muy defensivo, sus números goleadores siempre fueron destacados.

Nada mas coger las riendas del equipo nacional el vasco fue fogueando un equipo a su gusto, con preferencia por los jugadores esforzados y cierto desdén por aquellos que ostentaban teórica mayor calidad. Sus ideas eran claras, gustasen o no

Pero muy al contrario, el país estaba dividido como nunca. El seleccionador tenía una carácter belicoso que se regodeaba en polémicas, algunas de ellas innecesarias. En una época en la que el fútbol español estaba inmerso en una cainita guerra mediática, la que protagonizaban la SER contra la COPE, o lo que es lo mismo “El Larguero” contra “Supergarcía”, Clemente estaba definitivamente alienado con José María García del que era amigo íntimo. Sus choques con José Ramón de la Morena, por el contrario, le habían granjeado la enemistad manifiesta de todo el equipo de deportes de la SER. En los diarios nacionales la batalla también era enconada: Marca y Sport eran partidarios del mismo y AS y Mundo Deportivo acérrimos críticos. En realidad el técnico entendía el ejercicio de la profesión de periodista en términos absolutos: o se estaba con él o contra él. Eso hizo su periodo muy convulso, pese a que los resultados no eran ni mucho menos malos, todo lo contrario. Pero sus críticos le reprochaban que era en los momentos decisivos donde había que dar lo mejor. En el Mundial 94 dos de sus protegidos frente a opinión generalizada, Julio Salinas y Zubizarreta, habían fallado en dramáticos lances ante Italia. En la Eurocopa de 1996 tenía una oportunidad de oro para demostrar el triunfo definitivo de sus tesis y callar para siempre a sus detractores, que por otro lado le estaban esperando para caer sobre él en caso de fracaso.

La cita inglesa departió novedades. Fue la pionera en jugarse con dieciséis equipos e introdujo los cuartos de final por primera vez. Como suele ocurrir el aumento de participantes no redundó en un mejor espectáculo. El grupo español era duro: Rumania, Bulgaria y Francia. Se clasificaban los dos primeros y aunque franceses y españoles parecían favoritos. Bulgaria venía de ser tercera en el Mundial anterior y era comandada por el efervescente delantero Stoichkov, Balón de Oro de 1994. Para la cita europea Clemente se apoya en su guardia pretoriana clásica (Hierro, Nadal, Sergi, Amor, Alkorta…) a los que añade más calidad arriba; el hispano-argentino Pizzi (venía de ser el máximo goleador de la Liga) el gaditano Kiko Narváez que triunfaba en el Atlético de Madrid y el imprevisible Alfonso Pérez. Por el contrario se quedaron en casa centrocampistas más técnicos como Fran y Guardiola, dado el gusto del seleccionador por perfiles más físicos en la media.

En debut es en Leeds ante Bulgaria. Empate a uno tras un mal partido, con gol de Alfonso que nivela la contienda. Luego toca Francia, que está poniendo el embrión de un grupo muy potente en el apartado físico, con futbolistas como Karembeu, Deschamps o Djorkaeff. Ante esa perspectiva Clemente no va a la zaga en sus planes, pone al duro Juanma Lopez de central y sube a Alkorta al medio campo. El resultado no puede ser otro que un partido de corte y rasga, poco juego y que se empieza perdiendo, aunque un gol de Caminero en la recta final del partido salva las muebles. Dos partido, dos empates y dos malas imágenes o al menos no especialmente buena, ante rivales eso sí, complicados. Los enemigos de Clemente no necesitaban mucho más para sacar la artillería contra el de Baracaldo, pese a que una victoria sobre Rumania daría la clasificación. El técnico entra al trapo de las criticas y la guerra vuelve a estar servida; en vísperas del encuentro decisivo ante los rumanos la SER manda a la rueda de prensa a uno de sus redactores más polemistas e incisivos, Alfonso Azuara, antiguo amigo de Clemente ahora convertido en azote del mismo. Entrenador y periodista se enzarzan en una rueda de prensa insólita a la que asisten atónitos observadores de otros países que llegan a pensar que se trata de un montaje.

Horas mas tarde sobre el campo más de lo mismo. España no encuentra el juego, y la estrella rumana Gica Hagi vuelve loca a la defensa hispana. Con otra igualada a uno, y con casi todo perdido hay un balón largo que provoca una carrera larga de Sergi que consigue centrar y viniendo desde atrás Guillermo Amor fusila la portería rumana. El partido ha mostrado una España sin ideas y ramplona pero que, a fin de cuentas, ha pasado de fase sin ninguna derrota. Pero la tensión acumulada ha sido demasiada. En la zona de medios en reportero de la SER, Jesús Gallego, empieza una entrevista al héroe del partido, Guillermo Amor, pero se encuentra con el brazo furioso del seleccionador que aparta de forma brusca el micrófono. Hay amago de bronca grande que es finalmente sofocada. Como era previsible por la noche los dos programas enemigos siguen la contienda: García trata de disculpar a su protegido mientras De la Morena y su equipo son más agresivos que nunca en sus criticas. Las descalificaciones priman más que el fútbol en todo el país en los siguientes días, que asiste atónito a una contienda extradeportiva como principal tema de debate.

Tras la tormenta hay que retomar la actividad. A España le toca un cruce con mal aspecto en cuartos de final: la anfitriona Inglaterra que es dirigida por un viejo conocido de la afición española Terry Venables y que tiene al delantero Alan Shearer y al controvertido medio Paul Gascoine, como referentes mas notorios. Juegan en casa y vienen de golear a Holanda 4-1. El ambiente en la concentración española esta plenamente enrarecido; se habla de todo menos de fútbol y las opciones parecen muy reducidas. La prensa sensacionalista inglesa carga contra España, lo que provoca una cierta adhesión nacional ante el partido que se avecina y en el que medio país casi quiere la derrota con tal de no ver al entrenador continuar en su puesto.

En el incomparable escenario de Wembley, el 22 de junio de 1996 España sale a jugar con Zubizarrera, Belsué, Alkorta, Nadal, Abelardo, Hierro, Segi, Kiko, Mnajarin y Julio Salinas. Se espera ataque inglés y contención española. Pero todo es al contrario de lo previsto. Una España sorprendente toma la iniciativa y se dedica a tocar la pelota con paciencia y criterio. Desdeñando el pelotazo y usando con mucha mas frecuencia que la prevista el medio campo para elaborar, los españoles deben de adelantarse gracias a un gol de Julio Salinas, pero el linier señala un fuera de juego a todas luces inexistente. De nuevo los colegiados suponen un freno a las aspiraciones españolas. Es un partido competido e intenso, que pese a la falta de goles se erige como uno de los mejores jugados del un campeonato que esta recibiendo bastantes criticas por el pobre nivel exhibido en la mayoría de los encuentros. Hay prorroga que no decide nada aunque en ella la superioridad española es aun mas manifiesta. Tocan los temidos penaltis que ya han sido esquivos en otras ocasiones. Y esta vez la historia no es distinta: Hierro y Nadal fallan los suyos frente a los cuatro aciertos ingleses. Un guion muy repetido acontece: el mejor partido se salda con la eliminación con la diosa fortuna y el colegiado convertidos en adversarios. Hay orgullo por la imagen y desazón por la eliminación.

Un guion muy repetido acontece: el mejor partido se salda con la eliminación con la diosa fortuna y el colegiado convertidos en adversarios. Un clásico de España durante no pocos años 

Clemente continuará dos años mas con la polémica acompañándole sin remisión. Logrará una nueva clasificación para el Mundial del 98 en Francia, pero en el mismo llega su desastre: no supera la primera fase tras una sorprendente derrota ante Nigeria. Sus críticos serán implacables: un resultadista como él muestra unos números mas bien mediocres en fases finales. En septiembre de 1998 es sustituido por Camacho. Su periodo es uno de los mas intensos (para bien y para mal) de la historia de “La roja”, pero lo que nadie puede negarle es que creó un equipo competitivo conforme a sus ideas, que no estuvo acompañado por la suerte en los momentos puntuales. Su carrera languidecerá durante algunos años en equipos de la parte baja de la tabla y terminará sus días como preparador de selecciones modestas como Serbia o Iran.

El campeonato del 96 será ganado por un habitual: Alemania que bate 2-1 a la sorprendente Chequia de Nevded en la final tras eliminar por penaltis a Inglaterra en la ronda previa. Es de resaltar como curiosidad que el titulo se decidió con una novedad reglamentaria que no llegó a cuajar para el futuro; el llamado gol de oro, por el que en una prorroga el equipo que lo conseguía era el vencedor sin necesidad de seguir jugando. Nunca llegó a convencer a aficionados y profesionales y fue pronto desterrado.

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