Este mes se cumplen cincuenta y un años de unas de las mayores tragedias vividas en Europa Occidental. Un pasaje de la historia que sigue teniendo repercusión décadas después. Incluso el futbol se ve teñido por un conflicto que duró décadas.

El 30 de enero de 1972, soldados armados del Ejército británico, dispararon contra una manifestación pacífica que discurría por la ciudad de Derry, Irlanda del Norte. La ciudad era un bastión del nacionalismo irlandés y su población mayoritariamente católica.

Aquella manifestación fue organizada por una Asociación pro-Derechos Civiles. Se trataba de una marcha pacífica contra los internamientos sin juicio que se aplicaba mayoritariamente a la población católica del Ulster. Las fuertes acciones represivas del ejército británico aquel día provocaron catorce muertes y trece heridos. Sin lugar a duda, estos hechos se convirtieron en una de las grandes tragedias del conflicto norirlandés.

Los acontecimientos de aquella mañana se conocen como “Bloody Sunday” (Domingo sangriento). Un pasaje, triste y oscuro de la historia del Reino Unido y de Europa. La mítica banda irlandesa, U2, compuso una de las canciones más emblemáticas de los años ochenta y noventa sobre los hechos que acontecieron en aquella terrible mañana de enero.

Los acontecimientos de aquella mañana se conocen como “Bloody Sunday” (Domingo sangriento). Un pasaje, triste y oscuro de la historia del Reino Unido y de Europa.

Desgraciadamente aquellos sucesos tuvieron un efecto multiplicador de la tensión en las dos comunidades del Ulster. En realidad, la violencia llamó a más violencia. Aquella noche muchos jóvenes nacionalistas se incorporaron al IRA. El sectarismo y el odio fueron los vencedores de aquella fatídica mañana de enero en Derry.

El conflicto de Irlanda del Norte entre republicanos y unionistas se encontraba, a principios de los años setenta en su máximo apogeo. Las muertes de uno u otro signo eran frecuentes en una y otra comunidad. Irlanda del Norte vivía con constantes atentados provocados por las diversas facciones del IRA. Los grupos paramilitares unionistas y protestantes proliferaban en la región. Eran constantes las intervenciones de la policía del Úlster o del ejercito británico.

Sin embargo, los hechos del 30 de enero de 1972 tuvieron un componente especial. Se trataba de actos premeditados contra una población indefensa. Una sangrienta masacre que no ha podido olvidarse en estos cincuenta años.

Esta herida histórica también llegó al futbol. James McClean actual jugador del Wigan Athletic sufre desde hace años un fuerte asedio mediático por parte algunos sectores ultras la sociedad británica. James natural de Derry se negó en 2012 a portar el “poppy”, la amapola en recuerdo a los soldados británicos caídos en las guerras mundiales y otros conflictos que realizan todos los años en el mes de noviembre. En aquel entonces McClean jugaba en el Sunderland de la Premier League. Justificó su acción diciendo que no podía faltar al respeto a su gente de Derry.

Sin embargo, los desaires de Jame McClean al Reino Unido no quedaron ahí. En 2015 durante un partido amistoso en EE. UU con el West Bromwich Albion dio la espalda mientras sonaban los acordes del “God Save the Queen”. James se ha convertido en el objeto de las iras de los grupos más radicales del nacionalismo británico. Todo está conflictividad entorno a James Mc Clean refleja que a pesar de los años que han pasado, la herida que se abrió aquel famoso domingo sangriento no ha terminado de cicatrizar.

Las relaciones entre las dos Irlanda y el Reino Unido nunca han sido fáciles. Cualquier acto es susceptible de ser mal interpretado. Los sectores más radicales de las dos comunidades utilizan cualquier mala interpretación para polarizar y tensionar la ya de por si difícil convivencia.

Desgraciadamente el fútbol también ha sido un espacio utilizado para la confrontación. No solo ha salpicado al orgulloso James McClean, sin ir mas lejos el pasado mes octubre la selección femenina de Irlanda se vio envuelta en la polémica.

Desgraciadamente el fútbol también ha sido un espacio utilizado para la confrontación. No solo ha salpicado al orgulloso James McClean, sin ir mas lejos el pasado mes octubre la selección femenina de Irlanda se vio envuelta en la polémica.

Las futbolistas irlandesas consiguieron un hito histórico para su país. Se clasificaron por primera vez para un Mundial femenino. Irlanda será una de las selecciones que compita en el próximo mundial de Australia y Nueva Zelanda de 2023.  En el éxtasis de la celebración, una jugadora irlandesa, subió a las redes un baile coral de sus compañeras cantando una canción pro-Ira. La polémica no tardó en llegar y tanto jugadoras, seleccionadora como el presidente de la Federación tuvieron que pedir perdón públicamente por lo acontecido.

El video de las jugadoras dando salvas al Ira no puede interpretarse como algo accidental. La realidad es que el IRA sigue generando mucha controversia entre los irlandeses. Ya sean del norte o del Sur. A pesar incluso de los importantes esfuerzos realizados para curar las heridas provocadas por décadas de violencia sectaria. Algunos siguen viendo al IRA como luchadores por la libertad y la unificación de Irlanda. Otros por el contrario son críticos con sus actuaciones de terror. Acciones sangrientas que causaron la muerte de cerca de mil ochocientas personas para acabar con el dominio británico de Irlanda del Norte.

Parece que las heridas siguen sangrando en Irlanda. Han pasado mas de cincuenta años de aquel fatídico domingo sangriento de enero de 1972. Desgraciadamente hemos relatado como el fútbol ha sido utilizado para generar confusión. Si bien, este deporte pude ser la medicina perfecta para hacer cicatrizar definitivamente las históricas heridas.

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