El derby de copa del pasado jueves 26 de enero fue un episodio más de la intensa rivalidad que durante la última década ha salpicado el partido entre los dos colosos de la capital. Ahí va el análisis desde la perspectiva atlética.
Antes de iniciar mis impresiones debo dejar dos realidades inexcusables:
- Que el Real Madrid es una máquina casi invencible de competir y ganar, como demuestra eliminatoria tras eliminatoria para castigo de casi todos sus rivales
- Que la temporada del Atlético, salvo que una segunda vuelta majestuosa lo amortigüe, es un completo fracaso, el mayor desde 2010 a mi juicio. Fracaso que debe de hacer reflexionar a entrenador y directiva sobre la conveniencia de realizar cambios profundos a fin de año
Hechas estas puntualizaciones vayamos a la cuestión en sí. Afronte el derby del jueves con cierta pereza. No tenia muchas esperanzas en un resultado positivo. El solido Madrid de Ancelotti, con sus vidas eternas y su magnífica plantilla frente al mas bien mustio Atleti de este año, en el que su presunto jugador franquicia (Joao) ha salido huyendo en enero y sus campeones mundiales (De Paul, Molina) son mirados con desconfianza por comportarse de una forma con la albiceleste y de otra con la rojiblanca. Inseguro en defensa, su gran baza moderna, y con falta de contundencia atacante. Eliminado de toda competición europea en el grupo mas fácil que uno pudiera imaginarse y muy lejos de los primeros de la Liga. Y en casa del Madrid. Nubarrones en el horizonte sin duda.
El Atleti salía al campo seguro de si mismo, triangulando, moviendo la pelota con criterio y bien asentado en defensa. Koke renacía de sus cenizas, Molina se había tornado en una copia muy aceptable del mejor Juanfran, Hermoso y Savic parecían Godin y Miranda y arriba Morata daba guerra a la defensa blanca.
Pero cuando el balón empezó a rodar una transformación se presentó delante de mis ojos y de todos los espectadores. El Atleti salía al campo seguro de si mismo, triangulando, moviendo la pelota con criterio y bien asentado en defensa. Koke renacía de sus cenizas, Molina se había tornado en una copia muy aceptable del mejor Juanfran, Hermoso y Savic parecían Godin y Miranda y arriba Morata daba guerra a la defensa blanca. Se marcaba un gol tras espléndida jugada y no se especulaba. Era el Atlético de la primera vuelta de la Liga 20-21 al que solo le faltaba el estilete de Luis Suarez. El equipo que llevaba sin aparecer dos años y al que ya nadie esperaba. En contra, el Madrid lo intentaba pero no le salía, y no podía porque el rival hacia muy bien su trabajo. ¿Volverían las noches mágicas del 92, 2013 o 2015?. ¿Seria el enésimo renacer de Simeone tras ser dado muerto por todos?.
Quien conoce bien al Madrid (y sobre todo este Madrid reciente) sabe bien que los preliminares de su entierro suelen concluir con la consagración de su resurrección de una forma que ni ellos mismos se pueden explicar. Y así pareció atestiguarlo su salida en tromba, muy en la línea de la épica surtida de calidad que ha torturado a casi todos sus rivales recientemente. Con todo, el Atlético resistía aunque pasaba apuros. Con el devenir de los minutos se iba despegando de ese dominio y se estiraba algo, y allá por el minuto 71 parecía tener una buena ocasión. Tras una jugada embarullada Lemar era cazado al borde del área por Ceballos, con la pierna levantada y un impacto no accidental. Amarilla de libro, pero con un problema insalvable: era la segunda. Suponía dejar al Madrid con uno menos en lo que restaba de partido, y en condiciones normales sentenciarlo a muerte (en el fútbol moderno la inferioridad física raramente no acaba en derrota). Pero el trencilla, un sujeto llamado Soto Grado, decidió hacerse el sueco. En realidad llevaba toda la noche permitiendo intensidad a los blancos sin apenas castigo y mostrándose riguroso con los visitantes en grado sumo en faltas y amonestaciones, y no queriéndose enterar de las piscinas de Vinicius ni de las faltas a Morata. Para mi, se trato de unos de los arbitrajes mas caseros e infames que he visto en mucho tiempo, por reiterado y consciente en sus decisiones mas trascendentes. Casi equiparable, por cierto, al que le hizo por cierto al Atlético en San Sebastián esta misma temporada
El resto es bien conocido: gran empate de Rodrigo, el Atlético que sabe recomponerse hasta llegar a la prorroga donde el enésimo cruce de cables y patochada de Savic agota todas sus posibilidades, porque en esta ocasión por descontado que ínclito Soto no duda en sacar la tarjeta roja. Uno menos contra el Madrid y las fuerzas menguantes tiene un final inevitable, aunque con bravura lo intentó en la segunda parte del tiempo añadido. Gran partido y meritoria victoria madridista ante un rival muy difícil.
Y ahora llega la hora de los lloros. En realidad ya he expuesto los motivos por los que Soto Grado ha pasado la particular lista de reyes godos rojiblanca de trencillas que han expoliado a los del Metropolitano ante el Real Madrid: Urrestaruaza (Copa del 75), Guruzeta (Copa del 79), Urizar Azpitarte (Liga del 82), Martin Navarrete (Liga del 89) y unos cuantos mas (en mayor o menos medida) hasta llegar a Clattemburg (Champions de 2016). La lista es amplia y contiene variados ejemplos de decisiones trascendentes de partidos igualados que han inclinado la balanza a favor de los blancos. Mas de treinta años viendo derbys me han dado varias certezas; una tonelada de derrotas, que nunca he visto al trencilla equivocarse a favor del Atlético y que han sido muy frecuentes los fallos a favor del Madrid. Y tanta reiteración de decisiones siempre en el mismo sentido, lo siento mucho, pero no me creo que se deba a la casualidad. Ceballos acabó el partido como Ramos y Pepe jugaron los 120 minutos de Milán, mientras que Arda Turan y Savic vieron la temida cartulina roja antes de que la eliminatoria de turno concluyera. A Perea se le anulo el gol que hubiera acabado con la maldición de no ganarle al Madrid y a Sergio Ramos se le concedió el que decidió la undécima. Y eso en la era moderna. Son datos no opiniones.
¿Por qué el capital extranjero va siempre a Inglaterra a repuntar equipos que distan de tener gran tradición ganadora (Chelsea, Manchester City o Newcastle) y nunca cae en España que suele dar cobijo a magnates de marca blanca tipo Peter Lim aunque hay entidades que por historia y masa social podrían ser atractivas?. Quizá tenga que ver con el hecho de que cuando uno invierte en la Premier sabe que el dinero y una buena política deportiva puede dar lugar a éxitos en el campo,
Así que permítaseme llorar, aunque sea para dejar constancia, con referencias a derbys jurásicos que marcaron nuestra infancia. Y de paso lanzar una pregunta al aire. ¿Por qué el capital extranjero va siempre a Inglaterra a repuntar equipos que distan de tener gran tradición ganadora (Chelsea, Manchester City o Newcastle) y nunca cae en España que suele dar cobijo a magnates de marca blanca tipo Peter Lim aunque hay entidades que por historia y masa social podrían ser atractivas?. Quizá tenga que ver con el hecho de que cuando uno invierte en la Premier sabe que el dinero y una buena política deportiva puede dar lugar a éxitos en el campo, mientras que en España se asume, se fomenta y se permite que todo lo que escape al duopolio Madrid- Barça es casi una excentricidad. ¿Algún magnate va estar dispuesto a arriesgar su dinero cuando esto es público y notorio?
Y mientras, la liga inglesa a pasos agigantados va convirtiéndose en la NBA del futbol