
En la eliminatoria de Champions entre los dos rivales madrileños una revisión del VAR provocó un terremoto en el fútbol europeo. El penalti de Julián Alvarez pasará a la historia como una de las decisiones más controvertidas de la historia de la competición. Pero no puede situarse como un hecho aislado dentro del marco de rivalidad entre Madrid y Atlético.
El mundo del fútbol se vio sacudido por una decisión hasta la fecha insólita en la alta competición; la anulación del penalti marcado por el delantero del Atlético de Madrid, Julián Álvarez, en la tensa eliminatoria de Champions entre Madrid y Atlético. Por descontado que la anulación del gol marcó la tanda de forma decisiva el Real Madrid pasó una vez más. Es un fenómeno recurrente de la competición: en cara o cruz siempre sale cara para el mismo.
Mucho se ha hablado sobre la jugada, hasta parece ser que se está replanteando la redacción de la norma. Sesudos debates aparte hay dos elementos claves en la situación. Primero, que toda regla tiene una finalidad en si misma, y en el caso del presunto doble toque de pelota en una pena máxima, esta no es otra que impedir que el lanzador no tenga una ventaja indebida sobre el portero. No parece que un resbalón como el que tuvo el delantero atlético sea una posición muy ventajosa, mas bien supone aumentar las posibilidades de fallo. Y segundo, que una jugada tan interpretativa y compleja, que varias horas después no da lugar a consenso sobre la misma, tras miles de repeticiones, no puede despacharse en apenas segundos con una anulación de gol. Es principio básico de todo marco normativo que en caso de duda no se debe de adoptar la decisión más gravosa para el afectado. Y desde luego que la anulación de un gol en una tanda de penaltis aparte de reducir el guarismo de uno de los contendientes, condiciona al resto de lanzadores de lo que queda de disputa.
Europa camina desde hace muchos años hacía un ecosistema que prima a los clubes mas poderosos por razones de cuota de mercado y recaudación de ingresos. En función de esta circunstancia se parte de la idea que los mismos deben de jugarse y ganar todos los títulos posibles.
La jugada debe de ponerse en conexión con la situación actual del fútbol europero y de los equipos que participaron en la eliminatoria. Europa camina desde hace muchos años hacía un ecosistema que prima a los clubes mas poderosos por razones de cuota de mercado y recaudación de ingresos. En función de esta circunstancia se parte de la idea que los mismos deben de jugarse y ganar todos los títulos posibles. Es inevitable que los colegiados no sean influenciados por ese estado de la situación; buena parte de sus carreras depende de no incomodar mucho a los de arriba. La introducción de la tecnología por otra parte ha derivado en una forma de arbitraje perversa; por un lado ha permitido acabar con irregularidades fragrantes, pero al mismo tiempo ha producido un intervencionismo en el juego que pude derivar en situaciones tan dantescas como las que se vivieron en la eliminatoria de octavos.
El estado de la rivalidad entre rojiblancos y madridistas es la otra variable del asunto. Aunque su bagaje en Champions es desolador (como realmente ocurre desde hace una década con todos los clubes importantes de Europa) el Atlético ha conseguido aumentar su competitividad frente al club mas poderoso del mundo de forma espectacular. La del miércoles, pese a la amargura final, fue la decimotercera victoria de Simeone frente al Madrid desde que tomo las riendas del Atlético, algunas de ellas muy significativas y más aun desde la terrible estadística de la que se procedía, nada menos que 14 años sin un triunfo. En los últimos ocho partidos entre ambos el bagaje es este: tres triunfos rojiblancos, dos madridistas y tres empates, de hecho la temporada pasada fue el único equipo de Europa que pudo ganarle. Y todo ello pese a la diferencia de calidad que hoy en día ostentan las plantillas de ambos contendientes. Hay 350 millones de distancia entre el presupuesto de un equipo y otro, la masa salarial del Madrid supera los 500 millones de euros y la del Atlético no llega a 300. Pese al crecimiento del Atlético las diferencias siguen y seguirán siendo astronómicas.
Hay voces que vuelven al tópico que Simeone volvió a pecar de amarreta frente a una versión menor del Real Madrid. Pero nada mas lejos de la realidad. Incluso en sus peores días, el gigante blanco muestra todo el peligro por la calidad de sus delanteros, de largo la mejor tripleta atacante de Europa. Ejemplo significativo de ello fue que en la única jugada en la que Mbappé consiguió zafarse provocó un penalti, marrado con posterioridad por Vinicius. En el partido de vuelta el técnico argentino ejecutó un plan perfecto: marcó pronto, se replegó atrás y buscó la velocidad para un segundo gol que le diera el pase. Consiguió el casi milagro de dejar al cero el casillero de goles madridistas, aunque le falló la parte final de su estrategia; los cambios no le resultaron y en la prorroga no pudo aplicar una presunta superioridad en el fondo de armario. El Atlético cuenta con una excelente plantilla pero que aun ostenta carencias claras; singularmente en los laterales y el puesto de medio centro.
No es la primera vez ni será la última que el Atlético es claramente perjudicado por un arbitraje frente al Madrid. El doble rasero arbitral surge en los momentos en los que la competitividad está en su momento más álgido y una decisión en su sentido u otro inclina la balanza
No es la primera vez ni será la última que el Atlético es claramente perjudicado por un arbitraje frente al Madrid. El doble rasero arbitral surge en los momentos en los que la competitividad está en su momento más álgido y una decisión en su sentido u otro inclina la balanza. En otras épocas los rojiblancos estaban muy lejos y no presentaban batalla; pero en los periodos de mayor equilibrio las decisiones arbitrales suelen inclinar la balanza hacia casi siempre el mismo lado. Singulares fueron los ejemplos de los años 70. Entonces el Atlético vivía su penúltima época dorada antes de Simeone, y ganó tres Ligas y dos Copas en siete años. Los dos rivales se vieron las caras en la final de Copa de 1975, y el arbitro Urrestarazu, tomo dos decisiones muy controvertidas: anuló un gol de Benegas en un trallazo desde fuera del área, por fuera de juego posicional de Irureta, cuando era dudosa que interviniera en la jugada y no dio por valido un remate de Becerra que sacó el portero madridista a todas luces de dentro de la portería. Ganó el Madrid en los penaltis. Cuatro años después, en una eliminatoria de Copa la misma historia con otro vasco de juez de la contienda, el guipuzcoano Guruzeta. Tras remontar un 2-0 en contra, el Atlético consigue un tercer gol obra de Arteche, pero se le anula por fuera de juego posicional cuando un madridista, Benito, estaba debajo de la portería. En la prorroga nueva decisión desfavorable a los rojiblancos: Levinha marca otra vez para el Atlético, y Guruzeta da el gol, pero a instancias del linier lo anula por fuera de juego. Vuelve a pasar el Madrid en los penaltis. Son múltiples los ejemplos de esa naturaleza, pero especialmente significativos en las etapas en las que la diferencia entre los dos clubes se ha estrechado, momento exacto en el que suelen aparecer factores ajenos al juego que casi siempre favorecen al de siempre, que es conocedor de su poder mediático e institucional para acallar las criticas.
En esta última eliminatoria dos han sido las jugadas claves que han decidido el destino de la misma. En la ida el segundo gol del Real Madrid tiene un fuera de juego posicional de Vinicius que no sería revisado por el VAR. En la vuelta si se sacó la escuadra y el cartabón para el penalti de Julián. Momentos clave que deciden una eliminatoria equilibrada y resuelta por detalles, ninguno tan relevantes como los señalados.La fatalidad del Atlético en la Champions, frente a la buena estrella del Real en la misma. Nada nuevo bajo el sol. Y algo coherente con un modelo de competición que ejerce una presión por la preeminencia de los de siempre que dará lugar a algunas noches con la vivida en 12 de marzo.