Era una monótona mañana de oficina. Una de tantas en la vida. El otoño ya había hecho acto de presencia en Madrid. De repente, un mensaje aparecía en mi ordenador, ¿Estás hoy en la oficina? Era mi compañero Juan Carlos. Debido a la maldita pandemia, llevamos meses sin vernos. Hablamos por teléfono y quedamos en compartir un café a media mañana.
Me apetecía volver a coincidir con Juan Carlos. Un compañero especial, una persona de valores al que se identifica con facilidad como una buena persona. Un carácter y un perfil difícil de encontrar en contextos laborales. Sus cualidades humanas conviven con un nivel profesional que roza la excelencia. Para mi Juan Carlos es más que un compañero de trabajo, es un buen amigo.
A la hora indicada, bajo a la cafetería para encontrarme con él. Tiene mucho que contarme. Acaba de ser padre por segunda vez. Además, Juan Carlos, merecidamente ha promocionado en la empresa y acaba de ser nombrado responsable. Hechos que te reconcilian con la idea de meritocracia.
Al encontrarnos de nuevo nos saludamos efusivamente. Teníamos ganas de vernos. Pedimos un café y nos apartamos del bullicio de la cafetería para poder hablar con tranquilidad. Al poco tiempo, Juan Carlos, que porta una bolsa, me interrumpe y me dice, tengo un regalo para ti. De la bolsa saca una camiseta. Es la camiseta del Club Deportivo Leganés.
Juan Carlos, nació y creció en Leganés. Aún sigue viviendo allí. Lleva con orgullo sus orígenes y su pasión por el fútbol. En las innumerables conversaciones que hemos tenido, Juan Carlos suele hacer referencia a sus años en la cantera “pepinera”. Siente el Leganés como algo suyo. Es su equipo, su club y una referencia que le conecta con una infancia llena de buenos recuerdos.
La camiseta regalada, es de la marca deportiva Joma, es la equipación que usó el Leganés en la temporada 2020-21. La elástica tiene las características rayas azules del “Lega”. Optando por un diseño de banda ancha potenciando los colores del equipo. Sin bien, es bueno recordar que el Leganés no siempre fue un equipo pintado de blanquiazul.
Cuando en junio de 1928 Félix Pérez de la Serna fundó el Club Deportivo Leganés, su camiseta era blaugrana y los pantalones blancos. En los años cuarenta el azul y el grana dejarían paso al verde y al blanco. Realmente la tonalidad verde caracterizaba mejor a la localidad madrileña. Eran los años en que Leganés estaba rodeada de huertas de pepinos. De ahí viene el famoso gentilicio “pepinero” que califica a la ciudad, a sus gentes y a su equipo de fútbol.
En 1954 el club tomará definitivamente sus colores actuales. La camiseta será blanca con tres franjas azules que representan, la ilusión, el trabajo y la ambición. Son los años en que la ciudad se expande, crece. España vive una industrialización que provoca un éxodo masivo del campo a la ciudad. La población rural se desplaza a centros industriales, principalmente a Madrid, Barcelona y País Vasco. Leganés se convertirá en destino de muchos de ellos. En los años sesenta la urbe se transformará por completo. Pasará de pueblo a ciudad dormitorio. Como no podía ser de otra manera la metamorfosis de la ciudad afectará a su equipo de fútbol.
En la décadas de los sesenta y setenta el Club Deportivo Leganés vivirá años de ascensos y descensos. Años de transito entre Tercera División y Regional. Dejará su campo de fútbol de plaza Roma y se instalará en el Estadio Municipal Luis Rodríguez de Miguel. Fue precisamente en ese lugar donde mi amigo Juan Carlos comenzó a jugar al fútbol. En la escuela del club. Como él siempre comenta, fue feliz peloteando ahí. Eran los noventa y el Leganés iba a vivir sus primeros éxitos deportivos de relevancia.
Aquellos triunfos, tuvieron una firma particular, la de Luis Ángel Duque, entrenador que consiguió en 1993 el primer ascenso a Segunda División. Juan Carlos vivió aquellos éxitos intensamente. Eran sus años de infancia, de cantera y también de recogepelotas en el estadio. Leganés disfrutó de once años seguidos en la División de Plata. Jugadores como Etoo, Catanha, Moisés o Makukula, hicieron disfrutar a una generación entera de “pepineros”.
Tal vez la figura más relevante del Leganés de aquella época fuera Luis Ángel Duque. En los noventa, Telemadrid se volcaba con el fútbol madrileño. La televisión regional daba mucha cobertura al Leganés. Luis Ángel se convirtió en un personaje habitual en la cadena. Telemadrid trasmitía los partidos del “Lega”, entrevistaba a sus jugadores y siempre había espacio para comentar lo acontecido con el carismático entrenador. Eran los años de programas como “Futbol es Futbol” o “El Friqui”. De míticos periodistas como Javier Reyero o José María del Toro. Años de adolescencia para mi y para Juan Carlos. Aquel foco mediático, las retrasmisiones de aquellos años, son posiblemente la causa por la que los madrileños de mi generación tenemos un cariño especial al Leganés y un tierno recuerdo de Luis Ángel Duque.
Años más tarde, hablando con Juan Carlos descubrí que Luis Ángel Duque era mas que un simple entrenador en Leganés. Según me contó, después de entrenar al equipo de Segunda División, Luis Ángel también enseñaba a los chavales de la cantera “pepinera”. Juan Carlos hablaba de él con admiración y agradecimiento. Expresa siempre un fuerte afecto hacia Luis Angel. Es sin duda el reconocimiento que un pupilo da a su maestro. En palabras del propio Juan Carlos la mayor de las lecciones que le dio Luis Angel Duque fue respetar siempre a los rivales.
La camiseta que regaló Juan Carlos lleva la firma de Luis Ángel Duque. Una entrañable y especial dedicatoria. Una rubrica que tiene el valor de una persona de fútbol. Admirado por su gente y recordado con mucho cariño por los que amamos este deporte. Una figura que nos recuerda el fútbol con el que crecimos. Posiblemente un fútbol que ya no volverá, pero que para muchos de nosotros anida en nuestros corazones.
En 1998 el Club Deportivo Leganés dejó de jugar en el mítico Estadio Municipal Luis Rodríguez de Miguel. Se mudó al moderno Estadio de Butarque. Los éxitos en segunda se quedaron pequeños. El 4 de junio de 2016, el Leganés consiguió ascender a Primera División. Un logro increíble para el club y la ciudad. El Club Deportivo Leganés alcanzaba una nueva dimensión.
La camiseta del “Lega” me recuerda una añorada etapa de mi vida. Una adolescencia donde el fútbol era lo mas importante. Sus franjas blancas y azules, su escudo acompañado de laureles me retrotraen al equipo de los años noventa, a los partidos en Telemadrid, a Luis Ángel Duque. Pero, sobre todo, la casaca del “Lega”, me conecta con mi gran amigo Juan Carlos. Un magnifica persona, a la que admiro y respeto.