La celebración de un gol es un momento especial para cualquier amante del futbol. En este escrito repasamos los goles que quedaron para el recuerdo del autor. Goles inolvidables

Eduardo Galeano escribió “El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna”. Es cierto que antes era muy difícil ver partidos que acabaran sin goles en el marcador. Sin embargo, hoy en día un empate a cero se da con cierta frecuencia. Una pena, porque los goles son el momento culmen de un partido de fútbol. Galeano lo compara con el orgasmo, y cuando un maestro escribe poco más debe decirse.

He gritado goles en infinidad de lugares, algunos de ellos mejor no recordarlos. Con gente de todo tipo. Un gol une, enfatiza, arraiga, pero sobre todo libera. La celebración de un gol te hace volar, levitar, destilando una profunda sensación de felicidad.

He vivido centenares de goles en mi vida. Muchos de ellos increíbles, otros cotidianos y entre todos ellos hay algunos inolvidables. Imborrables en mi pensamiento por diversas razones

He vivido centenares de goles en mi vida. Muchos de ellos increíbles, otros cotidianos y entre todos ellos hay algunos inolvidables. Imborrables en mi pensamiento por diversas razones, la importancia, con quien los viví o lo que significaron.

El 22 de junio de 1986 Maradona marcaba lo que muchos calificaron como el gol del siglo. En cuartos de final del Mundial de México, Diego Armando, el dios del fútbol, regateó el solo a toda la defensa de Inglaterra. No recuerdo donde estaba aquel día. Ni si quiera si vi el gol en directo. Pero aquello, en mi opinión, es los mejor del fútbol de todos los tiempos.

Lo es por su belleza. Por la estética de un jugador pegado a una pelota de cuero. Un astro del futbol, que por sí solo es capaz de destruir un colectivo. Pero además aquella interminable gambeta supuso una venganza histórica. Una guerra perdida que por instante quedó en el olvido para una Argentina herida.

Los humillados, los desfavorecidos, la gente del sur, los desdichados cantaron un gol frente a la opulencia de la pérfida Albión. Aquello fue algo más que fútbol. Fue un acto de justicia poética protagonizado por el más grande. El trote eterno de Maradona dibujando gambetas y con la banda sonora de Víctor Hugo Morales permanecerá por siempre en mi memoria.

El 6 de marzo de 2002, Sergio González, mediocentro del Deportivo de la Coruña, abría el marcador de la final de Copa que se disputaba en el Santiago Bernabéu. Ese día el Real Madrid cumplía cien años. El Dépor parecía una comparsa perfecta para el aniversario madridista. Sin embargo, el destino dejó un final inesperado. El Dépor se alzó con la Copa, aquella hazaña se recordará por siempre como “El Centenariazo”.

Tuve la inmensa fortuna de estar presente en el Estadio. Junto a mí, mis dos primas, Sofia y Malely, que ese mismo día viajaron de Galicia a Madrid para ver el partido. Aquel gol de Sergio, el primero de aquella noche, fue un acto incrédulo de optimismo. Lo gritamos, lo festejamos y nos abrazamos con locura. Un éxtasis por tener frente a nosotros, lo inesperado.

Durban, Sudáfrica, 7 de julio de 2010, Andrés Iniesta, en el ultimo suspiro de una agónica prorroga marca el gol de nuestras vidas. Gracias al certero pelotazo de Andrés, España, se proclama Campeona del Mundo de fútbol. Un sueño hecho realidad. Una alegría difícil de explicar. Posiblemente el mayor éxtasis colectivo que hayamos vivido jamás.

Miles de ojos en un bar miran angustiados una enorme pantalla de televisión. Tras una deslavazada jugada el balón le cae a Iniesta. El mundo se para por un instante. Tras un eterno suspiro una jauría de camisetas rojas enloquece de alegría. Aquel gol lo vi en un bar de Malasaña. Hoy aquel antro ya no existe. Pero fue en él donde viví uno de los momentos más felices de mi vida. Conmigo, Kike y Héctor, mis dos mejores amigos. La mejor de las compañías para aquel recuerdo interminable.

El 17 de mayo de 2014, Diego Godin, cabecea un balón que acaba alojado en una portería del Camp Nou. Aquel testarazo daba un Campeonato. El Atlético de Madrid conquistaba su decima Liga. Lo hacía contra todo pronóstico. Ganaba algo que ni siquiera soñaba ganar. Frente al equipo colchonero, el Barça de Messi y el Real Madrid de Cristiano. La hazaña de Simeone y sus muchachos dejaba una lección para la vida. El “Partido a Partido” superó el fútbol y se convirtió en una apuesta para el día a día.

Cuando el gol se hace con tus amigos, tiene un sabor distinto. Es tuyo, de todos y para todos.

Aquel gol lo grité en un bar. No estaba en Barcelona, ni si quiera en Madrid. Por circunstancias de la vida lo vi en Tenerife. A mi lado, Alejandra, mi compañera de vida. Aquella tarde, me dijo gracias por hacerme del Atleti. Desde entonces, vivimos la vida juntos derrochando coraje y corazón. Con nosotros, Santiago y Agustina que también les va las rayas canallas de los colchones. Y es que nuestra familia transita por el paseo de los melancólicos, Atleti cuanto te quiero.

El ultimo de mis goles inolvidables, no es uno, sino muchos a la vez. Paradójica e incompresiblemente no recuerdo casi ninguno. No son goles vistos en un bar, ni siquiera cantados en un Estadio. Son los goles de mi querido Smoking del Pilar. Un entrañable equipo en el que juego hará más de quince años. No son ajenos, son propios, sudados con un inagotable esfuerzo del que ama jugar al fútbol.

El Smoking significa muchas coas, es mi barrio, mis raíces y mi pasado. A mis compañeros de fatigas los he visto crecer. Hemos compartido mucho, buenos y malos momentos. Hoy somos muy distintos a cuando empezamos. Sin embargo, los goles los vivimos y sentimos con la misma pasión que en los inicios. Cuando el gol se hace con tus amigos, tiene un sabor distinto. Es tuyo, de todos y para todos. Sinceramente el Smoking marca pocos goles, pero cuando lo hace se disfrutan como los que dan una Liga, una Copa o un Mundial.

Que sería de nuestras vidas sin los goles…

4 thoughts on “Los goles de mi vida

  1. Muy bueno, Luis.
    Son muchos los goles que he visto y también los que recuerdo especialmente. Pero entre todos ellos hay uno del que no he conseguido encontrar una grabación y mira que la he buscado. Se trata de un gol de Di Stéfano (como no) al Granada, el tercero de un resultado de 5-0 en la temporada 1960-61. Lo vi en directo y lo recuerdo perfectamente. Tan solo tengo la referencia en el libro «Historias de una leyenda», de Enrique Ortego y Luis Miguel González y el diario Marca del día siguiente, que amablemente me envió Alfredo Relaño.
    Gracias por escribir estos artículos.

    1. Leopoldo muchísimas gracias por tu comentario y por compartir un recuerdo tan bonito y futbolero como el gol de Di Stefano. El Marca que te envió Relaño es un tesoro. Mil gracias.

  2. No he visto casi fútbol pero si he visto a mi
    madre verlo muchas veces y entiendo lo que tan bien explica Luis Fernández García que emocione y resulte reconfortante que tu equipo haga un gol. Se que antes ella lo seguía por la radio y también con su quiniela. Incluso al final de su agotada vista le gustaba serlo aunque a veces decía que no seguía al balón. Gracias a Luis por su sensibilidad escribiendo de esas cosas tan entrañables para mi.

    1. Gracias Concha por compartir con nosotros la pasión de tu madre por el fútbol. Un deporte que une y humaniza muchos momentos de la vida

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