Las jugadoras del Rayo Vallecano Femenino están viviendo una situación límite. A través de este escrito se pretende mostrar apoyo a todas ellas para revertir la situación que atraviesan.
Esta mañana mi hija me despertó con un dulce abrazo. Una vez que comprobó que mis ojos se abrían por completo, empezó con sus habituales y cariñosas exigencias. ¡Ya es de día! repetía insistentemente en mi oído. ¡Por favor prepárame un huevito para desayunar! Me hubiera gustado seguir ronroneando entre mis sabanas. Pero hay exigencias que son ineludibles.
Una vez preparado el desayuno, huevo frito incluido, mi pequeña no paraba de hablar. Me costaba digerir toda la información que parloteaba. De repente, me mira y me dice, “Papá me prometiste ir a ver a las chicas del Atleti. Quiero ver jugar a Amanda, mi jugadora favorita”. Estas palabras captaron por completo mi atención. Gratamente me di cuenta que en la España de hoy las niñas tienen como referentes mujeres futbolistas. Algo que desgraciadamente mi generación no tuvo.
La reacción de mi hija, una pequeña mujercita de seis años, evidencian que en nuestro país y particularmente en su fútbol, la igualdad está llegando poco a poco. Un esfuerzo general que está haciendo un deporte y un país mejor. Es cierto que hay mucho margen de mejora, pero hay pequeñas conquistas que merecen ser festejadas. Que nuestras pequeñas idolatren a mujeres futbolistas es sin duda una de ellas.
El Rayo Vallecano Femenino está compitiendo sin delegado de campo. No recibe material deportivo y los encuentros los disputa sin servicio médico. Las futbolistas cobran sus nóminas fuera de plazo. Incomprensiblemente no se les permite el acceso a instalaciones del club como el gimnasio o el aparcamiento. Una situación intolerable y que cuestiona los avances conseguidos en los últimos años en el fútbol femenino.
Sin embargo, la gratificante y esperanzadora reacción de mi pequeña contrasta con una noticia sucedida el pasado fin de semana en nuestro fútbol femenino. El sábado 6 de noviembre se jugó en la Ciudad Deportiva de Valdebebas un partido entre el Real Madrid y el Rayo Vallecano. Al poco de empezar el encuentro todo se detuvo durante treinta segundos. El balón no se movió, ninguna jugadora corrió, el fútbol se quedó congelado.
Las jugadoras del Rayo Vallecano consensuaron con sus homologas del Real Madrid y las arbitras una protesta por la situación que atraviesa el equipo femenino de la franja roja. Un acto reivindicativo que ha contado con la solidaridad de las futbolistas del Real Madrid y del estamento arbitral, dependientes de la Federación Española de Fútbol.
Desgraciadamente las jugadoras del Rayo Vallecano han retrocedido décadas. Han pasado del esperanzador fútbol femenino del 2021 al deporte precario que vivían las futbolistas de los años ochenta.
El Rayo Vallecano Femenino está compitiendo sin delegado de campo. No recibe material deportivo y los encuentros los disputa sin servicio médico. Las futbolistas cobran sus nóminas fuera de plazo. Incomprensiblemente no se les permite el acceso a instalaciones del club como el gimnasio o el aparcamiento. Una situación intolerable y que cuestiona los avances conseguidos en los últimos años en el fútbol femenino.
Los esfuerzos en pro de la profesionalización del fútbol quedan cuestionados con situaciones como esta. La firma en 2020 del primer convenio colectivo del fútbol femenino español suponía una garantía para las futbolistas. Una norma que afianzaba la profesionalización de nuestro fútbol y una salvaguardia laboral para todas las jugadoras. Los hechos que acontecen ponen en duda el cumplimiento de los contratos firmados por las futbolistas del Rayo, pero además pueden suponer una vulneración de la normativa vigente.
En estos momentos es pertinente recordar que el Rayo Vallecano es un histórico de nuestro fútbol femenino. Un equipo que se ha proclamó campeón de liga en tres ocasiones (2008/09, 2009/10 y 2010/11) y que una vez alzó la copa de la Reina (2008). Únicos títulos oficiales que posee la institución franjirroja
La Federación Española de Fútbol organizador del Campeonato de Liga Femenino y precursor del Convenio Colectivo no puede ser indiferente ante esta situación. Desgraciadamente el Rayo Vallecano como institución queda fuertemente debilitado. Es más, lo que esta sucediendo puede interpretarse como un desacato a los aficionados vallecanos que sienten la franja roja.
En estos momentos es pertinente recordar que el Rayo Vallecano es un histórico de nuestro fútbol femenino. Un equipo que se ha proclamó campeón de liga en tres ocasiones (2008/09, 2009/10 y 2010/11) y que una vez alzó la copa de la Reina (2008). Únicos títulos oficiales que posee la institución franjirroja. Solo por eso, la sección femenina merece más respeto por parte de los dirigentes del Rayo Vallecano.
Mientras mi hija sueña con conocer a Amanda Sampedro, capitana del Atleti Femenino, las niñas aficionadas del histórico Rayo Vallecano tienen que ver competir a sus jugadores en condiciones precarias. Una situación que no puede ser admitida en nuestro fútbol actual. Es responsabilidad de todos revertir esta situación. Todo mi apoyo a las jugadoras del Rayo Vallecano Femenino.