En la Lancha Vikinga seguimos navegando por aguas revueltas y sin ver un puerto seguro y próximo en el que parar para recuperar el aliento con el nuevo estadio como único aliciente a corto plazo.
Una vez superado el parón de selecciones toca volver a la realidad y a seguir enfrentándose al hecho de que Cristiano Ronaldo seguirá metiendo goles pero con la camiseta de otro club y que Lopetegui no es Zidane, que por mucha trayectoria invicta con la selección española y que conozca a la perfección a los jóvenes valores españoles que están llamados a liderar al Madrid del futuro no ha demostrado tener la capacidad del francés de sacar lo mejor de cada jugador, simplemente pidiéndoles hacer a cada uno lo que mejor sabe hacer en la posición que más le conviene. Porque ese era el mérito de Zidane, adaptar su idea de futbol a las mejores versiones posibles de los componentes de su plantilla. Y es que no es lógico que de un año para otro jugadores que resultaron ser determinantes en campañas anteriores como Modric, Marcelo, Casemiro o el propio Asensio, en momentos más puntuales eso sí, parezcan sombras de lo que fueron hace pocos meses.
Toca volver entonces a la cruda realidad, en la que además de a la crisis de resultados parece inevitable tener que enfrentarse a un mercado de fichajes muy escaso de talento pero desorbitado en cuanto al precio.
Toca volver entonces a la cruda realidad, en la que además de a la crisis de resultados parece inevitable tener que enfrentarse a un mercado de fichajes muy escaso de talento pero desorbitado en cuanto al precio. Lo que se viene conociendo como una “burbuja”, que mientras sigan llegando jeques o empresarios ricos al más puro estilo PSG o Manchester City tardará mucho en explotar. No cabe duda de que Florentino Pérez es consciente de la situación y como experto hombre de negocios, concretamente del mundo de la construcción, sabe que en tiempos de burbuja no tiene sentido comprarse una casa que no te entusiasma, con un precio por las nubes y que además te obligue a hipotecarte de por vida. Es mejor, sin duda, esperar a tiempos más favorables aunque tengas que estar un tiempo de alquiler, es decir, poner a Vinicius que para eso lo has traído. Y si no, que miren a su vecino, el Manchester United, a la altura del Real Madrid en cuanto a dimensiones de club y valoren si pasados dos años volverían a comportarse como esos multimillonarios sin complejos que reventaron el mercado entre 2015 y 2016 pagando ochenta millones por Anthony Martial, los célebres cien millones por Pogbá, y otras cantidades menores pero nada despreciables que rondaban los cuarenta millones en nombres más discretos como Mkhitaryan o Baily. Y es que hipotecarse a esos niveles por unos jugadores que tan sólo son grandes promesas no garantiza el éxito ni la rentabilidad de los fichajes. De hecho, se enfrenta a un 2018 inmerso en una crisis deportiva aún mayor y sin el musculo financiero que le permita fichajes que enmienden errores pasados, tal y como se ha comprobado este verano. Por suerte para ellos, la burbuja aún no ha estallado y parece que ya suena otra familia saudí para sacarles del apuro a base de más “petrodólares”.
Es complicado pedir paciencia a una grada que ha sido cuidada a base de lujos en forma de Champions League pero me temo que no queda otro remedio. No merece la pena perder la cabeza por ningún fichaje a excepción de Mbappé, por el que sí me plantearía cambiar el acero inoxidable del nuevo estadio por azulejos de Talavera si hiciera falta, ya que es el único que está demostrando estar muy por encima del resto de jugadores de la “nueva ola” y que hace plantearse al propio Neymar que quizá el PSG no era su destino ideal para destacar y optar así a su ansiado Balón de Oro.
Pero mientras el bueno de Kylian Mbappé se pone a tiro, todo el mundo en la casa blanca debe saber que el camino de los próximos años va a ser duro y pedregoso.
Pero mientras el bueno de Kylian Mbappé se pone a tiro, todo el mundo en la casa blanca debe saber que el camino de los próximos años va a ser duro y pedregoso. Quizá un par de buenos partidos al principio hicieron ilusionarse más de la cuenta a parte de la grada, pero no se trataba más que de un espejismo porque estamos a mitad de octubre y la situación del Real Madrid recuerda alarmantemente a la breve era de Rafa Benitez. El problema es que al presidente no le queda la baza de otro Zidane bajo la manga y el “sonido de viento” me imagino que no tardará en llegar al palco y a cundir los nervios en los despachos. Se avecina tempestad por tanto (otra más), ¿será capaz de soportarla sin hundirse la principal apuesta de este año, es decir, el entrenador Lopetegui? ¿Será Vinicius la solución? ¿Acabará Solari siendo capeón de la decimocuarta? ¿A cuánto está el metro cuadrado de azulejo talaverano? Florentino por favor ¡sal a la palestra y pide calma!
Hay una cuestión fundamental, según yo lo veo, para conseguir esa necesaria paciencia que reclamas, Pedro; Seguramente parte de la afición madridista coincida con tu planteamiento acerca de la conveniencia de mantenerse a salvo de la dinámica económica disparatada en la política de fichajes de muchos de los grandes clubes europeos. Sin embargo, eso solamente puede aceptarlo el madridista, esa rara y única especie futbolística coronada trece veces campeona de Europa, cuando entienda que con lo que hay se puede seguir compitiendo al máximo nivel. Tal vez sea ahí donde entra la imperiosa urgencia de conseguir sacar el máximo partido a una grandísima plantilla, como la actual. En definitiva, el futbol puede ser muy cruel…y es que, tal vez, todo mejore tocando una sola tecla. Es posible que el director de orquesta sea una gran director, pero haya tenido el infortunio de llegar a la Filarmónica de Berlín en un mal momento.
Estamos de acuerdo contigo Javier, cada semana que pasa la paciencia está más difícil de conseguir. Ojalá todo sea tan simple como tocar una tecla y ya nos imaginamos a cual te refieres. En cualquier caso, el clásico será un punto de inflexión en estos momentos de “falsa calma”. De todas formas el Madrid es el Madrid y seguro que en breve vuelven las “Lanchas Vikingas” que hablen de éxitos y nos movamos en aguas más tranquilas.