Luka Modric se va. Hablamos de él cuando fue Balón de oro. Hoy escribimos para su despedida.

Lo más duro de las malas temporadas del Madrid no suele ser la falta de títulos. Entre otras cosas porque es muy raro que termine el año completamente en blanco (valga la expresión). Este año, sin ir más lejos, se ha ganado una Super Copa de Europa y una Intercontinental. No está nada mal, teniendo en cuenta que eso significa que hace apenas algunos meses se estaba levantando una (la quince) Copa de Europa.

Aun así, el rendimiento del equipo ha estado por debajo de las expectativas y eso suele tener consecuencias. Duras, en muchos casos. Normalmente los ánimos se suelen apaciguar con despedidas que atemperen las ansias deconstructivas de cierto sector de la afición. Este año, una de esas bajas es especialmente dolorosa.

Luka Modric ha anunciado que se va. La noticia, no por esperada (es ley de vida) deja de ser triste.

Luka Modric ha anunciado que se va. La noticia, no por esperada (es ley de vida) deja de ser triste. Seguramente no era una de las cabezas pedidas por el aficionado avinagrado, pero él ha decidido que era el momento. En tiempos de renovación de la plantilla liberará un espacio salarial que el club agradecerá, pero el hueco que dejará en todos los demás ámbitos es irreparable.

Podría ponerme a enumerar todos los momentos estelares de Luka en el Madrid. Desde que llegó para “tapar vergüenzas” hasta el golazo de este año frente al Girona. Pasando por aquel saque de esquina del minuto 93. Necesitaría quizá tirar de hemeroteca porque son muchos, muchísimos. Pero aún estoy en fase de duelo y me resultaría demasiado doloroso.

Luka, el niño que vivió una guerra, que llegó a Madrid con aspecto de intérprete de música clásica callejera, después de trece años, se va. Y en su despedida ha dicho, simplemente, que nos quiere mucho. Hasta para eso es acertado. No veo manera más sincera y concisa de hacerlo.

Y en su despedida ha dicho, simplemente, que nos quiere mucho. Hasta para eso es acertado.

Yo solo quería decirle que nosotros también. Muchísimo. Porque cuando estaba en el campo nos hacía felices. Con Luka en el terreno de juego el balón era nuestro. La remontada siempre posible y en cualquier contrataque rival sabías que él aparecería corriendo desde el área contraria para liberarnos del asedio.

Su forma incansable de jugar y entrenar le ha permitido formar parte de la plantilla del Real Madrid con casi cuarenta años. Siendo además un jugador relevante. Algo reservado solo a las leyendas como él. Además, toda esa experiencia la ha utilizado para hacer mejores a sus compañeros. Muchos de los gestos y goles que veremos sobre el terreno de juego en los próximos años, en cierto modo, seguirán siendo suyos. Ha sido un ejemplo para sus compañeros (Rodrygo le llamaba “padre”). También para sus oponentes. No recuerdo muchos casos de jugadores tan respetados por aficiones rivales como sucede con Modric. Y eso, siendo jugador del Real Madrid, no solo indica que su comportamiento y actitud hayan sido buenos, significa que han sido perfectos.

Aun nos queda un último baile. Ojalá le veamos como capitán levantando el trofeo de campeón del mundial de clubes. Pase lo que pase, por todo, Luka: cómo no te vamos a querer nosotros también. Si nos hiciste campeones una y otra vez.

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