Carlos es español de nacionalidad y madrileño de corazón.  Por circunstancias de la vida nació en México, después, vivió un tiempo en Qatar para posteriormente pasar una larga temporada en Escocia, donde nacieron sus hermanos. Finalmente, la familia al completo terminó por irse a vivir a Dubái. Todos esos cambios fueron propiciados por buenas oportunidades laborales de su padre. Gracias a ellas, ha podido disfrutar de las innumerables ventajas que ofrece vivir en un entorno internacional. Aprender idiomas, conocer diferentes culturas o viajar a muchas partes remotas del mundo ha sido algo corriente en su vida. Al mismo tiempo, ha podido visitar con frecuencia España. Pasar sus vacaciones en el país donde se encuentran sus orígenes era siempre obligatorio. A pesar de disfrutar una relación cercana con abuelos, primos y amigos, cabe siempre pensar en un problema, el desarraigo. Un miedo que el futuro, cada vez más cercano, podrá alimentar en caso de que decida ampliar aún más sus fronteras en busca de estudios universitarios u oportunidades laborales. Ser ciudadano del mundo a veces implica no echar raíces en ninguna parte. Ojalá existiera algo que te uniera a cada instante a tus orígenes sin necesidad de esperar a fechas señaladas como el verano o las navidades. Algo que pudiera transportarte a casa siempre que sintiera la necesidad de parar un poco y tomar algo de aire junto a los tuyos. Por suerte, para Carlos y su familia existe el Real Madrid. Una entidad universal que le une directamente al nombre de la que siente como su ciudad. Un equipo que todo el mundo conoce y del que puede presumir, sacando pecho sobre lo bien que se hacen algunas cosas en su país. Por si fuera poco, el destino, en cierto modo, le ha permitido formar parte de esa gran institución. Con dieciséis años recién cumplidos nos lo cuenta en un precioso artículo que derrocha amor por el fútbol y, sobre todo, por su Real Madrid.

Me llamo Carlos y tengo la oportunidad de vivir en el extranjero debido al trabajo de mi padre. Es una experiencia dura, a la vez que enriquecedora, que me abrió muchas puertas, entre ellas, la de unirme al equipo de mis sueños, el Real Madrid. Desde muy pequeño, siempre fui un apasionado seguidor del club, y formar parte de él fue un sueño hecho realidad.

Ser seguidor del Real Madrid en este ambiente no es fácil, pero durante los últimos años ha sido para mí un orgullo ver cómo el Real Madrid ha batido a todos sus contrincantes europeos.

Tengo dieciséis años y los últimos ocho he vivido en Dubái. Debido a mi pasión por el futbol, he estado entrenando en varias academias de futbol aquí.  Entre otras he entrenado con las academias del Liverpool y el West Ham. Desde hace un año entreno en la academia del Real Madrid en Dubái. En estos años he podido observar los distintos estilos que estas academias inculcan a sus alumnos, y cómo se transmite el futbol en los distintos equipos dependiendo de los estilos, país de origen, etc.

Dubái es una ciudad donde la comunidad inglesa es mucho mayor que la española, y son muchos los aficionados de la Premier League, y no tantos los seguidores de los equipos Españoles. Es por eso que ser seguidor del Real Madrid en este ambiente no es fácil, pero durante los últimos años ha sido para mí un orgullo ver cómo el Real Madrid ha batido a todos sus contrincantes europeos. Como podréis imaginar, para mí ha sido una gran satisfacción ir al colegio después de cada eliminación de un equipo inglés, francés o alemán de manos del Real Madrid, cuando yo soy uno de los pocos seguidores del Real Madrid en la clase.

Durante mi tiempo en el Real Madrid, he podido vivir de primera mano los valores que este gran club representa y que transmite a sus alumnos. La dedicación, el esfuerzo y el compromiso son pilares fundamentales que nos inculcan desde el primer día. Me siento orgulloso de llevar la camiseta blanca y de ser parte, aunque sea desde las categorías inferiores, de la familia que es este equipo legendario.

Me siento orgulloso de llevarla camiseta blanca y de ser parte, aunque sea desde las categorías inferiores, de la familia que es este equipo legendario.

Ser aficionado desde Dubái, y ahora también parte del Real Madrid, me permitió crecer no sólo como deportista, sino también como persona. He aprendido la importancia del trabajo en equipo, la disciplina y la resiliencia. Cada entrenamiento y cada partido fueron oportunidades para mejorar y superar mis límites, siempre con la meta de mejorar día a día y nunca rendirse. No importa dónde en el mundo estés, el Real Madrid es igual en todos lados: una familia unida por la pasión por el fútbol y un compromiso inquebrantable con la excelencia. La experiencia me ha dado lecciones valiosas que llevo conmigo en cada aspecto de mi vida, recordándome siempre la grandeza de pertenecer a una institución tan emblemática. Siempre, estés donde estés ¡Hala Madrid!

Carlos Lancha Cruz

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