El actual momento que rodea al Real Madrid en lo extradeportivo, ya sea en la competición nacional o en la continental, hace que me plantee una reflexión.
Empezó un año. Momento en el que la gente suele prometerse que cambiará cosas. Ya sean hábitos de salud, laborales, financieros… El Real Madrid, desde hace tiempo viene haciendo lo propio. Cambia cosas, pero con el único objetivo de seguir siendo lo mismo.
Decidió cambiar su estadio. Convertirlo en un templo empresarial y de ocio. Con ello, además de incrementar la utilización de un enorme espacio que es del todo ilógico que solo se aproveche una vez cada quince días, logrará unos ingresos que le permitirán competir en un mercado en el que cada vez son más los participantes “dopados”. Me refiero a aquellos que parece que han usado aquel truco del primitivo PC Futbol en el que, vendiendo a un jugador ya vendido, conseguías unos fondos casi ilimitados para hacer el equipo de tus sueños. Son los mismos que utilizan el fútbol para blanquear regímenes políticos dudosos. Y también son los mismos que luego abanderan la idea de que el fútbol es de los hinchas y los que reprochan al Real Madrid, equipo con más títulos importantes logrados, que los trofeos han de ganarse en el campo. Los que ponen el carro, basado en mentiras, para que los humildes se suban no sé muy bien por qué.
Hablo de un estadio que visité primera vez hace poco y que me pareció algo grandioso y que aporta valor no sólo al club, sino a la ciudad entera. Aun así, hay que soportar las arremetidas de algunos rivales que se quieren autoconvencer de que se trata de una mole antiestética e incómoda para el socio y la ciudadanía. La “lata de sardinas” le llaman. Unos rivales, por cierto, con estadios en fase de deconstrucción o ubicados donde antes había una simpática peineta que podría invitar al chascarrillo fácil.
Me refiero a aquellos que parece que han usado aquel truco del primitivo PC Futbol en el que, vendiendo a un jugador ya vendido, conseguías unos fondos casi ilimitados para hacer el equipo de tus sueños
Siguiendo con los cambios, trata de cambiar también la estructura del propio futbol. Nada menos. Apostando por una competición, la Super Liga, que aportaría más oportunidades no sólo a él, sino a todos esos clubes que no dependen de fondos infinitos. A aquellos que son lo que son gracias a sus triunfos en el campo. La justicia le dio la razón. Ahora solo falta que otros clubes terminen por entender que aquello que defienden esos clubes estado, y que combate el Real Madrid, no puede favorecer a los equipos más modestos.
Es pura lógica. A aquellos para los que el dinero no es un problema, con la condescendencia de la UEFA, les interesa que para el resto sí lo sea. Por eso reniegan de una competición abierta a todos, por mucho que les cueste reconocerlo a los actuales mandatarios y que sería gestionada por los propios clubes. Dejando de depender de élites directivas oscuras que fagocitan ingresos y coartan la libertad empresarial. Y no lo olvidemos, más accesible para el espectador porque apuesta por un modelo de televisión abierta.
Y también ha cambiado lo más difícil. Su actitud. Una actitud pasiva y condescendiente con los escándalos que rodeaban la competición nacional. Algo que nadie se atrevía a comentar porque no interesaba atacar a la mano que movía la rueda. Ya era hora de cambiar. Hablando en términos “Fordianos”, de que todo un senador Stoddard decidiera enfrentarse al villano Liberty Vallance. Aunque sea en soledad. En este caso desconozco si finalmente habrá un Tom Doniphon que termine ejecutando una sentencia. En cualquier caso, era necesario que alguien diese la cara. Y ese, ha sido el Real Madrid. El que quiere cambiarlo todo para seguir siendo lo mismo.
Buena reflexión, algún atlético mal intencionado dirá que viene a cuento de la derrota de ayer. Pero no creo que te lean muchos… la referencia a Liberty Vallance hace mucho que no la recuerdo.
Este año toca Liga y Champions si Dios quiere. Hala Madrid !!