Siempre fue así. Cuando la copa era la “Copa Intercontinental” y se jugaba en Japón y sigue siendo así cuando ha pasado a llamarse “Mundial” y ha incorporado a equipos de otras latitudes distintas a las europeas y americanas pero que de momento no aportan ningún nivel futbolístico. En la retina de los aficionas ha dejado pocas imágenes que recordar a excepción de aquella “Raulinha” del año 1998 cuando el Real Madrid ganó al Vasco da Gama y si me apuras los dos últimos tropiezos de equipos españoles allá por el año 1992, cuando el Sao Paulo de un joven Rai ganó al todopoderoso Dream Team, o aquella presentación en sociedad de un tal Riquelme que en el año 2000 hizo perder al Real Madrid su última final hasta la fecha.

Son más de mil días llevando ese escudo dorado en el pecho lo cual hace que inevitablemente se asocie el dorado del “parche” de FIFA World Champions al blanco del Real Madrid.

El Mundial de Clubes nunca ha aportado gran caché al ganador, más bien en Europa está considerado como la típica competición que el ganarla no va a reportarte elogios por parte de tus rivales pero perderla supondría tener que soportar ataques directos a la yugular para intentar hacer sangre de no haber sido capaz de ganar ni siquiera a un rival que en la competición doméstica estaría peleando por no bajar a segunda división.

Ganar al Al Ain o al Kashima no da prestigio, ni siquiera ganar al River de hoy en día demuestra nada. Pero ojo, ganar el trofeo de mejor equipo del mundo por tercer año consecutivo es otra cosa. Son más de mil días llevando ese escudo dorado en el pecho lo cual hace que inevitablemente se asocie el dorado del “parche” de FIFA World Champions al blanco del Real Madrid. Y es que el Real Madrid parece que se ha acostumbrado a llevarlo como el que se acostumbra a vestir de marca y ya le da pudor volver a un “outfit” de Inditex.

Raúl jugando la final de la Copa Intercontinental contra el Vasco da Gama

Todos los años parece que va a ser la última porque la realidad es que al Real Madrid se le ve vulnerable y falto de ritmo. Quién sabe si estas vacaciones pagadas en Abu Dhabi han servido para cambiar dinámicas y mentalidades a base de recordar a unos jugadores hartos de ganar lo bien que sientan los laureles en la cabeza y que casos como el de la revelación Marcos Llorente quiera subirse al carro de los que quieren seguir haciendo historia. Lo único cierto es que el Real Madrid ha vuelto a ganar una final y que está vivo aún en todas las competiciones. Febrero resolverá esas dudas. Mientras tanto, Solari y sus chicos, a pesar de todo lo acontecido en esta segunda mitad de 2018, se comerán el turrón con la sensación del deber cumplido. 

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