Prosinecki ha sido uno de los jugadores más controvertidos de la década de los 90, desde su complejo fichaje por el Real Madrid hasta la última de sus conocidas lesiones. Con motivo de la vuelta de su Estrella Roja de Belgrado a la máxima competición continental repasamos su vida deportiva y recordamos algunas anécdotas.
Siempre resulta agradable conocer nuevos equipos que llegan por primera vez a la Champions League, aunque normalmente no suelen ser una alternativa a los clásicos para llegar lejos en la competición, son una manera de conocer nuevos campos, nuevas ciudades y nuevas aficiones. Pero lo cierto es que es aún más gratificante ver a equipos históricos que por unas circunstancias u otras han estado alejados de la élite y que un buen día vuelven a presentarse en el bombo para reverdecer los viejos laureles. Es el caso en esta edición del clásico Estrella Roja de Belgrado, único campeón en la historia de la Copa de Europa, ahora Champions League, con origen en la antigua Yugoslavia. Este año, encuadrado en el “Grupo de la muerte” junto a Nápoles, Liverpool y PSG ha hecho venir a la memoria grandes jugadores que formaron parte de su historia, de los cuales, uno, no por sus títulos sino más bien por su particular trayectoria, habrá venido a la cabeza de los aficionados al futbol. Se llama, como no, Robert Prosinecki.
Nacido en Alemania en 1969 pero de padres yugoslavos, con los que volvió a la tierra de sus orígenes con apenas diez años, comenzó a jugar al futbol en las categorías inferiores del Dinamo de Zagreb. Allí no llegó a convencer a su entrenador, que llegó a asegurar que se comería su carnet de entrenador si Robert acababa triunfando en el futbol, probando suerte en 1987 en el Estrella Roja de Belgrado, con el que 5 años más tarde de su llegada se proclamaría flamante campeón de Europa con tan solo veintidós años y con un papel destacado en el juego del equipo gracias a su visión de juego, regate y disparos a balón parado. Antes, en ese crucial 1987, ya se había proclamado campeón del mundial juvenil en el torneo que se disputó en Chile compartiendo alineaciones con Mijatovic, Boban, Jarni o Suker.
Nacido en Alemania en 1969 pero de padres yugoslavos, con los que volvió a la tierra de sus orígenes con apenas diez años, comenzó a jugar al fútbol en las categorías inferiores del Dinamo de Zagreb, donde no convenció a su entrenador.
Robert Prosinecki tenía un futuro prometedor, a sus títulos logrados con el club de Belgrado, tres ligas, una copa y la mencionada Copa de Europa, se sumó un flamante trofeo Bravo que en 1991 le llevó a ser considerado como el jugador joven con más futuro del panorama internacional. Todo ello llevó al Real Madrid de Ramón Mendoza a fijarse, incluso se podría decir a obsesionarse, con traer a Robert a las filas del Club de La Castellana. Finalmente en Julio de 1991 se materializó el fichaje al más puro estilo Ramón Mendoza, es decir, sin ningún complejo a la hora de sacar la billetera alegando que el Madrid tenía dinero para eso y para mucho más y sin hacer mucho caso a sus ojeadores, que le recomendaban que el fichaje que realmente les convenía era del de otro Yugoslavo, Dejan Savicevic, que posteriormente triunfaría en el A.C. Milan. Así pues, Prosinecki llegó al club blanco con la vitola de jugador mejor pagado de la plantilla y con una presión autoimpuesta por él mismo diciendo que traería de nuevo la ansiada Copa de Europa a las vitrinas del Santiago Bernabeu.
Carlos Martinez, el aún hoy narrador del partido destacado de la semana, gritaba a los cuatro vientos -¡se ha roto Prosinecki!- mientras las cámaras enfocaban el rostro desencajado del jugador a la vez que se tocaba su muslo derecho con aquella cicatriz rosada aún por lo reciente de su intervención en el maldito cuádriceps.
El fichaje llegó a ilusionar al aficionado madridista con unos primeros partidos en los que mostró su capacidad de repartir el juego, su característico regate pisando la pelota y su efectivo disparo a balón parado. Sin embargo, la realidad con la que se enfrentaría el resto de su etapa como jugador no tardaría en presentarse. En octubre empezó a encadenar lesiones musculares que le llevarían a una posterior rotura muscular que tras varias recaídas le dejarían fuera de la competición durante toda la temporada. Para el recuerdo queda aquel partido emitido por el entonces recién creado Canal + en el que Prosinecki reaparecía después de su primera convalecencia larga, cuando en un lance del juego en el que participaba el yugoslavo, Carlos Martinez, el aún hoy narrador del partido destacado de la semana, gritaba a los cuatro vientos -¡se ha roto Prosinecki!- mientras las cámaras enfocaban el rostro desencajado del jugador a la vez que se tocaba su muslo derecho con aquella cicatriz rosada aún por lo reciente de su intervención en el maldito cuádriceps.
Esa cadena de lesiones fue fatídica para su carrera en el club blanco ya que no le surtieron efecto las atenciones y mimos a los que fue sometido por el personal del club. Empezando por el técnico Radomir Antic, que sería crucial posteriormente en su breve resurgir, y terminado por los equipos médicos, que le llevaron a cambiar la dieta en varias ocasiones, potenciar en él un cambio físico a base de gimnasio e incluso le “recetar” asiduas vistas al dentista convencidos de que el mal de sus músculos podía venir por infecciones derivadas de su no muy cuidada dentadura. La realidad demostró que Prosinecki no podría triunfar nunca en el Real Madrid, las lesiones y la falta de confianza de otros entrenadores posteriores a Antic nunca le permitieron salir de ese estado depresivo al que llegó, aunque bien es cierto que en aquellos años la depresión era un tema tabú y más aún para el mundo del fútbol, que se vio agravado por la situación del estallido de la cruel guerra de los Balcanes. Quizá parte de culpa de todo aquello fuese que el jugador no se cuidara lo que un deportista de élite debería, pero el caso es que las lesiones fueron la tónica habitual durante las tres temporadas que militó en el Real Madrid.
En los últimos meses y con la llegada de Vicente del Bosque como entrenador en sustitución del estricto Benito Floro el jugador tuvo una pequeña reacción que hizo ilusionarse a los pocos que aún tenían fe en el croata, si bien, la llegada de Jorge Valdano con aires renovadores al vestuario hizo que tanto las lesiones como la época difícil que estaba viviendo el Real Madrid, con dos ligas perdidas en el último momento en Tenerife, pesaran más a la hora de querer romper con el pasado y Prosinecki tuvo que buscarse un destino fuera de la élite.
En este caso el destino elegido fue el Real Oviedo al que se marchó cedido. En la decisión tomada pesó mucho la presencia de Radomir Antic en el club asturiano, que fue su valedor en la llegada del jugador a Madrid y que sería a la postre el que le rescatase para el futbol, ya que esa temporada el Real Oviedo de Antic y otros compañeros de selección yugoslava como Jokanovic o Jerkan hicieron que Robert volviera a sentirse futbolista. Allí realizó una gran campaña en la que acabó jugando 30 partidos y marcando 5 goles además de convertirse en el eje central del juego de un Oviedo que finalizará en una más que digan novena posición. Su gran juego y la aparente finalización de su calvario de lesiones hicieron que grandes clubes se interesaran por él. El Real Madrid tenía problemas financieros y la alta ficha del jugador suponía un problema, por lo que era urgente buscar su salida definitiva. Estuvo a punto de volver a la capital pero esta vez al Atlético de Madrid, aunque finalmente fue el Barcelona el que se llevó el gato al agua. En esta etapa Prosinecki tampoco pudo triunfar en un gran club al que llegó en otra mala época a nivel general ya que coincidió con el final de la era de Johan Cruyff y además las lesiones, de nuevo, tampoco le ayudaron. Una temporada y media más tarde saldría del club «culé» rumbo al Sevilla en el mercado invernal donde tampoco hizo historia, llegando a vivir incluso un descenso.
Después de su periplo en España, volvió a sus orígenes en la nueva constituida Croacia y allí rindió a un buen nivel volviendo a ganar títulos nacionales e incluso siendo parte activa de la selección croata que llegó a ser tercera en el mundial de Francia.
Después de su periplo en España, volvió a sus orígenes en la recién constituida Croacia y allí rindió a un buen nivel volviendo a ganar títulos nacionales e incluso siendo parte activa de la selección croata que llegó a ser tercera en el mundial de Francia. Por último, probó suerte en la segunda división inglesa y una vez finalizada su carrera como futbolista se convirtió en entrenador. Como entrenador llegó a dirigir a su Estrella Roja sin llegar a cumplir las expectativas de la directiva a pesar de haber ganado un trofeo de copa. El resto de destinos como técnico no le han supuesto grandes éxitos a título personal, ya sea como entrenador de club o como seleccionador. Su última oportunidad se la han dado en Bosnia Herzegovina, donde es el seleccionador desde este año 2018.
Robert Prosinecki es un caso curioso dentro del fútbol. Cuenta con la popularidad de las grandes estrellas a pesar de no llegar a triunfar en ningún equipo, a excepción del Estrella Roja en sus orígenes, pero ha sido capaz de jugar en dos de los equipos grandes de Europa a los que llegó con grandes contratos. Fue un jugador castigado por las lesiones pero que no dejó de fumar a lo largo de su carrera ya que el dejarlo, decía, le daba ansiedad. Ha sido el blanco de burlas por su no muy agraciado físico, y no solo en lo referente a las lesiones, pero no tuvo ningún complejo a la hora de protagonizar una campaña de Renault en el que popularizó su “muñeco Prosickito” el cual se lesionaba, invitaba a irse de fiesta y cuando corría mucho se le salía el corazón y se desmayaba.
En definitiva, todo un personaje que ha regalado el fútbol a aquellos que disfrutan de las historias que se salen un poco de la típica estrella mediática endiosada por sus éxitos y al que ojalá algún día el fútbol le premie con los éxitos que por su calidad merecía y a los que en su día apuntó.
A Javier, el último Prosineckista vivo.
Como el último Prosineckista vivo, recién honrado con tan solemne título por el autor, me quito el cráneo con este artículo. Enhorabuena a esférico.es por vuestra gran labor de futboleros.