El clásico “Evasión o Victoria” es una película que utiliza el fútbol como hilo conductor de una historia que mezcla realidad y ficción. Llena de anécdotas durante su rodaje y con la particularidad de contar con futbolistas profesionales en su elenco de actores.

A diferencia de otras rutinas a las que nos vemos sometidos a lo largo del año, desconectar de la futbolística apetece mucho menos y tras poco más de tres semanas desde el último partido oficial, que fue la final del mundial, parece que el cuerpo vuelve a pedir emociones relacionadas con nuestro mundo «esférico». Los amistosos de verano y el vaivén de los fichajes no parce suficiente alimento para saciar el gusanillo y no queda otra que buscar consuelo en otras artes. El verano está para disfrutar y por ello es el momento de viajar y hacer todas esas cosas diferentes que el trabajo o el clima del invierno no nos deja hacer tanto como nos gustaría, pero lo cierto es que ver una buena película aprovechando este extraño agosto que le ha dado por refrescar por las noches mientras tomas un whisky “on the rocks”, por muy simple que parezca la opción, estoy seguro que aparecería en la lista de «las mejores jugadas» de cualquier persona que con los años haya aprendido a valorar más de treinta minutos sin atender el móvil o perseguir niños para que se acuesten; y si esa película trata además de nuestro deporte favorito, el círculo virtuoso se cierra y se convierte en una obligación para todo aquel que quiera disfrutar al máximo sus días de merecidas vacaciones.

Una sola película vendría a la mente del noventa y nueve por ciento de los aficionados al fútbol mayores de treinta años. Se trata, como no, de la mítica «Evasión o victoria».

Hablar de fútbol y cine daría para muchos artículos y quién sabe si incluso algún día podría aparecer en este espacio virtual un monográfico temporal en el que se hable de la cada día más recurrente presencia de nuestro deporte rey en el mundo del celuloide. Pero una cosa esta clara, en el momento que se mencionan ambas disciplinas, una sola película vendría a la mente del noventa y nueve por ciento de los aficionados al fútbol mayores de treinta años. Se trata, como no, de la mítica «Evasión o victoria».

Evasión o victoria, «Victory» en su título original, es una película de culto ambientada en la segunda guerra mundial en la que un equipo de fútbol formado por prisioneros de guerra con pasado en la élite futbolística acaba encontrando una posibilidad de fuga aprovechando un partido organizado en París contra la selección alemana, pensado para que ésta última pudiera mostrar al mundo la superioridad germana a través de una contundente victoria. Así pues, el argumento de la película narra principalmente la preparación de la estrategia de la fuga mientras entrenan a su vez para el gran partido. A estas alturas no hay riesgo de hacer ningún spolier a nadie ya que la película es del año 1981 y todo el mundo conoce el final en el que los prisioneros optan por la heroica y en lugar de abandonar su condición de reclusos en el descanso del partido, escapando por un túnel hecho por el bando de los aliados, deciden permanecer en él con un 4-1 en contra y empatarlo in extremis, ojo que el partido acaba empate a cuatro a diferencia de lo que todo el mundo tiende a creer, para regocijo y motivación de un pueblo francés desolado por la ocupación nazi que ve como el enemigo invasor era, en cierto modo, vencible, pudiendo además dichos jugadores, aprovechando el caos ocasionado tras el pitido final, escapar junto con la muchedumbre que decide invadir el campo.

Tuvo su fuente de inspiración en la película “La Gran Evasión” y en otra historia real que sí se dio durante la segunda guerra mundial. La conocida historia del “Partido de la Muerte”.

Película dirigida por John Huston en 1981 que a pesar de tratarse del primer y último contacto de este director con el deporte del “soccer” ha logrado convertirse en película de culto, al menos para el aficionado al fútbol, ya que era la primera vez en la que una película de éxito utilizaba el fútbol como hilo conductor de una historia heroica en la que además se mezclaron actores de primera línea como Michael Caine o Silvester Stallone con jugadores profesionales de fútbol como es el caso, entre otros, de los campeones del mundo Bobby Moore, Osvaldo Ardiles o el mítico Pelé, el cual , para los extras que hacían de público en el partido final, era la estrella del rodaje por encima incluso de los actores de Hollywood que tomaron parte en el filme. Esta circunstancia hacía aún más interesante la película ya que para algunas generaciones, previas a la era Youtube, supuso la oportunidad, aunque fuera en la ficción, de poder disfrutar del juego de «O Reí», e imaginar que con su mítico Brasil de los 70 también dedicaba sus ratos libres a juguetear dando toques a unas naranjas o marcaba chilenas a cámara lenta como en el emocionante gol del empate a cuatro del partido final.

imagen: Cartel original de la película «Evasión o Victoria»

La acertada selección del elenco de improvisados actores se hizo nada menos que basándose en dos criterios fundamentales, según palabras textuales de otro de los míticos jugadores metidos a actor como era el centrocampista argentino Osvaldo Ardiles, que eran hablar inglés y «estar magro y chiquito» para poder pasar así por prisioneros de guerra. Probablemente sea por eso que el Silvester Stallone que vemos está menos corpulento que en otras películas de los ochenta, que además debía aparentar ser un soldado norteamericano que acaba colaborando con la resistencia,  debiendo entrar forzosamente en el equipo para actuar como nexo con el exterior con la coartada de ser primero el masajista y después un improvisado portero que debe sustituir al titular, aunque para ello se debiera llevar a cabo una de las escenas más impactantes de la película en la que no les queda otra que partir un brazo al pobre arquero que venía jugando de titular hasta aquel momento. El papel del personaje de Silvestre es fundamental ya que además de ser el agente infiltrado que ayuda a urdir todo el plan de fuga, es el personaje que ataja el penalti pitado injustamente al equipo de los aliados evitando la derrota en el último minuto y llevando así el éxtasis a las gradas que al son de la Marsellesa, al más puro estilo del bar de Rick en Casablanca, invaden el campo y permiten a los prisioneros escapar camuflados entre los asistentes a la vez que mandaban un mensaje al ejército nazi sobre sus deseos de libertad. Penalti que por lo visto hubo que repetir más de treinta veces ya que las dotes como guardameta del bueno de Silvestre no parecían estar alineadas con las interpretativas, ya de por sí cuestionadas por muchos entendidos, que a pesar de contar con un doble que era portero profesional no dejaba que éste le robara un solo plano. Se entiende por tanto ese estilo tan particular que muestra a la hora de atajar los balones en las jugadas del partido final. Quizás hubiera sido más sencillo de rodar un final en el que él mismo marcaba el gol decisivo tal y como eran sus deseos aunque el equipo de producción supo disuadirle aludiendo que era un lance poco creíble. Aun así, interpreta un papel más que digno del personaje principal de la película que junto con el de Michael Cane, algo pasado de forma y muy alejado del estado físico de un jugador con intención de seguir en la élite una vez que pasara la guerra, sostienen todo el peso de la historia.

Se trata de una historia con final feliz, como todas las películas que se hacían durante la era Reagan, que tuvo su fuente de inspiración en la película “La Gran Evasión” y en otra historia real que sí se dio durante la segunda guerra mundial. La conocida historia del “Partido de la Muerte” en la que un combinado de prisioneros ucranianos hizo un equipo, el FC Start, basado en los mimbres de lo que quedaba del Dinamo de Kiev, que a base de ganar partidos acabó enfrentándose un 9 de agosto de 1941 a una selección de soldados alemanes, los cuales, a pesar de contar con arbitraje a favor y estar mejor alimentados que los ucranianos, tampoco fueron capaces de derrotar al equipo de prisioneros llegando incluso a rozar la humillación, por lo que el árbitro tomó la decisión de pitar el final con el minuto noventa ni siquiera cumplido y un resultado para los ucranianos de 5-3.

imagen: Cartel promocional del “Partido de la muerte”

La película Evasión o Victoria sólo pudo inspirarse en esa historia y no limitarse a contarla como un hecho real ya que entonces el final no podría haber sido un final feliz al estilo Hollywood, pues la mayoría de los integrantes del equipo “rebelde” acabó teniendo un final trágico en el que según cuenta la historia, que no se descarta que lleve una porción importante de propaganda soviética, no faltaron torturas y asesinatos a modo de “vendetta”.

El papel más que digno de la selección islandesa en la competición hizo que la camiseta fuese un bonito homenaje a los chicos del equipo de Colby (Michael Caine), Hatch (Sylvester Stallone), Luis (Pelé), Terry (Bobby Moore) o Carlos Rey (Osvaldo Ardiles).

Con estos ingredientes no cabe duda de que es una película perfecta para disfrutar durante un par de horas, lo equivalente a un partido reglamentario con su prórroga, que ha ido ganando con el paso del tiempo la categoría de leyenda, no en vano la selección de Islandia lució en la pasada Eurocopa de 2016 una camiseta que homenajeaba al equipo de los prisioneros que no se doblegaron ante la supuesta superioridad alemana, no se sabe si con el fin de dotar a sus jugadores de un plus de motivación o bien como una inteligente estrategia de marketing por la cual la camiseta interesó no sólo a los casi trescientos cincuenta mil habitantes de Islandia sino que acabó siendo trending topic durante la Eurocopa y convirtiéndose en una pieza difícil de conseguir en las tiendas especializadas. En cualquier caso, el papel más que digno de la selección islandesa en la competición hizo que la camiseta fuese un bonito homenaje a los chicos del equipo de Colby (Michael Caine), Hatch (Sylvester Stallone), Luis (Pelé), Terry (Bobby Moore) o Carlos Rey (Osvaldo Ardiles).

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