Este verano los talibanes han vuelta al poder en Afganistán. Una terrible noticia que hace tambalear todos los avances del país asiático en los últimos años. El fútbol femenino que empezaba a germinar se ha visto profundamente afectado.
Agosto nos dejó una descorazonadora noticia. Los talibanes de nuevo tomaban el control de Afganistán. El integrismo radical volverá a guiar los designios del país asiático. Terribles escenas de desesperación en el aeropuerto de Kabul llenaron los tabloides y noticiarios de todo el mundo. Particularmente esas imágenes me generaron una angustiosa empatía. Especialmente por las mujeres afganas. En pocos días su futuro había quedado dilapidado y pintado de negro por completo.
Hace años que Afganistán no es un lugar sereno y tranquilo. Las mujeres afganas a lo largo de la historia han recibido de su país, básicamente, desigualdad y discriminación. La llegada de los talibanes al poder entierra cualquier esperanza de construir un país donde puedan convivir en igualdad de derechos mujeres y hombres.
La entrada de los talibanes en Kabul dinamitó las pequeñas conquistas que las mujeres afganas habían conseguido en las últimas décadas. La lucha de valientes mujeres futbolistas está anestesiada por la sinrazón del radicalismo.
Afganistán lleva mas de cuarenta años en guerra. Siendo las mujeres las principales víctimas del prolongado conflicto. Todo empezó en plena guerra fría. La URSS decidió invadir el país e implantar un gobierno comunista. La resistencia local la encabezaron muyahidines. Con ayuda de Estados Unidos consiguieron expulsar al ejercito rojo en 1989.
En los años noventa diferentes familias y jefes tribales intentaron hacerse con el poder en Afganistán. A mediados de los noventa, los talibanes, consiguen controlar todas las instituciones del país. Originalmente los talibanes eran jóvenes estudiantes islámicos. Predicaban una interpretación radical y atávica del Corán. La llegado al poder de los talibanes supuso la implementación de un régimen totalitario, impregnado de muerte y destrucción. Especialmente cruento y virulento con las mujeres.
Los atentados de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, supondrán el inicio del fin de los talibanes. Estados Unidos, puso en marcha una campaña de conquistas con el objetivo de luchar contra el terrorismo internacional. En esta operación mundial los americanos ocuparon militarmente Afganistán. Los talibanes se replegaron en las zonas rocosas del país, esperando el momento de recuperar el poder. En 2021, Estados Unidos, después de veinte años en Afganistán, decidió abandonar la región. Momento que fue aprovechado por los talibanes para lanzar una ofensiva que les ha permitido recuperar el control de casi todo el territorio.
La entrada de los talibanes en Kabul dinamitó las pequeñas conquistas que las mujeres afganas habían conseguido en las últimas décadas. La lucha de muchas mujeres se resquebrajó por completo. El fútbol femenino, que empezaba a germinar en los últimos años, ha quedado petrificado. La lucha de valientes mujeres futbolistas está anestesiada por la sinrazón del radicalismo.
En las últimas décadas en Afganistán surgieron reconfortantes e inspiradores historias de mujeres futbolistas. Además, muchas de estas historias marcaban un camino que recorrer. Rompiendo los muros que surgían delante de ellas.
Una de esas historias es la de Nadia Nadiem. Nadia nació el 2 de enero de 1988 en Herat, población situada en el oeste de Afganistán. Fue en esta ciudad donde creció y pasó su infancia. Con doce años su padre fue ejecutado por los talibanes. El asesinato de su padre llevó a su familia a abandonar el país. Nadia, su madre y sus hermanas cruzaron la frontera de Pakistán para poder volar a Europa. Primero recalaron en Italia, luego en Londres y finalmente se asentaron en Dinamarca.
En el país nórdico, Nadia comenzó a jugar al fútbol. Al poco tiempo se integró en el equipo de su instituto. Su juego llamó la atención y fichó por el B-52 Aalborg. En 2006 se convirtió en futbolista profesional firmando un contrato con el IK Skovbakken. Tras conseguir la nacionalidad danesa fue convocada por la selección de Dinamarca. La joven refugiada afgana iba a representar futbolísticamente a su país de acogida.
En las últimas décadas en Afganistán surgieron reconfortantes e inspiradores historias de futbolistas afganas. Además muchas de estas historias marcaron un camino que recorrer. Rompiendo los muros que surgían delante de ellas.
La carrera de Nadia era imparable. En 2014 cruzó el Atlántico y jugó en la prestigiosa liga de Estados Unidos. En 2018 volvió a Europa para jugar en el Manchester City y el PSG. Tras dos temporadas en el viejo continente volvió a América para defender la camiseta Racing Lousville. Hoy, a sus 34 años, sigue haciéndolo. Su historia es el reflejo del talento perdido a causa del integrismo. Nadia jamás hubiera sido futbolista en Afganistán. Tuvo que ser Dinamarca quien le diera la oportunidad de conocer el fútbol. Un deporte para el que tenía un talento especial.
Nadia Nadiem, nunca jugó en la selección de Afganistán. Las circunstancias no se lo permitieron. No es el caso de Shabnam Mobarez. Futbolista afgana nacida en Kabul en 1995. Esta joven jugadora tuvo la oportunidad de representar a Dinamarca y lo declinó. Shabnam quería jugar por su país, Afganistán. Su sueño se cumplió y se convirtió en la capitana de la selección afgana. Lamentablemente puede ser su última capitana.
Shabnam se crio en las calles de Kabul, pero en 2000 tuvo que marchar al exilio. Los talibanes amenazaron a su familia. Al igual que Nadia recaló en Dinamarca donde desarrolló su carrera. Shabnam fue una de las futbolistas que destapó los casos de abuso sexual a jugadoras por parte de directivos de la Federación Afgana. Una mujer valiente que consiguió, por una vez, que se hiciera algo de justicia en Afganistán. Aquellos infames directivos fueron destituidos de sus cargos en 2018.
Otra de las futbolistas que ayudó a destapar aquel escándalo de abusos fue Khalinda Popal. Posiblemente la futbolista mas relevante del fútbol afgano. Khalinda nació en Kabul en 1987. Hija de una profesora de Educación Física desde pequeña practicó todo tipo de deporte. En 1996 huyó a Pakistán tras la llegada al poder de los talibanes. Con la caída del Régimen talibán en 2001 regresaría a Afganistán.
Khalinda fue creando una red de mujeres afganas con ganas jugar al fútbol. Rompiendo los estereotipos de una sociedad que no veía con buenos ojos que las mujeres hicieran deporte. Aquel grupo de mujeres dirigidos por Khalinda organizaron partidos en los parques de Kabul. Poco a poco se extendieron a otras ciudades del país. Este movimiento provocó que en 2007 la Federación Afgana de fútbol creara la selección femenina y organizara el primer campeonato de liga.
Pero no toda la sociedad afgana podía soportar ver a mujeres jugando al fútbol. Khalinda Popal recibió amenazas, persecuciones y agresiones. En 2011 abandonó Afganistán y se refugió en Dinamarca. Desde allí siguió luchando por el fútbol femenino en Afganistán. En 2016 consiguió que la marca Humel confeccionara una camiseta con hijab para la selección de su país. También convenció a la prestigiosa entrenadora estadunidense, Kelly Lindsey, para entrenar al equipo femenino de Afganistán.
Cuando los talibanes entraron en Kabul el pasado agosto Khalinda no se quedó de brazos cruzados. Consiguió evacuar a más de setenta cinco futbolistas de Afganistán. Todas ellas se refugiaron en Australia. La selección afgana de fútbol se volvió a reunir en Sídney, sin embargo, por ahora no podrán representar a su país futbolísticamente. Todo ha cambiado para las futbolistas afganas.
Nadia, Shbnaman o Khalinda han jugado al fútbol por que les apasionaba este deporte. Pero cuando estas tres futbolistas (y otras más) lo hacían, no buscaban una simple victoria deportiva. Era su lucha por el derecho a poder hacerlo.
Nadia, Shbnaman o Khalinda han jugado al fútbol por que les apasionaba este deporte. Pero cuando estas tres futbolistas (y muchas otras más) lo hacían, no buscaban una simple victoria deportiva. Era su lucha por el derecho a poder hacerlo. Cuando una mujer afgana juega al fútbol revindica su papel en la sociedad.
Las futbolistas afganas han sido referencias sociales de vital importancia. Eran sin lugar a duda modelos para todas las mujeres de Afganistán. Posiblemente el mejor mensaje para aquellas niñas que querían jugar al fútbol. Desgraciadamente Afganistán ha perdido a su selección femenina de fútbol, su incipiente liga y a muchas de sus futbolistas. Lo que está sucediendo en Afganistán es catastrófico. Sobre todo, para las mujeres. El mundo ha dado un gigantesco paso hacia atrás. Qué difícil será ver un mundo mejor con los talibanes gobernando Afganistán.
Triste historia de estas aguerridas jugadoras afganas y como el mundo se debate frente a las libertades conculcadas. Gracias Luis por tu articulo.