La temporada del Atlético de Madrid este año ha sido irregular. A pesar de conseguir los objetivos el eterno debate en torno a Simeone ha estado mas presente que nunca. Desde la perspectiva de un aficionado colchonero analizamos y reflexionamos sobre el presente y futuro del Atleti .
En los últimos diez años solo hay siete equipos que han repetido insistentemente su presencia en la máxima competición continental: Real Madrid, Barcelona, Bayern Múnich, Manchester City, Juventus, Paris Saint Germain y Atlético de Madrid. Como hay una cierta diferencia entre el peso histórico y económico de los seis primeros y el último quizá convendría recordarlo de cara a valorar esta temporada que está a punto de agotarse y en la que los del Wanda han certificado su pase por décimo año consecutivo a la Champions.
Primero que quede bien claro que a ojos de todo seguidor atlético la misma no va a pasar de discreta, siendo generosos, y ha sido de largo la peor del ciclo Simeone. El Atlético fue durante muchos meses un equipo desesperante e extrañamente indefinido, carente de sus señas de identidad más notorias en la última década: intensidad y seguridad defensiva. Casi todos han rendido un punto por debajo del ejercicio pasado. Desde Oblak a Luis Suarez, pasando por Koke o Marcos Llorente. Y los dos fichajes de teórico lujo, De Paul y Griezzman, poco han mejorado lo que había. El primero empezó bien, pero se ha mostrado casi todo el año impreciso y sin esa presunta capacidad de incorporación al ataque, el segundo suma tres goles en Liga y cuatro en Champions, paupérrimo balance para la otrora estrella que aspiraba a comer en la mesa de Messi y Cristiano.
El Atlético fue durante muchos meses un equipo desesperante e extrañamente indefinido, carente de sus señas de identidad más notorias en la última década: intensidad y seguridad defensiva.
Un empeño de recuperación del Cholo que no ha dado sus frutos como en su día ocurrió con el regreso de Diego Costa y que ha terminado afectando a uno de los valores más seguros del equipo, Correa, que no ha sido el mismo desde que perdió de forma quizá no muy justa la titularidad. Tal y como se estaba desarrollando la temporada, y el panorama que se vislumbraba en el mes de febrero, certificar la clasificación para Champions a falta de dos jornadas me parece un final más que celebrable, no como éxito por descontado. Pero si muy significativo de la estabilidad y solvencia del equipo.
Sin embargo, oyendo y leyendo a algunos Atléticos, se te queda cara de haber seguido a otro equipo tras casi treinta años de altos y bajos. Quizá no me haya enterado que antes de 2012 solíamos competir y ganarlo casi todo y que nuestra regularidad era un valor cotizable del IBEX 35. De alguna manera el gran peligro del Atlético es dejarse convencer que se ha convertido en algo para lo que no está preparado y que no le cuadra. Por muchas vueltas que le demos, al Atlético no se le resbalan los porteros rivales en momentos claves. Todo le cuesta y le seguirá costando un mundo
Hace más de un año escuché una tertulia de insignes periodistas de signo rojiblanco (Uria, Iñako Diaz Guerra, Alberto Barbero…) sobre la dificultad de mantener esa condición en un entorno mediático que no sabe ver más allá de lo blanco. Definieron certeramente como “mundo Matrix” esa tendencia de los medios de no ver otra realidad que aquello que genera el Real Madrid (y en su ámbito el Barça), entre otras cosas, sea real o no. Tengo la sensación que buena parte de la afición del Atlético tras estos años de buenísimos resultados han caído en la misma tentación de adherirse a un mundo imaginario de creación periodística el que se sienten muy cómodos, un mundo que se empeña (de forma muy intencionada) en señalar al Atlético de Madrid como una súper potencia económica obligado a ganarlo todo.
¿En qué consiste ese universo imaginario en versión rojiblanca? Vamos a repasar algunos de sus fundamentos
- Es la “mejor plantilla de la historia”, mantra insistentemente repetido cada pretemporada por medios de tan acreditada condición Atlética como Marca o AS o las tertulias radiofónicas de diverso signo. Como desde los proyectos del gilismo una lleva oyendo esa letanía ya fuese con Pizo Gomez y Bustingorri, o con Vieri o Juninho, por lo menos los ya entrados en canas debemos de sospechar de la veracidad de esa sentencia, que supongo se repetirá el próximo verano.
- “Hay equipo a la altura de Real Madrid y Barça”. No solo se tiene cada año lo mejor de los últimos ciento diecinueve, sino que puede codearse sin complejos con los dos trasatlánticos. Conclusión curiosa teniendo en cuenta que hay trescientos millones de diferencia de presupuesto. Una de dos: o en Madrid y el Barça no hay más que inútiles (bueno en este último quizá sea cierto) o el Atlético la genialidad de dirigentes y directores deportivos es merecedora de, al menos, del Príncipe de Asturias.
- “Simeone desaprovecha el talento”. Tal vez conviene recordar el itinerario de ese “talento” una vez que sus portadores salieron del Atlético. Repásese la trayectoria de Falcao, Arda Thuran, Filippe Luis, Lucas, Thomas Partey, Rodri, Griezzman o Vitolo por señalar algunos casos que en ocasiones incluyen viajes de ida y vuelta. Parece más o menos claro que no han desplegado ni desplegaron en sus otros equipos esas toneladas de clase que se supone que el argentino castraba con su estilo amarreta
- “Simeone se caga en los momentos claves”. Una estadística de seis triunfos y tres derrotas en finales jugadas y dos Ligas ganadas en la última jornada permiten iniciar el debate sobre tan consolidada tesis. Que le pregunten a Héctor Cuper si le hubiesen gustado esos números
- “Simeone fue el culpable de las derrotas de Lisboa y Milan”. Quizá pudo influir que jugo la primera sin sus mejores jugadores ofensivos lesionados (Diego Costa y Turan) y que la segunda la perdió en los penaltis, tras empatar el partido y recibiendo un único gol ilegal. Dicho sea de paso, resultaron las dos únicas finales en las que el Real Madrid tuvo apuros y muy serios (se paseó ante Juventus y Liverpool), y que llego a ellas con la tercera parte de medios económicos de sus rivales, y han sido los dos únicos partidos decisivos que ha perdido en su larga trayectoria. Por cierto: City, Juventus, Barcelona o PSG no han ganado tampoco la Champions en los últimos años.
- “El equipazo del Atlético esta desaprovechado”. Planteémoslo de este modo. ¿Qué es más certero? Valorar que ganar una Liga con Felipe, Mario Hermoso, Versaliko, Saul, el Koke de algunos domingos (no otros), Luis Suarez con treinta y seis años, Kondobria o Herrera es una hazaña, o considerar que no repetir título con muchos de esos mimbres es un fracaso rotundo. Quizá debería hacerse un ejercicio de introspección. Cerrar los ojos e intentar imaginarse si algún integrante de la plantilla del Atlético podría ser indiscutible en Manchester City, PSG, Chelsea o Bayern Múnich. Hagan el experimento y si llega a la concusión que todos sospechamos podríamos tener la respuesta.
- “Gasta como el que más, lo del presupuesto es una excusa”. Desde 2019 han salido del Atletico Rodri (Manchester City), Lucas (Bayern Múnich), Thomas Partey (Arsenal), Griezzman (aunque este con vieje de vuelta), Morata (Juventus) y Saul (Chelsea), estos últimos con régimen de cesión y en fechas muy recientes Trippier (Newcastle). Esto supone que todos los que vienen encuentran su correspondiente salida de compensación. No llegan a añadir, se cambian cromos. Con mayor y menor fortuna. Y una cosa más: Kross, Casemiro, Modric y Benzema siguen en el Real Madrid. Godin, Gaby, Fillipe o Juanfran salieron del Atlético. La base defensiva de sus éxitos, por cierto.
Hacer de lo extraordinario algo rutinario trae el peligro de no saberse valorar. No hay nada malo en señalar que la temporada no ha cumplido las expectativas creadas. Es licito argumentar que en otros equipos los malos resultados hacen rodar cabezas, sobre todo la de los entrenadores. Pero son, efectivamente, otros equipos. Escuadras que no se ha pasado catorce años sin ganar nada, que no transitaron por la segunda división, que por mera lógica económica cuentan con mejores plantillas que el Atlético, y que por ejemplo no suelen traspasar en invierno al único lateral derecho con categoría de la plantilla.
Simeone gane lo que gane, juegue como juegue, parezca desquiciado o seguro de sí mismo, es la única persona que en la era moderna ha estabilizado al club en la parte alta, ha ganado títulos y revalorizado a la entidad.
Simeone gane lo que gane, juegue como juegue, parezca desquiciado o seguro de sí mismo, es la única persona que en la era moderna ha estabilizado al club en la parte alta, ha ganado títulos y revalorizado a la entidad. Es legítimo y saludable criticarle cuando las cosas salen mal y se hacen espantos de partidos (muy frecuentes este año), o cuando parece no dar con la tecla (en buena parte de este ejercicio). Y es debatible si otros técnicos podrían tener buenos resultados con la plantilla que dispone. Pero si alguien piensa que su salida va traer de forma segura noches mágicas de tiki-taka y Ligas y Champions a go-go, conviene recordarles que uno solo pude estar seguro lo que se ha demostrado, y que las cosas se suelen valorar realmente cuando se pierden.