Suelen ser muy socorridos los títulos de las películas para dar nombre a los artículos de prensa. En este caso no puede ser más apropiado el de “El retorno del Rey” porque el pasado sábado volvió a sentarse en el banquillo del Real Madrid la que parece ser la única persona omnipotente en el club, por encima incluso del “ser superior”, capaz de enderezar el rumbo de una nave a la deriva y recuperar a jugadores con talento de sobra pero escasa motivación.

Parecía que la época dorada del Madrid de este milenio había terminado y el único debate parecía que era saber cuándo había empezado el ciclo. 

Parecía que la época dorada del Madrid de este milenio había terminado y el único debate parecía que era saber cuándo había empezado el ciclo. Unos dicen que hace 10 años con la llegada de Cristiano Ronaldo y otros hace cuatro con la llegada de la “Décima” frente al Atlético de Madrid con aquel mítico gol de Ramos. En realidad poco importaba, lo cierto es que el Real Madrid, haciendo honor a su himno, “club castizo y generoso”, sobre todo generoso, estos últimos cinco años, si aceptamos la teoría de una sociedad polarizada como a veces se dice, ha hecho feliz a media España y la “semana trágica” de las derrotas con Barça y Ajax hizo feliz a la otra mitad. Pero resulta que ahora, con la llegada de Zidane y la vuelta a la titularidad de jugadores como Keylor Navas, Marcelo, e Isco, hay gente que se niega a pasar página e intenta aferrarse a un pasado olvidando lo sucedido en los últimos seis meses y sobre todo, olvidando que en la ecuación del éxito anterior además del factor “Zizou” estaba la variable “CR7” que sigue demostrando por Europa lo importante que fue en esta época gloriosa y continua empeñado en hacer ver que él sólo puede seguir ganado Champions independientemente de quién le rodee en el campo.

Es innegable que a día de hoy Reguilón no es mejor que el mejor Marcelo, Valverde no supera a al mejor Kross, Ceballos está muy lejos del mejor Isco y Vinicius no puede aportar lo que aportaba “CR7”. Pero también se deben sacar aprendizajes de los momentos difíciles y no olvidar que a aquellos que vimos realmente abatidos llegando incluso a dejar asomar alguna lágrima en aquella “semana trágica” fueron a los Lucas Vázquez, Reguilón e incluso al propio Vinicius. Que dejaron claro que ellos sí son conscientes de su responsabilidad y saben a quién representa ese escudo. Y es por eso que no se debe caer en el error y empezar a mirar hacia atrás pensando que únicamente con la vuelta de  Zidane se volverá a reinar en Europa. Zidane probablemente sea la mejor solución para el banquillo del Real Madrid pero debe llevar a cabo una renovación profunda de la plantilla, quizá aquella que pidió a Florentino una vez conocida la salida de Cristiano y que éste no consideró necesaria. Si no es así, no se explicaría que ahora, después de haber abandonado el barco hace nueve meses, decida volver en las mismas condiciones y estando además ese barco a la deriva.

Se presentan unos meses difíciles en los que el Real Madrid deberá pelear únicamente por mantener su imagen ante la imposibilidad de ganar nada mientras que el eterno rival aspira a todo.

Se presentan unos meses difíciles en los que el Real Madrid deberá pelear únicamente por mantener su imagen ante la imposibilidad de ganar nada mientras que el eterno rival aspira a todo. Tiempo que puede ser invertido en planificar una plantilla en condiciones que precisa fichajes a pesar de que la política del club sea contraria a ellos en estos tiempos de desorbitada inflación y también, por qué no, para recibir las pertinentes felicitaciones por haber concluido un ciclo histórico de tres Champions League seguidas, cuatro en cinco años, hasta ahora sólo al alcance del Real Madrid.

La andadura de esta Lancha Vikinga comenzó coincidiendo con la salida de Zinedine Zidane del banquillo blanco. Estaba claro que dejaba atrás una puerta abierta pero nadie podía imaginar que tardaría tan poco en volver a entrar por ella. Esperemos que en esta nueva etapa podamos hablar de otra época de éxitos y disfrutar de una mar mucho más en calma.