Sirva este escrito como un homenaje sentido a una de las grandes figuras de nuestros fútbol y particularmente del Real Madrid, Amancio. Analizamos su etapa como entrenador, una trayectoria poco relatada pero no por ella menos intensa. 

El reciente fallecimiento de Amancio Amaro ha desatado una ola de reconocimientos póstumos a su gran trayectoria como futbolista de los años 60 y 70. Se trata, probablemente, de uno de los diez jugadores referentes de la historia del Real Madrid.

Sin embargo años mas tarde se convirtió en uno de los entrenadores con peor suerte en la historia madridista, equiparable a la de otro de sus grandes mitos, Alfredo Di Stefano. Pese a todo, se trató de una figura clave en un relevo generacional que daría grandes tardes a la parroquia madridista.

En los comienzos de década de los 80 el Real Madrid no pasaba su mejor momento: de 1980 a 1984 solo logró una Copa del Rey y una riada de subcampeonatos; perdió las Ligas de 1981, 1983 y 1984 en la última jornada ante los equipos vascos y las finales europeas de la Copa de Europa del 81 (ante el Liverpool) y la Recopa del 83 (frente al Aberdeen). Mientras Amancio tras retirarse de los terrenos de juego en 1976, fue fogueándose como entrenador en las categorías inferiores del Madrid hasta ser nombrado técnico del filial, por aquel entonces llamado Castilla, famoso por la hazaña de llegar a la final de Copa de 1980 ante su hermano mayor.

Amancio fue uno de los entrenadores con peor suerte en la historia madridista, equiparable a la de otro de sus grandes mitos, Alfredo Di Stefano. Pese a todo, se trató de una figura clave en un relevo generacional que daría grandes tardes a la parroquia madridista.

A Amancio le toco en suerte una generación de jugadores llamada a marcar una época del futbol español: Butragueño, Sanchis, Martin Vázquez, Michel y Pardeza. En la temporada 83-84 el filial madridista asombró a toda España con su juego vistoso y sus resultados. Llegó a ganar la liga de segunda división (única vez en la historia que lo ha hecho un filial) y a concentrar nada menos que 80.000 espectadores en un duelo ante el Bilbao Athletic en el Bernabéu. Como el primer equipo no estaba en su mejor momento la parroquia se empezó a entusiasmar con esos jóvenes algunos de los cuales (Sanchis o Butragueño) ya empezaron a jugar con regularidad con Di Stefano como entrenador. Cuando la temporada terminó sin títulos, Luis De Carlos, el presidente blanco, le dio la alternativa a Amancio.

Parecía una decisión mas que correcta; era una leyenda de la casa, había triunfado plenamente con el filial y conocía a la perfección a las jóvenes promesas que pedían un hueco en el Real Madrid. En aquella plantilla había pesos pesados muy consolidados: Juanito, Camacho, Stilike, Santillana, Gallego…..Sonaba a una combinación mas que interesante.

Pero las cosas se torcieron pronto. La Liga comenzó con nada menos que un Real Madrid-Barça y el resultado no pudo ser más descorazonador para un debut: 0-3 para los visitantes. Desde el comienzo Amancio apostó por los jóvenes lo cual le produjo fricciones con algunos pesos pesados del equipo que trascendieron a la prensa: Gallego, Juanito o Lozano. Después de una aceptable primera vuelta, el tren de la liga se perdió de forma definitiva al comenzar las segunda con un Barcelona escapado. En la Copa del Rey las cosas no fueron mucho mejor, se cayó ante el Athletic de Bilbao.

Pero en la antigua Copa de la U.E.F.A las cosas fueron bien distintas. Se remontó nada menos que un 3-0 ante el Anderlech belga, con un estruendoso 6-1 en la vuelta, en la noche de consagración de Butragueño y mas tarde se eliminó al vigente campeón, el Tottenham . El torneo europeo era la vía de escape del gallego que estaba cuestionado un día si y otro también.  En semifinales tocó un viejo conocido, el Inter de Milán; no eran los mejores tiempos del equipo interista pero contaba con un combinado con numerosos internacionales y jugadores brillantes como el delantero Altobelli, el prometedor portero Walter Zenga, el defensa Bergomi o Rummenigge, aunque éste último estaba en la recta final de su carrera y muy mermado por las lesiones.

En San Siro, ante un ambiente enardecido, el Inter, sin hacer nada del otro mundo, obtuvo un resultado confortable para la vuelta: 2-0. El Madrid volvió a ser una sombra en el terreno de juego y su caída libre no parecía tener fin. Tras el partido los jugadores volvieron apesadumbrados al Hotel de concentración. Pero algunos decidieron superar la derrota a su manera. Jorge Valdano, delantero fichado del Zaragoza, quedó a cenar con Ramón Mendoza, entonces candidato a la presidencia del Real Madrid, y según aseguraría José María García durante años se dedicó a poner mal a Amancio de todas las formas posibles. Con posterioridad, había concertado ver a Menotti, ex entrenador del Barça y de la selección argentina con el que mantenía una gran amistad y ,además, convenció a Butragueño para que fuese a esa cita. Menotti sonaba desde hace tiempo como sustituto de Amancio, cuyo cese estaba cantado, y según declararía Mendoza después, se postulaba de forma insistente para entrenar al Real. (“Me lo encontraba hasta en la sopa”, llegó a decir el futuro presidente blanco). Cuando Valdano y Butragueño volvieron al hotel, cerca de las cuatro de la madrugada, se dieron cuenta con que en una habitación cercana había bastante alborozo. Intrigados llamaron a la puerta y cuando ésta se abrió se encontraron con dos jugadores blancos, Juanito y Lozano, acompañados por dos jóvenes italianas a las que habían conocido esa misma noche tras el partido, con ganas de juerga. En ese momento el técnico Amancio hacía una inspección sorpresiva por las habitaciones y descubrió el pastel.

Juanito y Lozano (un jugador belga de orígenes españoles que había costa 200 millones de pesetas en el año 83, una cifra considerable para la época, sin aportar mucho rendimiento) había sido dos de los jugadores que peor relación habían tenido con Amancio. El entrenador redactó un informe completo a su vuelta a Madrid en el que no dejaba títere con cabeza, convencido que no tenía futuro en el banquillo merengue y que los malos resultados eran consecuencia del boicot que sufría por parte de la plantilla. En entonces presidente, Luis de Carlos, cansado por años de escasos resultados deportivos y superado por los acontecimientos, había decidido poner fin a su mandato y se proponía convocar elecciones. Butragueño y Valdano fueron sancionados económicamente y a Juanito y Lozano se les apartó del equipo. Amancio no tardaría en caer tras perder un nuevo partido en Valencia. Su sustituto fue el apagafuegos habitual Luis Molowny, un interino que siempre dio muy buenos resultados al Real Madrid, en las diversas etapas que se recurrió a él para solventar crisis de resultados (con anterioridad había sustituido a los cesados Miguel muñoz. Milian Miljanic o Vujadin Boskov y siempre consiguió títulos con los que salvar el año).

El paso de Amancio por el banquillo blanco fue triste pero con los años se le reconocería el mérito de confiar en jóvenes valores que dieron muchas alegrías

Lo cierto es que esta graves crisis institucional y deportiva tuvo un final feliz: contra todo pronóstico en Real Madrid hizo un partidazo en la vuelta y eliminó al ultra defensivo Inter con dos goles de Santillana y uno de Míchel. Nadie se explicaba la transformación del equipo en un par de semanas, pero eran los años de las remontadas en el Bernabéu, las noches mágicas tantas veces invocadas desde entonces. El Madrid jugaría la final ante el asequible Videotón húngaro y la ganó sin muchas complicaciones, de forma que De Carlos pudo despedirse con la cabeza alta, con el primer título europeo en casi 20 años. La temporada siguiente, ya con Ramón Mendoza en la presidencia el equipo inició un periodo extraordinario.

Por su parte Amancio Amaro no volvería a entrenar, dedicándose a sus negocios particulares. Su paso por el banquillo blanco fue triste pero con los años se le reconocería el mérito de confiar en jóvenes valores que dieron muchas alegrías en los próximos años. Tuvo que afrontar una complicada transición generacional que le pilló en el peor momento posible. Y su gesta en el Castilla todavía no ha sido igualada.

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